Ante las amenazas del crimen organizado, alrededor de 200 campesinos y ganaderos de Las Choapas, Veracruz, se armaron con escopetas, fusiles, machetes y escuadras para dar con el paradero de Nancy Jaime, la esposa de un productor.
Con ella, repetirán la fórmula que emprendieron Timoteo Aguirre, ahora regidor del cabildo: hacer justicia de propia mano;, pues no confían en las policías ni el ejército. De hecho, tampoco dejan pasar a la prensa, no quieren notas ni fotos: «nosotros andamos trabajando, haciendo lo que los polis no pueden», dicen.
Por Ignacio Carvajal
Ciudad de México, 30 de marzo (SinEmbargo/BlogExpediente).- “Lo que queremos son soluciones a la inseguridad», dice el hombre recio, con la barba decolorada por la nicotina, la ropa percudida, las manos callosas, que inmediatamente agrega: «No queremos a la policía acá, nos sabemos cuidar solos, y no sirven para nada».
El viejón aquél escupe el suelo, se ciñe la cachucha, y mientras empuña su escuadra calibre .38 súper, espeta: «Tampoco queremos a la prensa, que se vayan y que no estén cerca; no queremos fotos, nosotros andamos trabajando, haciendo lo que los polis no pueden».
Todos sus compañeros, entre ellos mujeres, también armadas, lo secunda. La prensa ni las autoridades son bienvenidas ante los integrantes de este movimiento que ya es conocido como «los autodefensa de Las Choapas», quienes están organizados desde hace un par de días para dar con el paradero de la esposa de un productor de ganado que fue secuestrada el lunes pasado.
En Coatzacoalcos no hay denuncia oficial aún sobre la privación ilegal de la libertad de Nancy Jaime, pero los ganaderos y agricultores que decidieron tomar las armas, el pasamontañas, la careta, y el machete para respaldar a su compañero para dar con su esposa, saben que en diciembre del 2013 la estrategia les dio resultado, cuando se dio el secuestro de quien hoy es regidor en el cabildo choapense, Timoteo Aguirre, ganadero y productor de hule.
“Don Timo”, como le conocen, regresó con vida gracias a la unión de estos hombres de campo, que se sumaron a las tareas de la Policía local y el ejército. Durante días, los secuestradores, que se escondían en ejidos, padecieron el asedio de los ganaderos que no descansaban, de ejido en ejido tocaron puertas, se metieron a ranchos y divisaron desde lo alto de los cerros, relatan las crónicas del diario Presencia de Las Choapas, de los pocos medios de comunicación que persiste en la ola de violencia, y trata de documentarla.
Hoy la víctima es la esposa de un prominente productor de vacunos. Se trata del primer caso del año en Las Choapas, el primero en muchos meses.
A nivel estado, con 45 casos cometidos entre diciembre del 2016 y febrero del 2017, Veracruz hoy es el segundo lugar nacional en secuestros por las denuncias entre diciembre del 2016 y enero y febrero del 2017, indica el reporte del Secretariado Ejecutivo para el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SSNP). Y Veracruz, los municipios de mayor incidencia siguen siendo Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque.
El Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos –ciudad ubicada a unos 50 kilómetros de Las Choapas- dice que en enero pasado, en este puerto se reportaron siete casos, siendo el delito con mayor incremento en 2017.
«Son personas que se hartaron de estar viendo la inseguridad, y tomaron las armas para sacar la chamba que la autoridad no quiere, meter control en este municipio que cada día está más violento», dice una autoridad de Las Choapas que prefiere omitir su nombre.
Los hombres armados, trepados en sus camionetas, recorren en caravana los caminos rurales entre Las Choapas y Agua Dulce, los últimos municipios del sur del estado, y que de unos años a la fecha son escenario de fosas clandestinas, homicidios dolosos, ejecuciones, robo de ductos de gasolina, incremento del abigeato, pero baja incidencia en secuestros.
«Secuestros no teníamos, hay mucho incremento del robo y pues los homicidios, son los mismos grupos de narquillos, pero secuestros no había, eh», repite la fuente al poner en relieve la privación de la libertad a la esposa del productor.
Y así lo reiteran los reportes del Secretariado Ejecutivo, que a nivel municipal, en Las Choapas únicamente muestra una denuncia por este delito en junio del 2016, y para enero y febrero 2017, cero casos. En robo de ganado, la misma fuente y periodo expone 16 denuncias en 2016 y dos en 2017, y aunque parezcan pocas, por lo regular, las denuncias en este delito son por el robo de tráiler completos llenos de vacas. Sobre homicidios, para las Choapas son 29 denuncias por agresiones con arma de fuego o con arma blanca; y en 2017, suman siete.
