México

Eran 48 y tenían un sueño: ser maestros. Tres murieron, 2 están lesionados de por vida. Y los 43…

26/09/2017 - 5:00 pm

Tres años atrás, más de 100 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, se trasladaron a Iguala de la Independencia y fueron perseguidos y atacados por policías municipales y presuntos miembros del crimen organizado. El saldo: 43 jóvenes desaparecidos, tres asesinados, y dos con lesiones perpetuas.

La noche puso en la misma calle a la gente, que se volcó y manifestó por los crímenes de lesa humanidad que se perpetraron en Iguala, Guerrero, las tierras gobernadas, en ese momento, por el perredista José Luis Abarca Velázquez.

En el tercer aniversario, SinEmbargo nombra a cada uno de los 48 para no olvidarlos.

Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo).- “Los normalistas fueron privados de la vida. Es la verdad histórica», dijo Jesús Murillo Karam. Sin embargo, y a tres años de distancia, sus palabras se sostienen en una investigación que contiene tortura, irregularidades y nada de credibilidad.

Por eso es que los padres y madres aún esperan verlos volver. Porque la versión oficial no los convence, y porque el Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI) así lo demostró con diversas pruebas científicas.

El GIEI surgión del acuerdo formalizado entre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los representantes de las víctimas de Ayotzinapa y el Estado mexicano el 18 de noviembre de 2014, con el fin de proporcionar asistencia técnica para la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

De acuerdo con la versión oficial, los 43 estudiantes de la escuela para maestros rurales desaparecieron el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, a manos de policías corruptos y miembros del cártel Guerreros Unidos, quienes los mataron e incineraron en el basurero del municipio de Cocula.

No obstante, varios peritajes independientes han concluido que no es “científicamente posible” la incineración de 43 cuerpos como reiteró hoy Abrão, lo que desmontaría la versión oficial cuestionada por los expertos de la CIDH que asistieron el caso durante un año.

“El mecanismo reitera que la difusión de esta hipótesis (…) provoca una distancia frente a las víctimas y sus familiares, y pone en riesgo la búsqueda de verdad y justicia”, ha insistido Paulo Abrão, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Otro punto que preocupa al mecanismo es la “falta de celeridad en alcanzar conclusiones” tanto en las actividades de búsqueda como en el esclarecimiento de las líneas de investigación.

Tres años después de la tragedia, y en el ecuador de este mecanismo que dura un año, la CIDH lamentó que no haya habido consignaciones nuevas desde finales de 2015 ni una acusación formal contra la Policía municipal de Huitzuco, posiblemente implicada en la desaparición de un grupo de los 43 jóvenes.

“Todavía no tenemos conocimiento de investigaciones abiertas respecto de eventuales irregularidades perpetradas por funcionarios” de la Procuraduría General de la República (PGR), dijo, y reiteró la necesidad de investigar el Ejército y la hipótesis de que el trasiego de drogas ocasionó la tragedia.

Lo único verdadero es que aquella noche del 26 de septiembre de 2014, México perdió a 48 aspirantes a maestros, cuyo destino era enseñar en las comunidades más pobres de Guerrero y de otros puntos del país: a tres los asesinaron arteramente, otro más está en estado de coma, uno más con lesiones perpetuas y, desde entonces, y 43 se encuentran desaparecidos.

En el siguiente texto se realiza un repaso de los nombres de los 48 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos que fueron protagonistas de la funesta noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre, así como una breve descripción o anécdota de cada uno de ellos.

Los padres de los 43 normalistas desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 no se dan por rendidos, y continúan exigiendo justicia al Gobierno mexicano. Foto: SinEmbargo

SUS HIJAS ESPERAN A JOSÉ ÁNGEL

José Ángel Campos Cantor era la “Tortuga Mayor», y no por ser lento, sino por su edad. Ingresó a los 33 años a la Isidro Burgos y, de acuerdo a su esposa, Blanca Alejandro González Cantú, era un buen hombre, dedicado.

Ángel, hijo de Bernardo Campos Santos y Romana Cantor, jugaba futbol, bailaba, cuidaba, levantaba muros, y arrastraba tierra antes de desaparecer. Es padre de dos, Gabriela y América, quienes aún lo necesitan.

