Diego Petersen Farah
08/12/2017 - 12:00 am
El Frente en la ecuación electoral
Si algo me hace pensar que el Frente Ciudadano por México tiene viabilidad es la manera en que los han atacado y denigrado, primero a su candidato, Ricardo Anaya (que si nadie se vuelve loco o pasa algo extraño hoy finalmente se formalizará su candidatura) y luego al Frente como tal: la comentocracia mata al […]
Si algo me hace pensar que el Frente Ciudadano por México tiene viabilidad es la manera en que los han atacado y denigrado, primero a su candidato, Ricardo Anaya (que si nadie se vuelve loco o pasa algo extraño hoy finalmente se formalizará su candidatura) y luego al Frente como tal: la comentocracia mata al Frente tres veces por semana y ha apostado, una y otra vez, por su fracaso, sin más elementos que las ganas de verlo caer. Y sin embargo ahí sigue (quizá sea momento de pedir cuentas a los opinadores y generadores de opinión de este país, pero ese es otro tema).
La fascinación, comprensible, del stablishment por la candidatura de José Antonio Meade tiene tan cautivados a algunos personajes que has intentado vender la idea de que la elección es solo entre dos proyectos: el que representa Andrés Manuel López Obrador y el priista-calderonista con Meade como buque insignia. Lo que no parecen entender, porque desde arriba todo y todos se ven chiquitos, es que más allá de ese grupo de poderosos que solo dialogan entre ellos mismos, hay un gran rechazo a la continuidad y un hartazgo que, de acuerdo con la encuesta GEA-Isa, capitalizan por igual Andrés Manuel y el Frente.
Con el Frente en la boleta, la elección no será de dos, sino de tres. Al menos hasta mayo, cuando quede claro si la polarización final será entre Andrés Manuel y su retador, Anaya o Meade, o entre el PRI y quien mejor canalice el enojo contra el statu quo, López Obrador o Ricardo Anaya. El candidato de Morena trae la inercia antisitema; el candidato del PRI la inercia del poder. Meterse en medio no será fácil, se requiere, además peso electoral, un discurso propio y diferenciable, y ese es el gran reto.
La pregunta es entonces si tiene sentido el Frente, si hay algo más allá de la suma de pesos electorales en esta ecuación. En el discurso los frentistas hablan de una gran renovación de las instituciones democráticas, pero hasta ahora no han sido capaces de proponer un proyecto de país más allá de las generalidades de todos los partidos. Sin embargo, si logran articular un discurso coherente y sumar a sus filas, sea como candidatos o como generadores de ideas, a los grupos de sociedad civil organizada que no están de acuerdo ni con el continuismo que representa Meade ni las formas y planteamientos de López Obrador, el Frente puede convertirse el gran aglutinador. La condición, por supuesto, pasa por la habilidad que tengan para convocar a estas figuras y para bajar el perfil de sus respectivos partidos; que PAN, PRD y MC pasen, literalmente, a un segundo plano y entiendan que en la ecuación electoral del 2018 los partidos son solo el vehículo.
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