Ahora que le tocó a los ganaderos, se levantaron en armas para buscar a la esposa del compañero. Camionetas de lujo, algunas otras de media vida, pero todas llenas de personas armadas con escopetas, fusiles, machetes y escuadras, han tomado notoriedad en la zona rural. Levantan la polvareda al pasar y generan inquietud en los pueblos por donde buscan.
La policía, tanto elementos municipales como la SSP, sólo cuidan los accesos a las áreas donde patrulla, pueden estar incluso a kilómetros de donde las huestes civiles desarrollan sus labores, mientras los gendarmes sólo miran.
Este día la prensa los localizó a varios kilómetros de la cabecera de Las Choapas, metidos al monte, entre brechas, y poblados de unas cuantas viviendas. Paisajes donde se pierde la vista en la vastedad de los paisajes y la extensión de los ranchos ganaderos.
Bajo la sombra de los árboles, el ganado rumia pastura y languideciendo por la temperatura que ronda los 40 grados. El aire es caliente y ligero. Las aves que apenas escuchan el motor de un vehículo, se integran en escandalosas parvadas que anuncian a un extraño, los hombres que se han levantado en armas las escuchan y saben que deben tener el tiro arriba.
Formando retenes, en distintos puntos de esas rutas, pasaron la jornada del miércoles. No dan declaraciones a la prensa, menos, se dejan tomar fotos. Aunque no ha habido hostilidad para los periodistas que han llegado a buscarlos, «no tenemos interés en decir nada. Sólo queremos que nos dejen hacer nuestra labor», dice uno de ellos.
Se logró saber que el miércoles revisaron varios ranchos en la zona rural, además, viviendas abandonadas y pararon coches para interrogar a sus conductores en busca de pistas sobre la presencia de los secuestradores o la víctima.
El contexto en el que se dio este levantamiento, está marcado por la violencia.
Antes de que concluyera el 2016, en la colonia Carmen Romano, fue asesinada una mujer y su hija menor de edad; los sicarios les dispararon afuera de su domicilio cuando ambas realizaban labores domésticas.
En el año, suman al menos 15 homicidios dolosos, entre los más sonados, el de Anita Contreras, Álvaro Navarrete y Benjamín Montalvo, el 28 de enero pasado. Los tres murieron en funciones de elementos de la municipal, y horas antes hacían sido llevados por la fuerza por sujetos fuertemente armados que posteriormente les dieron muerte y decapitaron. Sus cadáveres aparecieron en un lugar contiguo al estado de Tabasco.
Un día antes al caso de la esposa del ganadero, un grupo de pistoleros llegó a la colonia México y baleó una casa, antes intentaron hablar con uno de sus ocupantes, pero como reaccionó hostil, ellos también abrieron fuego contra la fachada; posteriormente, ese mismo domingo reportaron la privación de la libertad de dos hombres que fueron sacados de un restaurante-bar, en la zona rural, que aparecieron horas después, amarrados de pies y manos, con hormigas en la boca.
Hasta el momento, el gobierno del estado no ha dicho nada sobre la presencia de estas personas armadas. El alcalde de Las Choapas, Marcos Estrada, afirmó que «están apoyando en tareas de vigilancia», según él, «no traen armas largas, sólo de cacería, escopetas».
GUERRA DE CÁRTELES
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su último informe con la Conapo, sobre la marginación municipal, reportó que Las Choapas cuenta con poco más de 77 mil habitantes, de ellos, 14.96 por ciento son analfabetas; el 40 por ciento de los que tienen 15 años o más, no cuenta con primaria completa; el 51 por ciento, sin agua entubada en sus domicilios; el 48 por ciento, vive en condiciones de hacinamiento y el 68 por ciento de la población económicamente activa, cuenta con dos empleos para complementar el gasto.
Aunque también Las Choapas es, junto a Minatitlán, San Juan Evangelista e Hidalgotitlán, los municipios más importantes para la producción ganadera en Veracruz, que en 2014 fue de un hato superior a 3.5 millones de cabezas, ese año también se produjo un millón 400 mil toneladas de carne.
¿Qué disputa la delincuencia en esta región altamente marginada?, además de una incalculable riqueza en recursos naturales, el municipio cuenta con caminos y verederas que comunican con Tabasco, Chiapas y Tabasco.
Es paso de ductos de Pemex que vienen de los pozos de Tabasco y van al clúster industrial-petroquímico más importante del país, los complejos de Coatzacoalcos y las industrias asentadas en el margen derecho del río del mismo nombre, ductos que ahora son lo más codiciado por las bandas de la delincuencia organizada ante la expansión del mercado negro del “huachicol” –venta de gasolina ilegal-, Pemex reportó en 2016 pérdidas por 20 mil millones de pesos por el robo de hidrocarburos en Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca y Veracruz, éste último, con 281 tomas clandestinas detectadas hasta julio del 2016, se ubica en segundo lugar en ordeña a ductos, el primero es de Puebla, con 675, según datos oficiales de Pemex que dicen que la misma actividad reportó para Veracruz 121 tomas para Veracruz en 2009, lo que evidencia el incremento de este delito.
