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De Craven a Carpenter: Las leyendas del terror cuentan sus experiencias

06/11/2016 - 12:00 am

Ellos ya han provocado pesadillas a miles de personas alrededor del mundo con historias y personajes que parecen salidos de una mente retorcida. ¿Qué les asusta a ellos? Vice contactó a varios iconos del cine de horror para que cuenten sus experiencias más terroríficas.

Por Jennifer Juniper Stratford

Ciudad de México, 6 de noviembre (SinEmbargo/ViceMedia).– Los directores de películas de terror han dado suficiente material para tener pesadillas de asesinos sicópatas, mutantes disecados, extraterrestres y carne podrida cayéndose por el resto de nuestras vidas. Si esta clase de cosas sale desde lo más profundo de su imaginación, entonces ¿qué carajos asusta a estas personas?

Vice contactó a algunos iconos del horror para preguntarles cuál ha sido su experiencia más aterradora en la vida real.

WES CRAVEN – Pesadilla en la calle del infierno, Scream

«Hace un año y medio, mi esposa y yo nos quedamos en un hostal de 100 años de antigüedad al norte de Escocia. Cuando llegamos, nos dijeron que el lugar estaba embrujado. Nunca había tenido ninguna experiencia sobrenatural en mi vida y no solía creer en nada que no pudiera ver con mis propios ojos. El encargado del hostal nos guió hacia una galería que daba hacia el vestíbulo, que a su vez llegaba hasta un comedor de gran tamaño. Se detuvo y señaló un espejo enorme que tuvieron que sacar del restaurante porque a veces los invitados veían gente en el reflejo, pero cuando volteaban se daban cuenta que no había nadie. Sí, claro, pensé y me reí para mis adentros.

En nuestra habitación había una chimenea gigante con los bordes negros por el hollín acumulado de varios años. Estaba justo al pie de la cama. La chimenea no funcionaba pero no le di mucha importancia. Pero esa noche soñé que veía la chimenea, pero ésta era estilo medieval, tan grande que cualquiera podría entrar caminando. Una mujer fantasmal con un vestido largo salió de la chimenea, miró alrededor y luego clavó sus ojos en mí. Después se abalanzó hacia mí con los brazos extendidos. Me desperté gritando y jadeando».

JOHN CARPENTER – Halloween, La cosa, They Live

«He tenido muchas experiencias aterradoras a lo largo de mi vida, en especial cuando era joven. Creo que en esa época todo me daba miedo. Hace poco se me desprendió la retina cuando fui a visitar a mi padre a Kentucky. Le pregunté al oftalmólogo que me revisó si podía regresar a Los Ángeles para que me atendiera mi oculista. Me dijo que mi retina se podía desprender durante el vuelo y que era necesario someterme a cirugía de inmediato. Los dos días de espera para la cirugía fueron horribles porque tenía mucho miedo de quedarme ciego. Mi vista era mi carrera y mi vida. Hasta hace poco, que se te desprendiera la retina significaba quedarte ciego. Creí que todo había terminado. La cirugía salió bien pero hubo unas cuantas complicaciones. Dejé de tener tanto miedo. Hasta hoy, aún puedo ver».

FRANK HENENLOTTER – Basket Case, Frankenhooker, Brain Damage

Ilustraciones Por Nick Gazinvice
Ilustraciones Por Nick Gazinvice

El musical de Broadway, Annie. Eso sí que daba miedo. El actor de Basket Case, Ilze Balodis (uno de mis mejores amigos) trabajaba en la Academia Americana de Artes Dramáticas en EU. La escuela siempre tenía boletos para ver con anticipación muchos espectáculos de Broadway, así que, en 1977, fuimos al Teatro Alvin a ver Annie tres días antes del estreno oficial. Estaba aterrado desde el inicio. Eran unos novatos de Broadway insufribles que trataban de actuar como huérfanos «tiernos y adorables», la interpretación de Dorothy Loudon en el papel de la señorita Hannigan superaba la actuación de los novatos y parecía que ponían la maldita canción de «Tomorrow» cada 45 segundos. Le dije a todos que estaba seguro de que el musical no iba a durar ni una semana. Pero, al contrario, se volvió un éxito. Inspiró al director John Huston a hacer una película y ahora hicieron una nueva versión que llegará a las salas de cine en Diciembre. El horror continúa.