JOSHIVANI, EL SEGUNDO IDENTIFICADO

Era 17 de septiembre de 2015. Faltaban 9 días para que se cumpliera un año de la desaparición forzada de los 43 cuando la PGR llamó a conferencia de prensa. Joshivani Guerrero de la Cruz, oriundo de Omeapa, localidad de Tixtla, fue identificado entre los restos analizados por la Universidad de Innsbruk.

“La muestra ósea 16-29102014 arrojó resultados de ADN mitocondrial susceptibles de ser interpretados», planteó la institución austriaca. A la conclusión llegaron tras comparar la evidencia con Martina de la Cruz de la Cruz, madre de Joshivani. La familia y el Movimiento por Ayotzinapa rechazaron la versión.

Le decían el “Coreano», por sus ojos rasgados. Su rostro, delgado. Joshivani, un joven de 20 años, recorría ocho kilómetros a pie para poder tomar el transporte a la Normal Rural de Ayotzinaoa. Quería ser maestro. Policías municipales se lo llevaron.

ADÁN, TOLUCA Y LAS PLAYAS DE ACAPULCO

15 de los desaparecidos nacieron en Tixtla, casa de la Normal Isidro Burgos. Uno de ellos es Adán, hijo de Bernabé Abraham y Delfina de la Cruz, quienes han rogado por más de mil días a la Virgen de la Natividad su regreso.

El joven cumpliría 27 años en enero de este año. Era trabajador. Las tierras de Toluca, en el Estado de México, y las playas de Acapulco, Guerrero, lo vieron en algún momento de su vida, la cual transcurrió –en su mayoría- en el barrio de El Fortín, vecino de la Normal.

Bernabé forjó a Adán en el campo. Quería que estudiara y terminara una carrera para poderse sostener. Criminales –de uniforme y sin uniforme- lo impidieron.

VIVO SE LLEVARON A BENJAMÍN

¿Lo más lejos que había llegado Benjamín Ascencio Bautista? Chilapa, allá, en la montaña baja. Él nació en el municipio de Ahuacuotzingo en 1995. Hijo de Cristina Ascencio. Quería superarse. Vivo se lo llevaron.

BERNARDO, EL «COCHILOCO»

Ya lo explicó el periodista Humberto Padgett. A Bernardo Flores Alcaraz le decían «Cochiloco» por su parecido con Joaquín Cossío. “Alto, fuerte, tosco. Desmadroso’’. Pero de eso a pertenecer a un grupo criminal, hay un gran trecho.

Flores estuvo al mando esa noche de septiembre, según contaron los testigos torturados de la PGR. Fue el que habló, el que respondió. Se identificó como estudiante y vivo se le busca.

CARLOS, “EL FRIJOLITO»

Carlos Lorenzo Hernández Muñoz nació en la Costa Chica. Futbolista amateur, guardameta. Le decían “El Frijolito». Arribó a Ayotzi desde Huajintepec. Llamó a sus padres, Maximino Hernéndez y Beatriz Muñoz para pedirles dinero, sin embargo, no lo gastó.

Rapado de los costados, frente pequeña, piel morena. Así apareció Carlos en la fotografía que acompaña en las marchas. También del 95, el joven, oriundo de Ometepec, se marchó hacia Iguala y por ahí debe andar.  Pasó sus cumpleaños 19, 20 y 22 desaparecido.

LA COSTA CHICA AGUARDA POR ABEL

De acuerdo a información del Centro Prodh, la pasión de Abel García Hernández es la música. Entre el canto, la guitarra y la escritura gozaba.

En las fotografías que guarda su familia, el normalista aún conserva rasgos de niño. Sólo tenía 19 años cumplidos la noche del ataque.

García llegó a la escuela desde Tecuantepec, municipio de Tecoanapa. Un día quiso ser soldado, luego, y como otros, decidió que la enseñanza era su ruta. Abordó el autobús 1531 y ya no regresó a la Costa Chica de Guerrero.

