Galeano y la Calderona

04/11/2016 - 12:00 am
Más Allá De Que Margarita Zavala Tenga Los Arreos Políticos humanos Intelectuales Etcétera Para Aspirar a La Presidencia De La República No Podemos Obviar Que Es La Esposa Del Mayor Causante De La Tragedia Que Ahora Vive Nuestro País La Guerra En Contra Del Narcotráfico Foto Cuartoscuro
a Margarita Zavala Se Le Vende Como Contraste Al Resto De Aspirantes Su Expresión Suave Que Parece Rayar En La Ingenuidad Manifiesta Algo Ajeno a La Política Foto Cuartoscuro

Debo confesar que el calificativo a Margarita Zavaleta me parece denigrante tanto porque tiene su apellido como porque es otra individualidad. Sin embargo, su apodo es impecable desde la comunicación política, se trata de atacar las debilidades, en este caso personales y mediáticas, de una de las aspirantes al candidatura panista y al máximo cargo de la República.

Marco-Galeano lanza el dardo ardiente sobre el corcho de la memoria colectiva. Calderona es una alteración verbal que busca ser la viva imagen de lo peor de la política mexicana. Recordar la pesadilla que dejó el llamado “gobierno del empleo” y la “guerra contra el narco”. Atizar la irritación hasta ponerla como brasa. La que inevitablemente remite al rostro ofuscado de Felipe Calderón quien alguna vez le mereció la corrección airada del ya desaparecido Juan Molinar Horcasitas: A ti Felipe, te sobra temperamento, lo que te falta es algo de carácter.

Claro, se trata de quien habiendo ganado la Presidencia “haiga como haiga sido”, ya estando en funciones declaró la guerra al narco y seis años después había dejado más de 60 mil muertos y un número todavía desconocido de desaparecidos, más miles de huérfanos regados por todo el país.

Muchos de aquellos desaparecidos hoy brotan, gracias al esfuerzo de familias, amigos y defensores de los derechos humanos, en la aridez de los desiertos y los valles de Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua, Guerrero o Sinaloa.

Calderón, entonces, es la representación viva de los excesos de la política y la impunidad. Un político al que cientos de miles pidieron que fuera juzgado en la Corte Penal de La Haya por crímenes de lesa humanidad, pero con la buena fortuna, y los buenos oficios diplomáticos, salió librado administrativamente, pero no en la historia de agravios.

Y, esa es su herencia, cómo lo es por motivos diametralmente distintos la de los padres y madres de los 49 infantes fallecidos en la Guardería ABC de Hermosillo, donde la llamada Calderona tendrá quienes le recuerden su indolencia como titular nacional del DIF.

Es el momento cuándo, a muchos nos resulta inexplicable e intolerable, la presencia interpósita de Calderón en la política de este país agraviado por sus malas decisiones.

No es fortuito, que sea un personaje impresentable, que vive en las sombras de la vida pública y evita su presencia en espacios abiertos, donde está la gente, pues cuando lo ha intentado le ha ido mal con la gente que le reclama, lo expulsa, lo regresa a su exilio de tequilas y canciones de Sabina.

Sin embargo, como Salinas de Gortari, resiste y opera políticamente ya sea contra Ricardo Anaya o a favor de su esposa. A la que hoy Marco-Galeano llama sin piedad La Calderona -Nada que ver con la personalidad de La Generala que personifico María Félix, una mujer de la Revolución con arrestos duros, independiente, decidida.

A Margarita Zavala se le vende como contraste al resto de aspirantes. Su expresión suave que parece rayar en la ingenuidad manifiesta algo ajeno a la política. No es el rostro adusto y el ceño fruncido, con aire molesto de Felipe, sino la expresión apacible de buena madre, buena esposa,  buena hermana, y mejor amiga.

Una imagen que no sé porque me remite al pasado. A las películas de Pedro Infante, Sara García o Joaquín Pardavé. Ese México que ya no existe más que como nostalgia. La sonrisa leve de Margarita busca hacer clic con el hemisferio emocional de quienes buscan una madre cariñosa o una amiga con la cual conversar por las tardes, las penurias de la vida.

Más, aun, el marketing político redondea la idea de buena mujer y mejor política. La que necesita el país. Así, como sucede con  Hillary Clinton que se encuentra lejos de esa sonrisa providencial. Que puso a temblar a Trump con sus mejores dardos, mientras su rostro no dejaba de esbozar la sonrisa de una niña traviesa.

No son casuales los intentos de Margarita y sus asesores, especialmente de su marido, de mimetizarla en la campaña estadounidense, con el mensaje subliminal de qué si allá puede la Clinton, aquí puede la Zavala.

Pero, México, no es Estados Unidos de Norteamérica. No es la lucha de demócratas contra republicanos. Tampoco la lucha de una mujer contra un macho rubio. Aquí, es otra la situación política, menos espectacular, más terrenal, quizá más infame por la debilidad institucional. La confrontación si bien se da en el terreno de las personalidades, especialmente la de AMLO y el polémico Marco-Galeano, y la estridencia de los otros, no alcanza los niveles de participación y audiencia de la norteamericana.

El fondo de nuestra circunstancia es el modelo de justicia y económico. La corrupción y la impunidad. Ese que todavía le permite a Calderón vivir del erario público y seguir protegido por los servicios de seguridad de los ex presidentes mientras se bebe sus tequilas.

Justo un déficit que se transforma en un arma en manos de los adversarios políticos de su esposa. La lucha contra esos privilegios y sentar algún día a Felipe en el banquillo de los acusados -Y, quizá a ella misma, para que también rinda cuentas de su paso por el DIF nacional.

En definitiva, cuando Marco-Galeano altera el apellido Calderón y hace de la alteración una caricatura, algo de tinte grotesco, memorístico, debilita la imagen que están construyendo los asesores de marketing. Esos que ahora le recomiendan que use ropa tradicional indígena en eventos públicos para establecer puentes de identidad. Ante una eventual candidatura indígena, pero nuevamente no sé porque me trae a la memoria a Esther Zuno de Echeverría, con sus huipiles y rebozos coloridos, auténtica y llevaba el gusto por lo mexicano a todo lo que le rodeaba, entonces caigo en cuenta que la imagen de Margarita está más cerca de la fallida Martha Sahagún.

Una pregunta final, por qué si a ningún presidente priista se le ha ocurrido tener a la esposa como candidata presidencial, ¿que explica esa obsesión enfermiza en los panistas Fox y Calderón?

¿O no?, Marco-Galeano

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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