CLIVE BARKER – Hellraiser: Los que traen el infierno, Nightbreed, Candyman

Siendo honesto, cuando estuve en coma. Estar sumergido en una oscuridad total, despertar con un tubo metido en la nariz que llegaba hasta la garganta y estar en ese horrible lugar rodeado con personas que no conocía. Fue aterrador. Sin duda, fue la peor experiencia de mi vida. Me refiero al horror, no a la tristeza. La tristeza de cuando murieron mis padres y otras personas que eran importantes para mí es mayor. Si hablamos de horror emocional, entonces la muerte de alguien importante es peor que estar en coma. Pero si hablamos de horror en el sentido tradicional, entonces sí seria estar en coma.

HEATHER LANGENKAMP – Pesadilla en la calle del infierno

Un fin de semana estaba sola en la pequeña granja de mi padre en medio de la nada en Oklahoma. En esa época creía que podría disfrutar de la tranquilidad que suele haber en el campo. Creí que no habría problema si me quedaba sola en un pequeño bungalow en la pradera. Sin embargo, a medida que oscurecía, cada sonido se intensificaba y se parecía al sonido de las uñas de Freddy. Parecía que los insectos y roedores salían de la oscuridad de la noche para aterrorizarme. Hasta el viento conspiraba en mi contra y me enviaba voces siniestras. Me di cuenta que todas la películas de terror que había visto habían hecho efecto en mi imaginación y no me dejaban disfrutar mi aislamiento. El miedo no me dejó dormir en toda la noche. Me la pasé viendo televisión con la esperanza de ahuyentar todos mis demonios.

TONY TODD – Candyman, La noche de los muertos vivientes, Pacto con el diablo

No hay nada mas aterrador que enterarte de la muerte de un defensor de la paz. De pronto, a mi alrededor, toda la ciudad estaba en caos haciendo un escandalo por el asesinato de Martin Luther King. Yo estaba en séptimo grado y vivía sólo con mi tía, quien se negaba a dejarme salir a protestar. Quería que escucharan mi voz. En la década de los sesenta yo era apenas un niño. Me tocó saber sobre el asesinato del presidente Kennedy, de Robert Kennedy y de Martin Luther King. Parecía que todos lo que prometían guiarnos hacia un mejor futuro terminaban muertos. ¿Qué puede ser más aterrador que ver cómo asesinan, sin explicación alguna, a estos grandes defensores de la paz y no poder hacer nada al respecto?

LINNEA QUIGLEY – El regreso de los muertos vivientes; Hollywood Chainsaw Hookers; Noche de paz, Noche de muerte

Cuando tenía 14 o 15 años me fui de vacaciones a Acapulco con mi familia. Despues de registrarnos en la casa que habíamos rentado, mi madre se quedo ahí mientras yo acompañaba a mi padre a la tienda. Por suerte, a mi papá se le olvidó su cartera y cuando regresamos por ella vimos que había un hombre alto parado en el jardín, y estaba apunto de entrar a la casa. Un hombre que traía un machete me agarró antes de que pudiéramos hacer algo y yo, en un arrebato de ira, lo pateé tan fuerte que me soltó. Ahora que lo pienso, creo que era una señal de lo que sería mi futuro, ya que lo hice con un bikini puesto.

TOM SAVINI – El amanecer de los muertos vivientes, Del crepúsculo al amanecer, Viernes 13

Ilustraciones Por Nick Gazinvice
Ilustraciones Por Nick Gazinvice

Mi experiencia mas aterradora fue ir a la guerra de Vietnam a tomar fotografías. Todo tu cuerpo se estremece y tu mente sólo se concentra en una sola cosa: ¿y si sale alguien del bosque frente a mí? Porque si pasa, probablemente va a matarme. Eso no le pasa a cualquiera. Da mucho miedo pensar en eso. En especial después de un ataque, cuando es obvio que va a haber alguien ahí afuera y además está oscuro… hasta que las nubes se mueven y la luna te ilumina. Imagina ese miedo. En el cine te sientes identificado con un personaje, por ejemplo, con el padre Merrin de El exorcista, y te da mucho miedo pero muy en el fondo sabes que estás en una sala de cine y no va a pasar nada. Imagina que sientes ese temor pero que no tienes esa seguridad. Tienes miedo de que de disparen o a salir volando en pedacitos. Y nada garantiza tu seguridad en este lugar. Eso sí que da miedo.

R. A. MIHAILOFF – La masacre de Texas III

Yo soy esa clase de hombre con el que no te quieres topar en un callejón oscuro. Ya en serio, no recuerdo que me haya ocurrido nada tan aterrador. Lo único que me asusta es la muerte. Morir me aterra. Supongo que es porque soy ateo y creo que cuando alguien muere, se apaga la luz y ya. Eso es todo. Así es el final de Los Soprano. Me encanta la vida y me divierto mucho. No quiero que acabe. La idea de perderlo todo me aterra. Me encanta ser alto. Me encanta ser fuerte. Me encanta ser hombre. Me encanta salir en películas.

