Recuerdo la sátira de Sor Juana:
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo
Estoy confundido. En enero de 2015 hice los argumentos que hoy reproducen los empresarios y panistas para oponerse al precio de la gasolina, los mismos funcionarios que en aquel año votaron a favor de la política fiscal y de mantener el impuesto especial para las gasolinas.
El Universal escribió en diciembre de 2014: “Las comisiones de hacienda y estudios legislativos aprobaron prorrogar el incremento de la gasolina y el diésel por tres años más… los panistas Federico Döring y Fernando Elizondo defendieron el aumento… las bancadas del PAN y del PRI anunciaron desde la semana pasada su apoyo al gasolinazo”.
Semanas después, el 12 de enero de 2015 publiqué en SinEmbargo el artículo “El sobreprecio de la gasolina no es más que un impuesto disfrazado”.
En aquel entonces, pregunté por qué el precio del litro del combustible al consumidor era de 13 pesos, si su valor de mercado era de 8 pesos, y hasta la fecha lo único que he obtenido ha sido la sospecha de que el costo agregado es un gravamen disimulado.
El precio de julio de 2014 era de 12.50 pesos, pues Pemex otorgaba un subsidio de 1.50 pesos para evitar un impacto negativo a la economía, pero para el siguiente año la petrolera, que ya pertenecía al libre mercado y consumía un crudo mucho más barato, por lo que el Estado ya no tenía necesidad para, ni podía en justicia, gastar dinero público apoyándola.
Desde entonces era evidente que alguien hacía trampa porque el precio del combustible, como el de las tortillas, debe ser regulado por las reglas de la oferta y la demanda; para eso se reformó la Constitución y se expidieron todas las leyes que liberan al petróleo del monopolio estatal y permiten que Pemex compita en el mercado global.
Las protestas actuales del PAN no parecen sinceras o auténticas, más bien es como si quisieran dejar sin los impuestos que quebraron a Pemex a las empresas que lo sustituirán; están pavimentando el camino para que Standard Oil, British Petroleum, Exxon y demás hermanas disfruten del mercado de gasolina y diésel en México.