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México se encuentra en los países que sufren más la crisis climática en Latinoamérica

31/10/2021 - 9:23 pm

Por su vulnerabilidad, desigualdad y falta de acción política, la región sufrirá los efectos de la crisis climática como pocas: en algunos países ya hay regiones devastadas.

Ciudad de México, 31 de octubre (Open Democracy).- Si hay algo cierto sobre la crisis climática en Latinoamérica es que ya está aquí, y sus efectos se están sintiendo en todos los países de la región.

La Amazonía está viviendo sus peores sequías en 50 años y batir récords de inundaciones y huracanes en Centroamérica se volvió habitual en 2020.

En agosto de 2022 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó un informe en el que señala que la región es una de las más afectadas por la crisis climática y los fenómenos meteorológicos externos.

El reporte muestra que los eventos relacionados con el clima y sus impactos fueron la causa de que más de 312 mil personas murieran y afectaron a más de 227 millones de personas entre 1998 y 2020.

Aunque todos los países de la región están sintiendo los efectos de la crisis climática de una u otra manera, hay algunos que sufrieron daños importantes debido a huracanes e inundaciones. Estos son los que más daños cuantitativos tuvieron debido al descontrol del clima entre 2020 y 2021.

CENTROAMÉRICA SIN RESPIRO

El Salvador

Durante los meses mayo y junio de 2020, la tormenta tropical «Amanda» azotó El Salvador, lo que redujo en un 50 por ciento la producción de maíz y frijol. Según un estudio del Programa Mundial de Alimentos, debido a los efectos combinados de los huracanes y la pandemia de la COVID-19, 162 mil hogares salvadoreños pasaron a sufrir inseguridad alimentaria.

Las intensas lluvias generadas por la tormenta tropical Amanda en El Salvador causaron este domingo la muerte de al menos cuatro personas e inundaciones en la capital del país centroamericano, informaron las autoridades. Foto: Rodrigo Sura, EFE.

Haití

En agosto de este año, la tormenta tropical «Laura» devastó la isla La Española que comparten Haití y la República Dominicana, generando intensas lluvias e inundaciones que causaron pérdidas graves en las cosechas y en el ganado. Se estima que los impactos en la agricultura fueron significativos y que los cultivos sufrieron pérdidas de entre el 50 y el 80 por ciento. En ese mismo mes, Haití fue azotado de nuevo por un terremoto que mató a cerca de dos mil 500 personas y luego sufrió la llegada de «Grace», otra tormenta tropical que dejó al país en un estado lamentable.

Escombros causados por el paso del huracán «Laura» aún se encuentran apilados a un costado de los caminos en Lake Charles mientras los residentes se preparan para la llegada del huracán «Delta» el viernes 9 de octubre de 2020. Foto: Chris Granger, The Advocate via AP

Guatemala, Honduras y Nicaragua

Los huracanes «Eta» e «Iota» azotaron estos tres países sin misericordia en 2020. Ambos de categoría 4, afectaron a más de ocho millones de personas en Centroamérica, golpeando especialmente a Guatemala, Honduras y Nicaragua, con un millón de hectáreas de cultivos dañados y la alteración de los medios de subsistencia agrícolas, que resultaron devastados. En el sector ganadero se perdieron más de 190 mil cabezas de reses, cerdos y aves de corral, así como activos de importancia fundamental como infraestructura y equipo agrícola. Estas pérdidas, sumadas a la crisis provocada por la pandemia y los conflictos sociopolíticos crecientes, hicieron que habitantes de estos países salieran en enormes caravanas hacia Estados Unidos en lo que se puede considerar una oleada de refugiados climáticos.

En Honduras, 4.17 millones de personas sufrieron pérdidas monetarias por los huracanes y 569 mil 220 hectáreas de cultivos se perdieron. Unas 745 comunidades de 155 municipios informaron daños de diversos grados y los cortes de las comunicaciones afectaron a más de 95 mil personas.