JORGE DESAPARECIÓ

Jorge Aníbal Cruz Mendoza le “chingo’’ para llegar a Ayotzinapa. Dejó por un tiempo su Xalpatláhuac y trabajó de mesero para tener dinero.

Cabalgó, trabajó el campo, ganó campeonatos de futbol amateur y estuvo poco más de un mes en la Isidro Burgos. Desapareció.

CUTBERTO NO ES AL PRIMERO

Cutberto Ortiz Ramos forma parte de una familia de desaparecidos. A al menos 5 hombres de su gente se los llevaron presuntos militares hace cuatro décadas. Él tendría hoy 25 años.

La abuela de Ramos le insistió con tener cuidado. Sabe de los movimientos de las autoridades en la región. La desaparición forzada revivió y sigue.

42 KILÓMETROS POR TIZAPA

El padre de Jorge Antonio Tizapa Legideño corrió el maratón de Nueva York, en Estados Unidos, con el rostro de su hijo en la playera. Terminó y siguió con la búsqueda. Prometió no rendirse y nunca vender al muchacho.

La lucha la hace desde allá, desde el “gabacho», pues no puede venir a México, a Guerrero. Sería dejar atrás el viaje migratorio, sería comenzar de cero.

Jorge, tocayo de Cruz Mendoza, tenía 20 años el 26 de septiembre de 2014. Vivía en Tixtla. Emprendió el viaje a Iguala, y no lo dejaron volver.

JULIO, «EL CHILANGO» MONDRAGÓN

Le quitaron el rostro, pero reapareció en los murales de Ayotzi. Julio, “El Chilango’’, era padre, esposo, hijo y estudiante. Alcanzó a llamar a casa desde Iguala, Guerrero, antes de que lo mataran.

Mondragón Fontes usó una playera roja ese día, esa noche. Lo torturaron, golpearon, asesinaron y desollaron. Autoridades, sin embargo, se burlaron. “Las lesiones las causó un animal’’, dijeron. Y sí, fue un animal con uniforme.

Marisa Mendoza, la mujer de Julio, habló con él, le pidió que se marchara de la zona del ataque. Sin embargo, él, valiente, decidió quedarse. Su caso es símbolo del Movimiento por Ayotzinapa.

BRUNO, ESTUDIANTE DE 10

Saúl Bruno García perdió un dedo cuando era pequeño. Su madre y su padre, Nicanora García y Aquileo, lo cuidaron. A pesar de la lesión, creció, trabajó la tierra y se convirtió en estudiante de 10.

García ganó su lugar en Ayotzinapa y en la Universidad Autónoma de Guerrero, y tomó la decisión: sería maestro. En septiembre de 2014 visitó a su familia, se despidió y jamás regresó.

MORA VENANCIO FUE EL PRIMER IDENTIFICADO

Alexander Mora Venancio estaba en su primer año en la carrera. Tenía casi 20 años cuando ingresó. Su rostro apareció durante los primeros informes de la PGR sobre el caso Iguala. De la misma forma que Joshivani Guerrero de la Cruz, el joven habría sido identificado entre los restos recogidos en el río San Juan, en Cocula.

A través de la muestra 27-29102014, obtenida con Ezequiel Mora Chora, Omar Mora Venancio y Hugo mora Venancio, y el ala mayor izquierda esferoides, hueso localizado en las bolsas negras, la Universidad de Innsbruck determinó su posible muerte.

GÓMEZ MOLINA, AMANTE DEL ROCK

Otro normalista tixtleco era Marco Antonio Gómez Molina. Sus compañeros lo llamaban el “Tuntún». Su familia, humilde. Él, amante del rock.

TELUMBRE, EL “CLARK»

A sus 19 años, Christian Rodríguez Telumbre, hijo de  Clemente Rodríguez y Luz María Telumbre, abordó el autobús rumbo a Iguala.

Moreno, delgado y vecino en Tixtla, recibió el apodo del “Clark». Sí, por Superman. Sí, por sus lentes. Le gustaba la danza, el zapateo y la tarima. Su padre, Clemente, es de los que buscan cualquier espacio para seguir llevando el mensaje de justicia.

