Dolia Estévez
07/07/2017 - 12:02 am
Trump y Peña, tal para cual
Peña y Trump cargan la misma lacra: son profundamente detestados. Pertenecen a la ralea de políticos ineptos.
Washington—Mientras que Donald Trump tendrá un encuentro bilateral formal con Vladimir Putin en Hamburgo, con Enrique Peña Nieto sólo tendrá una reunión «pull aside», lo que quiere decir que–acompañados de uno o dos asesores–se apartarán del resto de la gente para hablar a solas unos minutos.
«Espero que la reunión sea cordial e intercambien palabras alentadoras sobre cómo corregir el TLCAN. Me imagino que no habrá discusión sobre el muro, pero con el Presidente Trump nunca se sabe. Parece tener la propensión a sorprendernos», me dijo Duncan Wood, director del Instituto México del Wilson Center.
En efecto, nunca se sabe. El encuentro, a celebrarse en el marco de la cumbre del G20 este viernes, es un volado. Si Trump anda de mal humor, hará berrinche y, como suele ser con quien considera débil, tratará de aplastarlo. Demandará que pague el muro, amenazará con salirse del TLCAN y regresará al tema de las tropas. Si, por el contrario, anda de buenas, reiterará su falsa admiración por México, ofrecerá ayuda antinarco y hasta elogiará a «Enrique». El beso del diablo.
Será la primera vez que Trump y Peña se vean desde agosto pasado cuando el hoy aprendiz de canciller Luis Videgaray tuvo la peregrina idea de invitar a Los Pinos al candidato que tidó a los mexicanos de violadores y criminales. Luego vino el chasco de enero. La reunión que habían cuidadosamente pactado para después de la toma de posesión, fue abortada luego de que Trump le dijera a Peña, vía Twitter, que si no iba a pagar por el muro mejor no viniera a Washington. Con la cola entre las patas a Peña no le quedó otra que cancelar.
Siguió la insólita conversación telefónica del 27 de enero. Trump amagó con enviar tropas para confrontar al narco. Llamó ineptos a los militares mexicanos y afirmó que EU no necesita a México. Peña balbuceó.
Volvieron a hablar en abril cuando, a petición del yerno-asesor Jared Kushner, Peña y Trudeau pidieron a Trump no abandonar el TLCAN. Trump tuiteó que por sugerencia de los vecinos no iba a dejar, «por ahora», el TLCAN, pero advirtió que si no hay un «acuerdo justo» cumplirá con su amenaza.
En el G20, Peña es un jugador menor. Su presencia es irrelevante. Su participación, anodina. Sus pronunciamientos, inconsecuentes. Sólo la prensa mexicana se afanará en boletinarlos. Si se aparta del teleprompter y de las tarjetas, correrá el riesgo de meter la pata. Si vuelve a hablar de derribar muros, evocará al que todavía no se construye.
Con crisis de credibilidad en las instituciones, una democracia en entredicho y 11,000 homicidios en cinco meses, Peña tiene poco de qué presumir ante sus homólogos del G20. «México se encamina hacia lo que podría ser el año más mortífero en la historia posrevolucionaria», observó The Washington Post. Escándalos de corrupción, violación de derechos humanos, asesinatos de periodistas, impunidad, fraude electoral y un largo etcétera han destruido su imagen. En el G20, sus pares no serán los lideres liberales de Francia, Alemania y Canadá, sino los represores de Rusia, China y Turquía.
La reunión de Trump con Peña no será la nota. A pocos les importa. Los reflectores estarán sobre si Trump se atreverá a reclamar a Putin el espionaje de la campaña presidencial de 2016. También estarán sobre el candente tema de Corea del Norte, China y el futuro del acuerdo de París sobre cambio climático. Sobre Ángela Merkel, la política que escoge sus palabras con rigor científico para decirle a Trump con elegancia europea: no te necesitamos. Sobre Emmanuel Macron, el nuevo chico de la cuadra que marcó la raya al brabucón desde el primer día; y sobre el hábil de Trudeau que, sin mucho alarde, está domesticando al gran bully del Norte.
Y es que a diferencia de Peña, Trudeau elaboró una estrategia diplomática para convencer a Trump sobre las ventajas mutuas del TLCAN. Convocó a las mentes más eruditas sobre la relación con EU y montó un «cuarto de guerra». Funcionarios y políticos canadienses han realizado 160 viajes a EU, donde se han entrevistado con 14 miembros del gabinete trumpista, 200 legisladores y más de 40 gobernadores y vice gobernadores. «Feliz Día de Canadá a todo el grandioso pueblo canadiense y a su Primer Ministro y nuevo amigo @JustinTrudeau», tuiteó Trump. A ver cuanto le dura.
Peña y Trump cargan la misma lacra: son profundamente detestados. Pertenecen a la ralea de políticos ineptos. Peña es el presidente más impopular de tiempos modernos. Su propensión a culpar a los demás y vengarse de sus críticos en los medios, evocan la mezquindad estridente y vengativa de Trump contra el Cuarto poder. Ambos han rebajado la dignidad moral de la presidencia y la institución presidencial. Aún cuando cambiaran radicalmente de rumbo la historia no los absolvería.
Twitter:@DoliaEstevez
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