La FIFA se ha visto obligada a establecer una política para la protección de los derechos humanos para lo cual constituyó un consejo asesor en derechos humanos. La FIFA fue obligada a ello a partir de las denuncias de las condiciones de “esclavitud moderna” en que los trabajadores han laborado en la construcción de diversos estadios para las copas mundiales. El caso que llevó a las cortes a la FIFA fue por las condiciones calificadas de “esclavitud moderna” en que decenas de miles de trabajadores laboran en la construcción de las instalaciones para la Copa Mundial de Qatar. Se estima que Qatar está invirtiendo 100 mil millones de dólares en la construcción de los estadios, el aeropuerto, avistas y hoteles.
Sindicatos, organizaciones de derechos humanos y diversos medios han expuesto las condiciones de sobreexplotación en que laboran los trabajadores en la construcción de toda esta infraestructura, como la confiscación de sus pasaportes impidiéndoles salir del país y regresar a sus países de origen, contrataciones que incluyen visas y el establecimiento de deudas de los trabajdores antes de llegar a su destino, condiciones peligrosas de trabajo y hacinamiento e insalubridad. La FIFA ha alegado que este tipo de demandas no le competen que es un asunto del país, pero el argumento en la corte suiza es que FIFA ha tenido una responsabilidad doble al aceptar que Qatar pudiera competir para ser la sede en 2022 de la Copa Mundial y, después, haber permitido que fuera seleccionada como sede sin que la FIFA le exigiera compromisos de protección de derechos humanos.
El último escándalo al respecto fue el reportaje sobre la condición en que se encontraban los trabajadores norcoreanos que construían el estadio Zenit Arena de San Petersburgo. La revista noruega de football Josimar expuso cómo lo trabajadores vivían en condiciones deplorables, hacinados en containers afuera del estadio y como uno de los trabajadores había muerto. Los presidentes de Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia llevaron el caso y demandaron una respuesta del presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
Hay otro caso que está pendiendo sobre la FIFA y que ha sido una demanda constante desde organizaciones civiles y de la cual la FIFA no se puede zafar, ya que es su plena responsabilidad. La FIFA no ha dado respuesta a la demanda que se le ha hecho sobre el papel que está jugando al tener como patrocinadores a empresas que con su publicidad contribuyen a la epidemia global de sobrepeso y obesidad que se ha triplicado en un periodo de 20 años entre los niños del planeta, como Coca Cola y MacDonald´s. La FIFA guarda silencio ante los planteamientos de la Organización Mundial de la Salud que recomienda no realizar publicidad de alimentos y bebidas que contribuyan a dañar la salud de la infancia, hace oídos sordos sobre los principios establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y, en especial, las recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño contra este tipo de publicidad.
Estas empresas, dos de las principales corporaciones patrocinadoras de la Copa Mundial han tomado compromisos de no realizar publicidad a menores de 12 años. A pesar de ello, el más efectivo medio para seguir haciéndolo es a través de la FIFA y la Copa Mundial. El programa de acompañantes infantiles de FIFA, por el cual cada jugador de las selecciones nacionales, al salir al campo de juego va acompañado de un niño, es utilizado por estas empresas para utilizar a esos niños para publicitar su marca.
El uso de niños para promocionar productos cuyo consumo regular representa un riesgo para la salud de la propia población infantil tiene el deblepotencial que tiene el vincular el producto a deportistas admirados por los niños, al mismo tiempo que los niños que presencian la publicidad se identifican con los niños que van como acompañantes. El sueño del niño sería estar en el lugar del niño que porta la publicidad. A lo anterior debe sumarse que estos niños-publicidad están al frente de los seleccionados en el acto protocolario en el que se canta el himno nacional de cada país.
El programa de FIFA de acompañantes infantiles ha sido casi un monopolio de McDonald’s. Los niños salen con un uniforme con los colores del personaje infantil de esta empresa, Ronald McDonald. En muchos casos llevan la “M” de la empresa en el costado del pecho, no mayor al emblema de la copa que llevan en la manga los seleccionados.
En este contexto es importante mencionar que el 16 de junio pasado, hace un par de semanas, McDonald’s anunció el fin de su patrocinio a los Juegos Olímpicos con 3 años de anticipación a la conclusión de su contrato. Según Patrick Nally, quien en los años 80 ayudo a construir el modelo de patrocinio del Comité Olímpico I: “La relación ha estado “bajo tensión” durante algún tiempo en medio de la creciente preocupación pública sobre los vínculos entre la comida rápida y la obesidad”… “La relevancia de la marca simplemente ya no existe”,“En cada juego se ve una tormenta de críticas en los medios de comunicación porque McDonald’s está presente en los Juegos Olímpicos, y eso solo ha empeorado”. Organizaciones de consumidores, de salud pública y nutrición, levantaron la voz durante las olimpiadas de Londres para demandar a la COI la terminación de este tipo de patrocinios.
En México se ha llegado al extremo con este tipo de publicidad, no hemos registrado un evento similar anterior como el que presenciamos en el encuentro entre la selección de México y Estados Unidos en las eliminatorias a la Copa Mundial. Sabemos que en nuestro país, en muchos casos, el abuso de los intereses económicos suele ser mayor. En este encuentro los acompañantes infantiles salieron al campo de juego para el acto protocolario de canto de los himnos nacionales y presentación de las banderas, llevando un gran logo de Coca Cola que cruzaba todo el pecho de los niños. Además, de manera también inusual, fueron niños con el logo de la refresquera los que sostuvieron las banderas de los dos países en un acto oficial. Normalmente, las banderas son sostenidas por jóvenes que no llevan ningún logo publicitario. Como sabemos, en México la permisividad y el interés económico está por encima del interés de la infancia.