ÉDGAR RECIBIÓ UN TIRO EN EL ROSTRO Y SOBREVIVIÓ

A Édgar lo cargaron hasta el hospital Cristina, en Iguala de la Independencia. Se ahogaba con su propia sangre frente al miedo de sus compañeros por las acciones y palabras de las autoridades. El caso Tlatlaya, en el Estado de México, se hizo presente. El joven, de apellido Vargas, recibió un tiro en el rostro y sobrevivió.

En 2016, dos años después de resistir a la indiferencia de médicos y militares, y a la agresión de municipales y presuntos criminales, el normalista se graduó como licenciado en educación.

“LALO’’ DEJÓ LA ALBAÑILERÍA

“Tienen hijos, también se los pueden desaparecer. Ahorita nos tocó a nosotros, pero a ustedes también les puede pasar el día de mañana. Sepan bien lo que hacen porque su presidente (Enrique Peña Nieto) está cosechando problemas. Nosotros no vamos a dejar de buscar a nuestros hijos hasta encontrarlos con vida. Y si algo les llegara a pasar, hacemos responsable al batallón 27, a (Miguel Ángel) Osorio Chong, a (Ángel) Aguirre y a Enrique Peña Nieto. Sabemos que aquí (al batallón 27) le llegó la información de que le dieran en la madre a la Escuela Normal y no vamos a dejar que se salgan con la suya. ¡Enrique Peña Nieto tiene que caer! ¡Aunque dé la vida por mi hijo!’’, dijo María de Jesús Tlatempa Bello, mamá de José Eduardo Bartolo Tlatempa, normalista desaparecido, a castrenses de Iguala. Unos sonrieron, otros tragaron saliva.

La casa de “Lalo’’ está a 10 minutos de la Normal Rural, lugar al que llegó para superarse. Y es que su municipio, Tixtla, replica la pobreza por generaciones. Así dejó la albañilería y trató de ser maestro. Sin embargo, se lo quitaron a doña María.

NAVA Y SOLÍS

No solamente Julio perdió la vida en Iguala. Mondragón murió junto a su tocayo Julio César Ramírez Nava y a Daniel Solís Gallardo, la misma noche en que 43 de sus compañeros desaparecieron en las escabrosas tierras gobernadas, en ese momento, por José Luis Abarca Velázquez.

Nava llamó a casa durante el ataque, y junto a Daniel Solís, cayó por disparos de policías municipales. Los dos complementan la lista de 48 de Ayotzinapa -43 desaparecidos, 3 asesinados, 1 en coma y otro con una lesión eterna-.

LA FOTO DE PENITÉN SE DESPINTÓ

Abelardo Vázquez Penitén, o Abe, de 19 años, es de Atliaca, en Tixtla. Llevó su proceso educativo en tiempo y forma, pues concluyó la preparatoria un año antes de ir a Ayotzinapa.

La fotografía del joven acompañó, durante más de un año, a las otras 42 en un letrero que ofrecía 1 millón de pesos por información del caso. Se despintó, él no volvió.

LO LLEVABA EN EL NOMBRE: MAESTRO

“Antonio Santana Maestro’’, se repitió una y cientos de veces durante las manifestaciones en Guerrero, del norte al sur del país, en centroamérica, Europa… en todos los lugares a los que arribó el Movimiento en el mundo.

El joven claudicó en su primer intentó para formar parte de la escuela que, originalmente, se fundó en el centro de Tixtla, sin embargo, en 2014 volvió, se quedó y ahí sigue, entre sus compañeros, en las voces.

LOS PARRAL

Para los González Parral, la tragedia se multiplicó. No se llevaron a uno de sus jóvenes, sino a dos. Jorge Luis González Parral y Dorian González Parral son hermanos, se parecen físicamente. Viajaron a Iguala juntos.

EL DE TLAXCALA

¿Por qué estaba tan enojado César? González Hernández ya era maestro. Enseñaba a leer, a correr por la vida, y aún así parece que estaba molesto en la foto, ¿o sólo era seriedad?

El joven nació en Huamantla, Tlaxcala, y dio clases, e intentó superarse, y ahora cumple 3 años desaparecido.

