El 2016 fue un año de pérdida para el Caribe; Bowie, Prince y Coleman dijeron adiós

25/12/2016 - 7:25 pm

Los corazones de miles de personas al rededor del mundo se vieron embargados de profundo pesar por la muerte de músicos, escritores y deportistas.

El Libro De Un Filósofo Sobre Un Artista Irrepetible Foto Sexto Piso
El Libro De Un Filósofo Sobre Un Artista Irrepetible Foto Sexto Piso

Ciudad de México, 25 diciembre (SinEmbargo/Global Voices).– Para los bloggers de Caribe, “2016” casi se ha convertido en una obscenitdad. Los adjetivos que se usan ahora para describir este “annus horribilis” incluyen “apestoso”, “terrible” y “el peor”. Lo que llevó a los cibernautas al límite –y agravó la elevada tasa de criminalidad y los desafíos económicos– fue el hecho de que muchos destacados artistas, líderes y visionarios fallecieron este año.

CANTOS DE CISNE

Comenzó con los músicos. A comienzos de enero del 2016, el arreglista de steel band trinitense Jit Samaroo falleció en vísperas del concurso musical Panorama, donde muchos intérpretes de tambor metálico, organizados en orquestas completas, compiten por uno de los títulos más prestigiosos en el circuito anual del Carnaval.

El grupo Maraval Road de Facebook resumió la pérdida bastante brevemente: «El mundo del tambor metálico ha pedido a uno de sus mayores íconos hoy. Se atribuye a Jit Samaroo haber llevado al tambor metálico a otro nivel y de haber escrito lo que hasta ahora se conoce como la música más difícil y definitoria del género hecha alguna vez en Trinidad y Tobago».

Samaroo mostró su magia con con innumerables piezas musicales a lo largo de los años, como este innovador arreglo de “Mystery Band” del cantante de calipso Lord Kitchener:

Apenas cuatro días después, la región –como gran parte del resto del mundo– quedó impactada con el fallecimiento del rockero británico David Bowie. La música de Bowie afectó a las personas del Caribe de maneras asombrosas. En una entrevista con Global Voices, la bloguera de moda Patrice Grell-Yursik explicó por qué:

«No me sorprendió la reacción universal […] pero la reacción del Caribe fue emocionante y reconfortante de una manera distinta. Al crecer en Trinidad, no siempre fue fácil descubrir música más antigua de diferentes géneros y a veces me sentía como una adolescente inadaptada escuchando a Los Beatles, Paul Simon y David Bowie. Tenías que buscarlo. Me encanta que muchos de nosotros lo hiciéramos y ahora todos sentimos la pérdida».

En abril del 2106, otro artista internacional cuya muerte sacudió a los fans de la música en el Caribe hasta la médula fue Prince. Natasha Thomas-Jackson, artista y activista estadounidense, escribió en su blog sobre el impacto de la música de Prince; se difundió ampliamente en la blogósfera regional:

«Como suele ocurrir con todos los íconos culturales, la pena se siente en todos los ricones, personas de todas las razas, etnias, clases económicas, expresiones de género, etc. No hay duda de que su Majestad Púrpura tocó a la gente en todo el mundo».

Para mí, Prince era la confirmación de las alturas a las que se puede llegar si no se tiene miedo… de ser diferente. De no conformarse. Confuso. Cuestionable. Lleno de matices. Difícil de entender. Aunque apreciaba profundamente su genio musical, Prince era más un sicopompo espiritual para mí, un ejemplo luminoso de cómo obtener la forma más profunda de liberación: siendo uno mismo.

En julio, el brillante pero poco reconocido guitarrista trinitense Fitzroy Coleman también falleció. El inimitable estilo de Coleman lo hizo acreedor de la reputación internacional de ser uno de los mejores intérepetes de cuerdas, junto con algunos de los más conocidos músicos de jazz del mundo, como Wes Montgomery y Django Reinhardt. El músico trinitense de calipso David Rudder, que rindió tributo a Coleman en su canción clásica Calypso Music, publicó esta actualización de estado de Facebook cuando se enteró del deceso de Coleman:

Fitzie se ha ido, chico. Desperdiciamos su genialidad. Entrábamos a su biblioteca solamente de vez en cuando. ¡Vaya gente, eh!

Para personas como él, esperemos que realmente haya vida después de la vida para que sus dedos puedan bailar a lo largo del diapasón otra vez. Descansa en paz, jefe.

Los triniteneses Holly Betaudier y Earl Crosby, cada uno a su manera amó y promovió la música y cultura del país –y la región– también murieron este año.

RONDAS FINALES

Dos personalidades fundamentales del deporte nos dejaron en el 2016. Los corazones se vieron embargados de profundo pesar por la muerte del comentarista de críquet barbadense Tony Cozier y de Harold La Borde, el primer trinitense en circunnavegar el globo en su confiable queche, el Hummingbird II.

El querido Cozier, cuya voz instánteamente reconocible era la indiscutible banda sonora del críquet de las Antillas Occidentales, fue recordado por su entonación barbadense clara y melódica que algunos describen como “champán al aire”, y también por su integridad, perspicacia, generosidad, imparcialidad, gentileza, gracia, y —naturalmente— su apasionado amor a los deportes. El periodista y bloguero B.C. Pires, que vive en Barbados, escribió sobre su muerte:

Es el acontecimiento final para todos nosotros, y la mayoría tendrá la suerte de no tener que enfrentarlo aún por algún tiempo, pero llegó esta mañana para el hombre más importante en la historia del críquet de las Antillas Occidentales que nunca levantó su bate ni envió un lanzamiento. En cambio, lo que el ahora desaparecido Tony Cozier envió fueron millones de palabras, todas en un orificio, sobre nuestro críquet. El críquet de las Antillas Occidentales estará en buen lugar ahora, escuchamos a TC, en vez de las hordas de pomposos idiotas que se exhibien con sus chaquetas y corbatas pero se revelan en sus comunicados de prensa.

