Francisco Ortiz Pinchetti
26/05/2017 - 12:00 am
Elección bajo amenaza
Es mala señal que Andrés Manuel López Obrador haya optado en los últimos días por descalificar el proceso y, otra vez, adelantar la preparación de un fraude electoral.
No habrá final de fotografía; pero muy probablemente lo haya de barandilla. Las tendencias conocidas indican que el “empate técnico” que se mantuvo durante varias semanas finalmente se rompió y que tendremos una contienda cerrada pero con un resultado suficientemente claro. El riesgo es que por encima de la mayor o menor contundencia de las cifras, la elección del domingo 4 de junio en el Estado de México acabe por litigarse en los tribunales.
Es mala señal que Andrés Manuel López Obrador haya optado en los últimos días por descalificar el proceso y, otra vez, adelantar la preparación de un fraude electoral. También lo es, desde luego, el que sus adversarios hayan recurrido a una guerra sucia para desacreditarlo y golpearlo en su imagen de honestidad, precisamente, a través de denuncias contra su candidata a la gubernatura mexiquense, Delfina Gómez Álvarez, lo que por lo visto es ya una práctica común en todas las campañas.
Preocupa que los comicios mexiquenses resulten un retroceso, luego del avance que significaron el año pasado los procesos electorales en una docena de estados, que arrojaron para el PRI severas derrotas en siete entidades, las que el tricolor reconoció sin más. Ciertamente, se trata de una elección particularmente importante, no sólo por ser la entidad con mayor número de electores en el país sino por la repercusión política que puede tener en la contienda presidencial de 2018. Sobre todo para AMLO, que le ha apostado todo ahí.
Por lo demás, el caso mexiquense es muy interesante por diversas razones. La primera es que la batalla se da entre dos fuerzas totalmente dispares. Por un lado, el partido en el poder que encabeza el golpeado presidente Enrique Peña Nieto oriundo de esa entidad, que es además el bastión del grupo político hegemónico en el país. Y por el otro, un movimiento prácticamente sin partido cuyo líder omnipresente designa como su candidata a la gubernatura a una maestra de escuela, ex presidenta municipal de Texcoco, pero es él quien realmente hace la campaña.
El candidato priista Alfredo del Mazo Maza ha resultado bastante mediocre, gris, desabrido, tanto en sus planteamientos de campaña como su participación en los debates y en su misma propaganda. Tiene tras de sí, sin embargo, todo la estructura del PRI mexiquense, la más poderosa del país, y por supuesto el apoyo de los gobiernos federal y estatal, desde el presidente Peña Nieto y el Gobernador Eruviel Ávila Villegas para abajo. Por decirlo en otras palabras, hasta con el peor candidato puede el PRI alzarse con la victoria.
Para estudiarse con calma es el caso de la candidata de Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, que contrariamente a las expectativas ha dilapidado un capital político importante de su partido en el Edomex , que en enero pasado representaba el 34 por ciento de las preferencias electorales, para caer al cuarto lugar por debajo del 14 por ciento. La candidata presidencial panista de 2012, cuyo fracaso fue atribuido a la falta de apoyo de la dirigencia del PAN, vuelve a patinar en una campaña intensa y costosa… que no levanta.
Especialmente importante es el papel que en la contienda mexiquense ha jugado el candidato del PRD, Juan Zepeda Hernández, que a diferencia de la abanderada panista ha ido en constante ascenso al grado de casi meterse en la disputa por la gubernatura. Zepeda Hernández, que demostró en los dos debates realizados durante la campaña ser el mejor de los aspirantes por su elocuencia y capacidad y por su intachable gestión como alcalde de Ciudad Netzahualcóyotl, dio un salto cuando enfrentó brillantemente el emplazamiento de López Obrador para que declinara a favor de la candidata de Morena. El perredista no sólo mandó al diablo al tabasqueño con todo y su dedito, sino que le puso una zarandeada al acusarlo de arbitrario y prepotente y de haber dividido a los mexicanos y particularmente a la izquierda. Y creció como líder.
Pienso que AMLO, presidente nacional de un movimiento que aspira a gobernar a México, cometió un grave error al ponerse al tú por tú con su ex correligionario, luego de que desdeñó en su momento una eventual alianza electoral con el PRD en el Edomex. Sus reiterados y fallidos ultimátum para sumarse a su causa sin condiciones solo evidencian inseguridad ante los resultados electorales que ya están a la vuelta de la esquina.
También da esa impresión el hecho de que el Peje recurra nuevamente al argumento del fraude de Estado cada vez con mayor insistencia. A medida que se decanta un descenso de su candidata en los sondeos, radicaliza su postura. Son ciertos sus señalamientos de que funcionarios federales y estatales han sido encargados como “padrinos” de los diversos municipios mexiquenses; pero su acusación carece de sustento legal.
Esto no es nuevo, por cierto. Personalmente pude constatarlo durante mis coberturas informativas en las elecciones estatales de Chihuahua en 1986, de Baja California en 1989, de Guanajuato en 1992 y 1995, de Jalisco en 1995, entre otras. En su calidad de ciudadanos y militantes del partido, en efecto, cada uno de esos funcionarios –entre los que hay inclusive secretarios de Estado y gobernadores— se hace responsable de sacar la elección a favor de su partido en el municipio o distrito electoral que le haya sido asignado. Ellos son parte de la estructura electoral. Está en el librito electoral priista.
Eso puede resultar abusivo, si se quiere, pero estrictamente es válido, legal. El problema es el que al cumplir ese cometido utilicen recursos, vehículos o infraestructura gubernamentales, lo que hasta ahora en el caso mexiquense no se ha probado. Los “documentos” esgrimidos por AMLO como prueba son en realidad meras listas que contienen los nombres de funcionarios y los municipios asignados a cada uno, pero que carecen de una validez oficial. Ni siquiera están membretados o firmados. Más grave, por ejemplo, es el uso de programas sociales o el reparto de tarjetas del “salario rosa”… si se pudiera acreditar como compra de votos.
Pienso que la elección del próximo domingo 4 de junio está definida, sobre todo considerando la capacidad de movilización del PRI durante la jornada. De la desventaja que en este sentido tiene Morena es el hecho de que no haya podido registrar ni a la mitad de los representantes de casilla requeridos. También estoy convencido que los resultados serán impugnados Esperemos entonces otra vez la denuncia del fraude electoral. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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