GARNICA

Él nació en Oaxaca. Y la distancia dificultó que sus padres pudieran trasladarse a Tixtla, pero llegaron y confirmaron: Christian Tomas Colón Garnica se esfumó.

RESPUESTA: UNA SONRISA

Damián Arnulfo rosas, padre de Felipe Arnulfo, otro de los 43 desaparecidos, es mixteco y la búsqueda ha sido más dura. Periodistas, doctores y otros padres se le acercaron durante meses y él sólo respondió con una sonrisa, pues no entendía el español.

El hijo de Damián nació en mayo del 94. Venía de Rancho Ocoapa, en Ayutla de los Libres. Inició sus estudios profesionales y no los concluyó.

EL PUPITRE DE NAVA

Alguien pidió un día las credenciales de los padres. “Demuestren que son realmente sus hijos’’, fueron las palabras del sujeto. Jorge Álvarez Nava, idéntico a su padre, es la respuesta al extraño cuestionamiento.

En Tierra Colorada, Jorge tuvo de dos sopas: trabajar el campo o irse de mojado. Eligió una tercera: estudiar en la Normal. Su pupitre espera en la cancha de baloncesto del plantel.

ALDO, AÚN EN COMA

Una bala .233 perforó el cráneo de Aldo Gutiérrez Solano en la Cuna de la Bandera. El joven se desplomó junto a una patrulla municipal. Fue el instante en que sus compañeros entendieron que los disparos no iban al aire, sino a matar.

Al día en que se deja de escribir este texto, Aldo continúa en coma. No despierta desde hace tres años.

POR TODOS, POR LOS OTROS 42

Gio Galindes Guerrero quiso ser ingeniero, pero en la sangre le corrían las aulas, su padre era maestro. Él era guerrero y de Guerrero. Su madre, María Elena Guerrero Vázquez, es de las que no regresarán a casa, en la Tierra Caliente, hasta que los 43 regresen. Y es que, y como lo dijo un día el Tío Venado, papá de José Ángel Campos, ya no sólo caminan por su familiar, sino por todos, por los otros 42.

EVERARDO, CALCA DE SU MADRE

¿Recuerdan el parecido de Jorge Álvarez y su padre? Pues se queda corto con los rostros de Everardo Rodríguez Bello y su madre, Minerva Bello Guerrero.

Kalimba, como le decían, es oriundo de San Juan Omeapa, municipio de Tixtla. Laboró en el campo. Le gustaba el futbol y la música, como a casi todos sus compañeros. Superó la semana de prueba y se quedó en la Burgos.

MAGDALENO, DESDE LA MONTAÑA

Rubén Lauro Villegas, o Magdaleno a secas, llegó desde Tlapa de Comonfort, allá, pasando Chilapa, en la montaña. Nació en una comunidad náhuatl. La escuela le parecía de gente grande, según información recogida por el Centro Prodh, y por eso quiso estudiar.

EL GUERRERO DE CARRILLO

No había cumplido ni siquiera la mayoría de edad el día que lo desaparecieron de manera forzada. Luis Ángel Abarca Carrillo, de Cuautepec, abordó también el autobús 1531, el mismo que detuvieron funcionarios.

En la historia de la familia de Carrillo está la pobreza, la migración, el abandono y, desde hace 3 años, la desaparición forzada. Así el Guerrero en paz y orden.

SALIR DE LA POBREZA

También del campo. También de 20 años. También humilde. José Luis Luna Torres fue albañil en Amilcingo, Morelos, y se trató de imponer a la pobreza. Es delgado y no muy alto. Adoraba a su madre, Macedonia Torres Romero, viuda de Zósimo Luna. Entró a estudiar por el futuro de ella y él mismo.

PATOLZIN, DE SOLDADO A NORMALISTA 

En junio del 2015, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) admitió que tenía gente metida en la Normal Rural Isidro Burgos. La información, obtenida por la revista Proceso, fue tildada como un intento de golpear al movimiento.

Sin revelar la identidad, las autoridades dejaron en claro que uno de sus soldados había desaparecido en Iguala. Es decir, había un castrense entre los 43. Ante la duda, el padre de Julio César López Patolzin reveló que su hijo fue militar, sin embargo, y antes de ingresar a la Escuela, desertó.