ANGUS SCRIMM – Phantasm, Odisea en el tiempo, John muere al final

Casi no ha habido nada de fantasmas y bestias patonas en mi vida. Nunca he entrado a una casa embrujada. Tampoco me asustan las películas de terror. No suelo tener pesadillas, más que las que tienen que ver con incidentes de la vida diaria, como que alguien cercano a mí tiene una enfermedad grave o algo así. Me encanta soñar. Mis sueños suelen ser de mí mismo caminando a casa para ver a mis seres queridos. Siempre sueño con las personas que son importantes para mí. Con todas. Lo más cercano a una pesadilla que he tenido es un sueño recurrente en el que estoy en una ciudad empobrecida y desierta, en la que predomina el tono café. Me siento solo y sólo llego a ver la sombra de alguien a lo lejos de vez en cuando.

MICHAEL BERRYMAN – Despertar del diablo, Ciencia loca, Teenage Exorcist

Ilustraciones Por Nick Gazinvice
Ilustraciones Por Nick Gazinvice

Antecedente: Hace mucho tiempo fui Boy Scout y fui voluntario en el departamento de policía cuando iba en la universidad. También contaba con un certificado avanzado de primeros auxilios de la Cruz Roja. Me gustaba ayudar.

En la década de los setenta tenía una motocicleta. Para que quede claro, me encantaban las motocicletas. Tenía una Norton Commando 750 hermosa. Su potencia era increíble. Iba en camino a San Luis Obispo montado en ella. Estaba exactamente en Santa Barbara. Me di cuenta de que hubo un accidente en la carretera, poco más delante de donde yo me encontraba. Había un Volkswagen volcado. Estacioné mi motocicleta y vi que habían salido tres personas disparadas de la camioneta.

Sabía lo que tenía que hacer. Detuve el tráfico y le pedí a alguien que saliera de su auto. Le enseñé cómo tenía que sostener la cabeza del herido porque no podía respirar. Sonaba como si tuviera un pulmón perforado. Le dije: «si notas algo extraño, sólo grita mi nombre y yo te diré lo que tienes que hacer. Ya viene la ambulancia». Luego fui con la siguiente víctima, un hombre que estaba casi inconsciente. Junto a él, había una olla gigante, de esa clase de ollas antiguas color azul marino con puntitos blancos. ¡Estaba llena de espagueti!

En el carril contrario, había lo que parecía un montón de cobijas, pero había una mujer adentro con un golpe terrible en la cabeza. Le faltaba un buen pedazo del cráneo. La pobre chica estaba en un dolor terrible. Mientras aplicaba presión en la herida, vi a un tipo con traje en un BMW escabulléndose entre el tráfico porque era alguien importante y necesitaba llegar a algún lugar. No se había dado cuenta de que había una mujer entre las cobijas. Justo cuando iba a pasar sobre ella, brinqué frente a su coche y me tocó el claxon para que la sacara del camino. No le podía importar menos el accidente. Le dije «¡Por favor detenete! Ven a ayudarnos». Volvió a tocar el claxon, sacó su cabeza por la ventana y gritó «¡Quítense del puto camino!», y avanzó su coche para empujarme muy despacio con su defensa. Brinqué en el cofre de su BMW y agarré sus limpiadores y le comencé a pegarle al parabrisas hasta que lo rompí con mi puño. Finalmente detuvo su coche.

Entonces, llegó un oficial. El tipo del BMW gritó «¡Arreste a este hombre. Rompió mi parabrisas!», y yo dije, «Este tipo le quería pasar por encima a una persona lastimada». Don Negocios, el señor importante, salió de su coche y estaba listo para hacer negocios conmigo, pero el policía agarró al tipo por la corbata y el cinturón, lo volteó, y le dio una patada en el culo, lo torció un poquito y luego le puso las esposas. El tipo por fin se calló. Me quedé con la víctima hasta que los paramédicos llegaron. Después me fui a una cafetería al otro lado de la calle a llenar un reporte, y luego llegó un policía con un billete de 20 dólares que le dio a la mesera. Le dijo «A este caballero dale lo que quiera, nosotros lo pagamos». Yo dije, «Ok, bueno, me voy a quedar por un postre. Me gusta el pay».

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