En ese contexto, la herramienta de la muerte, ha sido necesaria para la disputa territorial, y las víctimas se cuentan ya por docenas. Tan sólo de octubre del 2014 a abril del 2015, se tiene registro de 15 víctimas, originarias de Las Choapas, vinculadas a la extracción ilegal de gasolina a los ductos de Pemex, y cuyos cadáveres aparecieron en territorio tabasqueño, así lo dijo el 30 de marzo de 2015, en Coatzacoalcos, el actual procurador tabasqueño, Fernando Valenzuela Pernas.
ADEMÁS
“A Veracruz le preocupa lo que ocurre en Cárdenas, Huimanguillo y La Venta, como a nosotros en Tabasco nos preocupa lo que ocurre en Las Choapas, Agua Dulce y Coatzacoalcos”, dijo durante la inauguración de la Unidad Especializada Contra el Secuestro de Coatzacoalcos, en la que no se cuenta con registro aun del caso de la esposa del ganadero de Las Choapas.
Una de esas muertes es la de Estrella Jiménez Hernández, de 35 años de edad, originaria de Alvarado. Ella fue privada de su libertad en un negocio ubicado sobre la carretera Raudales-Ocozocoautla, con otras tres personas a quienes también dieron muerte. Ella ya había sido boletinada en noviembre de 2010 por la Procuraduría General de la República (PGR) tras haber sido detenida con otras tres personas por robo de combustible a Pemex.
Esas carreteras de Las Choapas están sembradas de cruces, lo mismo el paso de La Bestia. En agosto de 2013 se recuerda uno de las peores tragedias para los migrantes que cruzan el sur de Veracruz para llegar a Estados Unidos, 11 de ellos murieron aplastados por La Bestia, que se descarriló a unos kilómetros de Las Choapas, malheridos, varios de los migrantes llegaron a pedir ayuda al DIF de Las Choapas, donde denunciaron que el tren iba muy cargado de migrantes, y que se había formado un motín por la presencia de Zetas a intentando cobrar la cuota por el uso del tren.
Unos meses antes hubo otro ataque sangriento a migrantes en Cosoleacaque con varios heridos en la localidad de Las Barrancas, asentada a unos 60 kilómetros de Las Choapas. “Fue un pleito de borrachos”, dijo el gobierno de Javier Duarte de Ochoa en ese entonces, Rubén Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano, no ve mejoras para la seguridad de extranjeros. Las bandas han regresado a la ruta migratoria para imponer sus cuotas, secuestrar, asesinar o lastimar si no les pagan.
Por tierras choapenses igualmente corren los caminos de “La Bestia”, tradicionalmente ha sido paso obligado de las dos rutas migratorias de relevancia en el país, la de Tenosique, Tabasco, y Tapachula, Chiapas. Tanto las vías del ferrocarril como el paso del ducto de Pemex, son senderos sangrientos que se reconocen por las cruces sembradas en carreteras y senderos.
¿Y quién puso los muertos?, taxistas, mandaderos, cortadores de pasto, choferes, ayudantes, meseros, dueños de pequeños negocios, caporales, ganaderos, policías municipales de bajo rango, son los que han ido apareciendo en esta “regada” de cadáveres. La marginación y el subdesarrollo que persiste en la zona también se denotan en esas muertes.
Desde hace tres años, las ejecuciones en Las Choapas han ido tomando tintes de una narcoguerra. En las mantas colocadas a lo largo de este tiempo, en distintos puntos de la ciudad, las facciones en disputa, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y Zetas, se han dicho de todo.
Pero en enero del 2016, al iniciarse una oleada de violencia, aderezada con amenazas públicas en “narcomantas”, el Presidente municipal, Marco Antonio Estrada Montiel, dijo que los ciudadanos «no tenían de que preocuparse, pues (los delincuentes) sólo venían contra los secuestradores». El Gobernador Yunes Linares, en su última visita, retomó ese discurso oficial y explicó que los que eran asesinados, era porque formaban parte de estructuras criminales.
Lo cierto es que hoy los ganaderos de Las Choapas no creen esa relatoría oficial y han tomado sus armas para buscar cuidarse entre ellos. Así, mientras en Coatzacoalcos los hombres de dinero prefirieron mudarse a la ciudad de México o a Guadalajara para guiar a distancia sus negocios, lejos del riesgo del secuestro, los agricultores y ganaderos de Las Choapas están buscando sus soluciones.
A la distancia, los dos estratos sociales, unos valientes, los otros prudentes, guardan similitudes, la más notoria, están solos y desconfianza en sus autoridades.