“Son alfilerazos’’, dijo Coyuco, miembro de la banda de guerra de la Normal Rural.

EL PELÓN DE MARCIAL 

Marcial aprovechaba las fiestas de su pueblo para bailar. Lo recorría a pie, con alegría. Se trasladó pelón a Iguala y fue fácil de distinguir. Era un normalista. Era un joven. Desapareció.

EL DOCTOR ZACARÍAS

Hijo de migrante, Miguel Ángel Mendoza Zacarías trató de ser doctor, pero la ausencia de recursos lo encaminó hacia su otra pasión: la docencia, pero no de la normal, sino del maestro que ayuda a los pueblos más pobres, donde no hay agua, luz, teléfono, gas, nada…

CERRO XOMISLO

¿Cuántas cascaritas pudieron realizarse con los normalistas? Son varios los que amaban el futbol y jugaban bien, con técnica, de acuerdo a testimonios de sus propios familiares. Getsemany era otro de los seleccionados.

Comió frijol, huevo y arroz en la Normal. Sufrió y pasó noches frías en la base del Cerro Xomislo, donde se ubica la Escuela. Tomó un autobús para reunir recursos, los mismos que el Gobierno estatal y federal no entregan. Desapareció también.

SE SUPONE…

Carpintero de la vida, oriundo de Monte Alegre, Mauricio Ortega Valerio es buscado no sólo en México. Sus padres llevaron el mensaje a territorios extranjeros y confiaron en el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), quienes hicieron recomendaciones al Gobierno mexicano, las cuales, se supone, se están atendiendo… Se supone.

‘‘ESTAMOS RODEADOS’’

‘‘Estamos rodeados’’, dijo Israel Jacinto Lugardo a su hermano. Eran las 23:11 horas del viernes 26 de septiembre. La llamada se cortó y nunca más respondió.

El joven era un enamorado, pero tímido. Prefería callarse sus sentimientos y sacrificar el amor. Pero también era fuerte, pues pocos resisten la carga física y psicológica que se requiere para tener un sitio en Ayotzinapa.

TLATEMPA, EL DE NAVIDAD

Según un testigo protegido de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el autobús 1531, el cual llevaba en su interior entre 15 y 20 estudiantes, fue obligado a detenerse por policías municipales en el Puente del Chipote, todavía en Iguala, cuando intentaba escapar hacia Chilpancingo. Los estudiantes fueron sometidos y posteriormente conducidos por policías municipales de Huitzuco rumbo a las espinas. De esa parte de la historia, la PGR no dijo nada.

Uno de los jóvenes que pudo estar ahí fue Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, originario de Chilpo. El joven nació una Navidad y estuvo cerca de marinos siempre por el trabajo de su padre.

LOS QUE NO VIO EL C-4 

En Iguala se lleva a cabo [como en todo el estado] el operativo Guerrero Seguro, acción en manos del Ejército en la que intervienen integrantes de la Marina y policías federales, estatales y municipales. Dicho operativo busca que las estructuras de seguridad trabajen en conjunto, apoyadas del sistema de cámaras C-4, el cual debió captar, en tiempo real, la desaparición de Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Miguel Ángel Hernández Martínez, Leonel Castro Abarca, y sus compañeros.

Gaspar de la Cruz creció rodeado de campo. La gente de su pueblo, Omeapa, mandó un mensaje a las autoridades antes de las elecciones del 2015: su voto por el regreso del normalista.

Hernández Martínez, de 20 años, supuestamente habló también en basurero de Cocula. Lo quisieron incriminar. Sólo era estudiante.

Por su parte, Castro Abarca, hijo de Dante, era crack para el chaponeo. Salió de El Magueyito, en el municipio de Tecoanapa. Él, también, estudiante. No se le ha visto en los videos del C-4.

ENTRE »PAISAS» 

En la Normal, Israel Caballero Sánchez y sus compañeros tenían prohibido decirse ‘‘güey’’. Allá todos son ‘‘paisas’’ o ‘‘compas’’. También deben respetar la regla más grande: si uno la hace, pagan todos.

