Flavio Cianciarulo, fundador y bajista de la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs dice sentirse más joven y bendecido por el «maldito rock and roll» que nunca, ahora que la banda vuelve con un nuevo disco inédito y tiene preparadas tres fechas para compartir con su público mexicano.
Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).– Sí, pasaron 17 años entre un disco totalmente inédito y otro, pero Los Cadillacs nunca estuvieron en silencio. Varias veces regresaron, regalaron nuevos himnos, hicieron temblar estadios enteros y partieron en solitario. Este 2016, regresan todos juntos, incluidos los hijos de Vicentico y Flavio, con una ópera rock llamada La Salvación de Solo y Juan, que cuenta en 14 canciones la vida de los hermanos Clementi.
A pocos días de presentarse en el Palacio de los Deportes (19 de octubre), Coordenada (22 de octubre) y el Plaza Condesa (24 de octubre), Flavio Cianciarulo, mejor conocido como Sr. Flavio, platica con SinEmbargo sobre el nuevo álbum, sus proyectos de solista y el estrecho lazo que mantiene desde hace años con México.
«Es una ópera rock y como todo nuevo disco, como todo artista le hemos depositado mucho trabajo de narrativa, es un disco que sale de lo común porque está atado a la historia argumental. Significa mucho pues después de algún tiempo de no sacar un disco queríamos hacer algo realmente especial, eso intentamos y creo que eso logramos», dice.
Las canciones fueron compuestas por él y por Vicentico, vocalista de la banda, mientras que la grabación contó con la participación de Héctor Castillo, el reconocido productor e ingeniero venezolano que trabajó con Gustavo Cerati. El álbum fue grabado en Buenos Aires con algunas otras partes grabadas en Nueva York, en las que participaron Vicentico Fernandez, Sergio Rotman, Fernando Ricciardi, Señor Flavio, Mario Siperman, Dany Lozano y con la incorporación de Florián y Astor hijos de Vicentico y Flavio respectivamente. La dirección del arte estuvo a cargo del reconocido ilustrador y animador Argentino el Dr. Alderete.
Este nuevo álbum significa también el regreso de Los Fabulosos Cadillacs a los escenarios. Luego de dos años sin presentarse oficialmente en Buenos Aires y a 30 años de sus inicios, regresaron con un lleno total al mítico Estadio Luna Park. Este show fue el puntapié para la gira mundial que realizan y que incluye destinos en América Latina, Estados Unidos y Europa, en el que por supuesto se incluye México, país con el que Flavio acepta tener una relación íntima.
«Es absolutamente íntima, mi esposa, mi compañera de vida, estamos juntos y tenemos tres maravillosos hijos argentino-mexicanos o mexicanos-argentinos, como queramos mencionarlo. Mi esposa es mexicana, de Monterrey, Nuevo León, así que en mí México creó un vínculo fuera de lo artístico», cuenta.
«Que también en lo artístico es muy profundo y hay un romance más allá de que me haya enamorado de una mexicana y sigo enamorado, hay un romance con el público mutuo y recíproco con Los Cadillacs, que vas a saber porqué razones de la magia se dio y a veces ni hay que preguntarlo, simplemente se dio y los queremos y nos quieren. Y esto no es demagogia de artista que por lo general dice ‘oh los quiero a todos, amo este país’, esto es muy serio para mí decirlo porque mi corazón está comprometido primero que nada como padre, como esposo con México», continúa.
Es inevitable notar la incomodidad que despierta en el bajista argentino ser cuestionado por la «ausencia» de Los Fabulosos Cadillacs en el estudio, pues nunca se alejaron de la música.
“Es verdad que entre un disco de estudio a otro hay 17 años, pero para mí es una forma muy estructurada de verlo porque en el medio pasaron un montón de cosas, por ejemplo que volvimos en el 2008 a tocar en vivo y nos prometimos que íbamos a venir con temas nuevos y así fue La Luz del Ritmo, después El Arte de la Elegancia. Nos es un poco incómodo a nosotros cuando nos dicen: ‘¿y después de 17 años?’, como si hubiera habido un silencio críptico, que no es así, para nosotros todo está relacionado. Y para el que nos conoce más de fondo se da cuenta que no es así. Pero es real que en el terreno más estructurado y formal hay un tiempo largo, que ni sé cuánto es porque me molesta saberlo, porque pasaron tantas cosas».
Entre estas tantas cosas que pasaron, Flavio tuvo varias intervenciones en la literatura con Rocanrol: Canciones sin música y The Dead Latinos; su proyecto de «superbanda» formada por Andrés Giménez de A.N.I.M.A.L, Alex González de Maná y Andreas Kisser guitarrista de Sepultura, llamada De La Tierra y algunos discos solistas, el más reciente de ellos Sardinista!, que por supuesto recuerda a los británicos The Clash y su Sandinista! de 1980.
«Es un albur, tiene que ver y no tiene que ver [con The Clash], es un juego de palabras. No es una historia graciosa «Sardinista!», más bien trágica, y también es un disco atenido estrictamente a una línea argumental. El protagonista de mi historia es un punky de los 80 de la Argentina, era muy fanático de Los Cadillacs, de Los Clash en la ficción, estaba escuchando Sandinista! y su padre se confunde y le dice Sardinista, porque era una familia de pescadores en la costa atlántica argentina», explica.
“En lo personal pienso, y mis compañeros también, que todo está relacionado, no es casualidad que hayamos hecho una ópera rock y unos meses antes yo había hecho Sardinista! En definitiva acá era la oportunidad de poder asociar todo porque yo disociaba, de músico por un lado y los libros por otro.
Por suerte tengo cinco libros publicados modestamente, underground de difusión pero están y quien quiera llegar a ellos llega y esta era la mejor manera de asociar eso que estaba disociando: música con la escritura ¡y qué mejor que hacerlo con Los Cadillacs! Obviamente siempre un equipo creativo es mejor que uno, siempre voy a votar por la creación de banda que hacer uno las cosas solo», dice.
Al cuestionar a Cianciarulo sobre si piensa que todo tiempo pasado fue mejor, hablando de rock en español, aplaude el hecho de que los jóvenes sigan tomando sus instrumentos y se lancen a la creación.
«Trato de no caer en eso a pesar de que tengo 52 años y a veces es inevitable, soy un hombre de edad por no decir que soy un viejo, no me siento viejo me siento absolutamente joven y bendecido por el maldito rock and roll, pero yo siempre digo que el presente y el futuro va a ser siempre mejor.
El rock muta y cambia de lugares, se corre al costado, se esconde, desaparece del interés general, pero lo mejor que puedo decir acerca de eso es que siento que cada vez hay más bandas de rock de chicos que se juntan a tocar en una sala de ensayo, eso existe mucho más que antes y me tiene muy contento y gozoso.
No puedo decir si el resultado es igual, mejor o peor, no soy quién para juzgar que antes haya sido mejor que ahora o viceversa, simplemente veo lo positivo en todo esto, que en México, en Argentina, en Ecuador, en Chile, en Latinoamérica en general, cada vez hay más chicos tomando una guitarra eléctrica, un bajo, una batería y poniéndose a tocar y eso para mí es hermoso», finaliza.