A La Borde, ávido marinero y verdadero explorador de corazón, se le concedió el mayor galardón de Trinidad y Tobago –la Cruz de Trinidad (Oro)– por navegar a través del Océano Atlántico, de un lado del mundo al otro, entre 1969 y 1973. El historiador Angelo Bissessarsingh escribió:

Hay héroes de nombre y también hay héroes de leyenda que vivirán a través de los años. El fallecido Harold La Borde era de los últimos. Para quienes lo conocieron y para otros que crecieron sin conocer sus increíbles aventuras, su muerte es un suceso profundamente lamentable. Muchos pasamos por el casco deteriorado de un pequeño yate, el legendario Hummingbird II en South Quay sin apreciar el asombro que inspiraba el viaje de circunnavegación que hizo de la mano de su constructor y capitán. […] Hemos perdido a uno de nuestros mayores íconos, un hombre humilde e intrépido cuyos triunfos en la guarida de Neptuno jamás serán olvidados.

VISIONARIOS Y VOCES

La región también estuvo de duelo por la muerte del aclamado pintor jamaiquino Barrington Watson, y el escritor barbadense Austin Clarke.

La pericia técnica de Watson y su rica paleta transmitieron a Jamaica un rico legado de sólida historia visual de su sociedad, paisaje y cultura, en tanto que Clarke fue recordado como una “voz pionera”, que “siempre cuestionó y desafió el status quo, siempre teniendo en cuenta a la gente, a veces cortejando la controversia pero con ansias de sufrir las consecuencias de sus opiniones y convicciones”.

LOS POLÍTICOS

Varios líderes regionales fallecieron este año, y aunque la carrera de ninguno estuvo libre de controversia, todos fueron recordados por provocar cambio social y político.

El ex primer ministro de Trinidad y Tobago Patrick Manning perdió la batalla con la leucemia en julio del 2016. La blogósfera le rindió tributo por ser un orador carismático y un “sincero defensor de la integración regional”.

Makandal Daaga, que lideró la Revolución del Poder Negro en Trinidad y Tobago en 1970, fue recordado como “un hombre en busca de un cambio”. El doctor Keith Rowley, actual primer ministro del país, escribió que Daaga “no temía desafiar el status quo, hablar contra la injusticia y defender la igualdad”. Sin embargo, algunos usuarios de medios sociales, expresaron que junto con los elogios, la gente también debería recordar los fracasos de Daaga.

Tal vez el más icónico político regional que murió este año haya sido el cubano Fidel Castro, cuyo complicado legado dejó a algunos tristes por su muerte y a otros indignados por su legado.

Gab Souldeya Hosein, activista social y catedrático de la Universidad de las Antillas Occidentales, resumió las emociones que muchos sintieron:

La historia me golpeó duro el corazón esta mañana. Estoy de duelo por el fin de una era definida de férrea esperanza colectiva caribeña. Sé que el trabajo está en nuestras manos, pero en este momento hemos perdido la fuerza en nuestros pasos y se siente como si cada logro en la región estuviera bajo amenaza. Debe haber compromiso, coraje y lucha, pero antes hay pérdida. Mi generación de activistas se mantiene al margen del estado en lugar de aprovecharlo para nuestra soberanía nacional. Mantenemos el curso, pero debemos arriesgar más para avanzar y construir movimientos que impulsen nuestro mandato. Debemos crear a los Bishops y a los Fideles de nuestro futuro. Debemos transformarnos en nuevos símbolos de autonomía y autodeterminación. Pero primero, nos alzamos como gigantes, es el momento del recuerdo y las lágrimas.

En duro contraste, Johennys Leiva, cubano en el extranjero, comentó:

Por favor, no hagan como si comprendieran lo que ocurrió en esa isla […].

Castro no irrumpió en una parte de la isla ni con un súbito golpe de estado se coronó a sí mismo. Fue gradual.
[…]
Cuando finalmente tomó el poder, se retiraron todas las armas. Su adoctrinamiento o lavado de cerebro literalmente dividió familias. Tenía vigilantes silenciosos para detectar si alguien tenía demasiados ‘invitados’, y si llamaban a las autoridades, sólo por la sospecha eras arrojado a la cárcel.[…]

No tuvimos otro sublevamiento, porque no era solo ir y luchar. No se sabía exactamente quién era el enemigo. […] Tenía una fuerte custodia, estaba muy protegido y aunque lo odiamos por la bajeza de los que hacia, respetamos la tenacidad. Sabíamos que no le importaba a quién mataba con tal de quedarse ahí. Comprendimos que no había benevolencia ni debilidad para atacar.

Al final, la muerte lo iguala todo. El 16 de diciembre, Trinidad y Tobago dió el último adiós a otro grande la región: el diseñador y maestro escultor de alambre, Narcenio “Senor” Gomez, cuya contribución a los lujosos retratos marineros tradicionales del país durante las celebraciones anuales del Carnaval son invaluables, como lo era su determinación de enseñar esta forma de arte en extinción a una generación más joven.

Y tal vez esa sea la lección de este año de pérdida: con cada muerte surge vida nueva.

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Redacción/SinEmbargo
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