Desde 2010 la Asamblea de la Organización Mundial de la salud emitió recomendaciones para proteger a la infancia de este tipo de publicidad. La evidencia científica sobre el impacto de la publicidad en el deterioro de los hábitos alimentarios de los niños, en la magnitud de la inversión en mercadotecnia de estas empresas para llegar a los niños, han llevado a estas recomendaciones y a regulaciones en diversos países, reconociendo el ambiente nocivo que genera.
En un estudio realizado en México por Anabel Bonvecchio, investigadora del Instiututo Nacional de Salud Pública, citado en el libro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, “Los derechos de los niños y niñas en México frente al ambiente obesogénico”, se encontró que los niños no asocian el consumo de agua con la realización de una actividad física, mostrando la “amplia gama de circunstancias y ocasiones que encontraron para el consumo de alguna bebida azucarada”. La asociación del deporte con estas bebidas y los acuerdos de estas empresas con organizaciones como la FIFA o el Comité Olímpico Internacional es similar a la práctica que tenía la industria del tabaco haciendo que médicos publicitaran su producto, algo que ahora nos parece totalmente irracional pero que no se percibía así 40 años atrás.
En muchos países el consumo de azúcares añadidos viene, en mayor medida, a través de las bebidas azucaradas, naciones en las que se presenta un aumento de la diabetes llegándose a proyectar que uno de cada dos niños vaya a desarrollar diabetes a lo largo de su vida, como es el caso en México y la población latina y negra de los Estados Unidos. Un problema es el inicio del consumo de bebidas azucaradas desde temprana edad generando un hábito de por vida que puede significar la mayor fuente de consumo de azúcares añadidos de los individuos. Varios elementos juegan un papel importante en generar este mal hábito y uno de los más importantes es la publicidad a la que se ven expuestos los niños.
La Dra. Mónica González Contro, experta en derechos de la infancia, y la Dra. Issa Luna, experta en derecho a la información, investigadoras del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y autoras del libro “Los derechos de los niños y niñas en México frente al ambiente obesogénico”, escriben: “Estudiar el ambiente nocivo para la salud generado por la publicidad se convierte entonces en un problema mundial, que requiere estrategias contundentes basadas en la rectoría del Estado y que retomen la problemática del ambiente obesogénico. En el fondo, estas estrategias también requieren estar enfocadas a la especial vulnerabilidad de los niños y adolescentes a la preferencia de productos poco saludables y a ser persuadidos por métodos de mercadotecnia cada vez más íntimos para ellos”.
La Convención sobre los Derechos de la Infancia de Naciones Unidas en su Comentario General No. 16 (2013) señala: “El interés superior del niño debe ser la consideración primordial para todas las acciones de los Estados concernientes a los niños(…) “Los Estados están obligados a integrar y aplicar este principio en todos los procedimientos legislativos, administrativos y judiciales sobre las actividades y operaciones empresariales que directa e indirectamente impacta a los niños”(…) «La publicidad para niños de productos como los cigarros, el alcohol, así como alimentos y bebidas altas en azúcar, grasa saturada, grasa trans, azúcar, sal y aditivos puede tener un impacto en la salud a largo plazo” (…) “Las medidas referentes al sector empresarial necesitaran ser adaptadas de acuerdo al contexto e incluir medidas preventivas tales como el la regulación y monitoreo de publicidad por parte de la industria, así como el impacto ambiental de las empresas”(…) «Los Estados están obligados a asegurar que todos los actores respeten los derechos de los niños, incluyendo las actividades y operaciones empresariales”.
La publicidad de productos no saludables vinculados a personajes populares entre los niños, en especial a deportistas, tienen un fuerte impacto entre ellos, asocian a la persona admirada con el producto, hacen transmitir sus cualidades al producto. Si el deportista admirado lo publicita es que es bueno el producto, porque él es bueno. Es uno de los más exitosos medios para producir la réplica de la acción. Qué pasaría si Messi hubiera publicitado durante la pasada Copa del Mundo el consumo de frutas y verduras, si los deportistas invitaran a los niños a consumir estos productos y no la Pespi o la Coca. Podríamos asegurar que si un deportista admirado publicitara el brócoli, mucho niños seguidores de él que no gustaran de este vegetal, lo acabarían comiendo y les terminaría de gustar. Sin embargo, las verduras y las frutas no tienen el poder económico ni la inversión en mercadotecnia de estas empresas, no tienen el poder económico convertido en político que ha sido el vector de esta epidemia de obesidad y diabetes.
Pero sería posible que la FIFA buscara otros patrocinadores cuyos productos no significaran un riesgo a la salud y que parte de su patrocinio incluyera la promoción de buenos hábitos de alimentación en un mundo donde la principal causa de muerte tiene que ver con la alimentación.
El deporte debe liberarse de la publicidad de productos cuyo consumo representan un riesgo a la salud. Esa publicidad sólo es una estrategia para confundir, ligar el producto no saludable a un evento saludable, hacerlo parecer como parte de una forma de vida a imitar. Por lo pronto, podemos pedir a la FEMEXFUT y a FIFA dejar de convertir a los niños en publicidad para promover productos que representan un daño a la salud: http://bit.ly/2tjhITm