Treinta personas que trabajaban al servicio de Duarte y su famlia en Casa Veracruz se manifestaron este martes porque tienen dos meses sin recibir su salario, a pesar de que laboraron hasta la semana pasada. Señalan que la funcionaria de la Secretaría de Finanzas y Planeación, Ana Vallines «lleva semanas dándonos largas. Nos da un día de pago y luego lo cambia. Un día hasta se le quebró la voz y lloró de desesperación» contó el manifestante.
Por Yerania Rolón
Ciudad de México, 22 de noviembre (SinEmbargo).- Despedido sin liquidación de la Casa Veracruz de Karime y Javier Duarte, Juan Garrido trabaja ahora de taquero en la vía pública para alimentar a sus tres hijas y esposa.
Pero él es una de las treinta personas, entre jardineros, cocineros, choferes, mantenimiento y limpieza, que trabajaron en diferentes áreas de Casa Veracruz que se manifestaron este martes porque tienen dos meses sin recibir su salario, a pesar de que laboraron hasta la semana pasada.
«Yo llevaba seis años, pero tengo compañeros que llevaban hasta doce. Nos dieron una patada en el trasero, como vil animal o peor», lamentó el taquero.
En las cartulinas que pegaron en las paredes y en la puerta de Casa Veracruz, lugar a donde ya no tienen acceso desde hace una semana, los inconformes señalan a Ana Vallines, funcionaria de la Secretaría de Finanzas y Planeación y madre de la delegada federal de la SEDESOL, Anilú Ingram, y Andrea Mansur como los encargados de aplacar su coraje .
«Ana Vallines lleva semanas dándonos largas. Nos da un día de pago y luego lo cambia. Un día hasta se le quebró la voz y lloró de desesperación» contó el manifestante.
Por su parte, Andrea Mansur fue administradora de Casa Veracruz en los últimos tres años del sexenio de Javier Duarte. Al renunciar el ex gobernador, ella debía liquidarlos, pero no lo hizo.
«Ella se casó el día que dicen que el gobernador se fue, regresó a los cuatro días y nos dijo que todo iba a estar bien y que nos estaba consiguiendo un contrato para trabajar seis meses en Gobierno, pero fue mentira porque se fue y no regresó».
Juan Garrido tiene 30 años, su familia son su esposa y tres hijas, cuenta que aunque trabajaba con la familia del gobernador «no ganaba los millones».
«Teníamos un trabajo del que sosteníamos a nuestra familia, un ritmo de vida, pero tengo que entrarle a trabajar. Por ahorita vivimos de lo que pude ahorrar; pero espero me paguen lo que me deben».
Por eso ahora Garrido se pasa las noches en una taquería, sirviendo a los comensales comunes, cuando apenas hace unos meses lo hacía con el mandatario de Veracruz, a la fecha prófugo de la justicia.