Así pasó Caballero Sánchez su primer mes. Se adaptó y trató de participar en las actividades de sus colegas. No regresó.

PROBAR SUERTE

Los hermanos de Carlos Iván Ramírez Villareal se fueron de mojados para probar suerte. Él mientras aprendió la siembra. Se hizo fuerte y a los 20 años entró a la Escuela. Ayutla de los Libres lo vio partir, pero no regresar.

JONAS Y SUS SUEÑOS

Hubo boteo y toma de autobuses, pero las cosas parecían normales. Jonas Trujillo González ahí andaba. Sonriente (como dicen que era). El joven, quien creció en Atoyac de Álvarez, participó en las vacas cuando el hambre mataba a sus camaradas. Policías cortaron sus sueños.

EMILIANO Y PEPE SE ENCONTRARÁN

Emiliano Navarrete toma el micrófono durante las manifestaciones. Siempre está pensando en su hijo, José Ángel Navarrete González. Llama mentira a la versión de la PGR y agradece a los expertos independientes y gente que no deja de caminar a su lado.

El hombre lamenta tanto tiempo sin respuestas. Lamenta que el Gobierno actúe como el enemigo. Él y Pepe son de Tixtla y ahí habrán de encontrarse.

ARZOLA, SÓLO UN ESTUDIANTE

A Luis Ángel Francisco Arzola le tocó limpiar ‘‘Cochilandia’’, el hogar de los animales, justo frente a las tres tierras que se dividen por grados los normalistas. Tenía 20 años el día que desapareció. Originario de la Costa Chica. Estudiante. Sólo eso, estudiante.

VAN OTRA VEZ…

El caso de los 43 normalistas desaparecidos llegó a todo el mundo. Sin embargo, las autoridades mexicanas
simplemente dieron ‘‘carpetazo’’, dijeron que el caso formaba parte de la guerra entre criminales, construyeron la ‘‘verdad histórica’’ y pretendieron que la población simpatizante del movimiento por Ayotzinapa y los familiares de los 43 desaparecidos volvieran a casa, lo cual no ocurrió.

¿Cómo regresar a casa sin tu hijo? ¿Cómo seguir? ¿Es posible? Parece que no. Se ha repetido una vez y otra vez
(hasta el cansancio) la cifra del caso Ayotzinapa: 43, 43, 43, 43, 43+5, 43+5… Aquí sus nombres, otra vez:

José Eduardo Bartolo Tlatempa, Jonás Trujillo González, Everardo Rodríguez Bello, Cutberto Ortiz Ramos, Martín Getsemany Sánchez García, Christian Alfonso Rodríguez, Abelardo Vázquez Peniten, Adán Abraján de la Cruz, Israel Jacinto Lugardo, Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, Antonio Santana Maestro, Miguel Ángel Hernández Martínez, Leonel Castro Abarca, Jhosivani Guerrero de la Cruz, Giovanni Galindes Guerrero, Jorge Aníbal Cruz Mendoza, José Ángel Campos Cantor, Mauricio Ortega Valerio, Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, José Luis Luna Torres, Magdaleno Rubén Lauro Villegas, Bernardo Flores Alcaráz, Felipe Arnulfo Rosa, Benjamín Ascencio Bautista, Israel Caballero Sanchez, José Ángel Navarrete González, Marcial Pablo Baranda, José Antonio Tizapa Legideño, Miguel Ángel Mendoza Zacarías, Marco Antonio Gómez Molina, César Manuel González Hernández, Julio César López Patolzin, Abel García Hernández, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Doriam González Parral, Jorge Luis González Parral, Alexander Mora Venancio, Saúl Bruno García, Luis Ángel Abarca Carrillo, Jorge Álvarez Nava, Christian Colón Garnica, Luis Ángel Francisco Arzola y Carlos Iván Ramiréz Villareal, Julio César Mondragón, Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo, Aldo Gutiérrez Solano y Édgar Andrés Vargas.

Carlos Vargas Sepúlveda
Periodista hecho en Polakas. Autor del libro Rostros en la oscuridad: El caso Ayotzinapa. Hace crónica del México violento de hoy. Ya concluyó siete maratones.
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