En Guatemala, «Eta» e «Iota» afectaron a 1.8 millones de personas, dañaron 16 mil 448 hectáreas de tierra cultivada y mataron 126 mil 812 cabezas de ganado, lo que acentuó la inseguridad alimentaria del país.

Varias personas caminan por una calle inundada a causa del paso del huracán «Iota», el pasado noviembre en Managua (Nicaragua). Foto: Jorge Torres, EFE

En Nicaragua, 1.8 millones de personas se vieron afectadas, se perdieron 220 mil hectáreas de tierra cultivada y 43 mil 667 cabezas de ganado.

Los costos de estos daños fueron asumidos, en su mayoría, por el sector privado de cada país. Los sectores afectados fueron el agrícola, el de vivienda, y el de comercio.

LA REGIÓN, EN DATOS

Según el informe citado, el 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que hay constancia en México, Centroamérica y el Caribe y el segundo más cálido para América del sur. Las temperaturas llegaron a estar 1°C, 0,8°C y 0,6°C por encima de la media de 1981 y 2021.

En los andes chilenos y argentinos los glaciares retrocedieron durante las últimas décadas y hay una intensa sequía en el sur de la Amazonía, considerada tan potente, que es la más grave de los últimos 60 años. Asimismo, 2020 superó a 2019 como el año con mayor actividad de incendios en esa misma región.

Aparte de los problemas en la Amazonía, hay una sequía generalizada en toda la región que ha tenido un impacto enorme en las rutas de navegación interior, el rendimiento de los cultivos, y la producción de alimentos, agravando la inseguridad alimentaria en muchos países. La precipitación, por otro lado, ha disminuido significativamente, lo que aumenta el riesgo de sequía extrema en la región.

Al alcanzar una intensidad de categoría 4, «Eta» e «Iota» tocaron tierra con inusitada fuerza en los mismos lugares y siguieron trayectorias idénticas en Nicaragua y Honduras, lo que afectó gravemente a sus habitantes y ecosistemas.

Los ecosistemas marinos y litorales, y las comunidades que dependen de ellos, especialmente los estados insulares en desarrollo, se enfrentaron a crecientes amenazas derivadas de la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar y mayor intensidad de las tormentas tropicales.

En Brasil, la deforestación sigue avanzando por encima del millón de hectáreas al año, y perdió 8.712 Km2 de selva en el periodo 2020-2021, el segundo peor dato de los últimos 13 años mientras que las políticas extractivistas de su gobierno solo aumentaron la amenaza contra el pulmón del mundo.

En México, las reformas energéticas buscan darle prelación a los combustibles fósiles y hacen retroceder los avances que se habían hecho en la implementación de energías limpias, a pesar de ser el país que más emisiones de carbono genera en la región.

En México, las reformas energéticas buscan darle prelación a los combustibles fósiles y hacen retroceder los avances que se habían hecho en la implementación de energías limpias. Foto: Cuartoscuro

Finalmente, las medidas de adaptación, particularmente los sistemas de alerta temprana, no están lo suficientemente desarrollados. Para lograr que tengan un avance real se necesita un apoyo financiero importante en cada país, que a la fecha es imposible debido a los impactos financieros de la pandemia de la COVID-19.

UNA ERA OSCURA POR DELANTE

De seguir esta tendencia, la región entera se proyecta como un lugar donde los efectos e impactos del cambio climático, como las olas de calor, la disminución del rendimiento de los cultivos, los incendios forestales y el agotamiento de los arrecifes de coral serán cada vez más intensos.

Es urgente poner límites al calentamiento global, situándose por debajo de los 2°C según lo que se determinó en el Acuerdo de París en 2015. Si los gobiernos latinoamericanos quieren reducir los riesgos a los que se exponen sus países, lugares llenos de asimetrías económicas y sociales que solo se ahondarán más si los problemas causados por la crisis climática persisten.

Para Petteri Tallas, secretario General de la OMM, “La región de América Latina y el Caribe enfrenta y seguirá enfrentando graves crisis socioeconómicas debido a los eventos hidrometeorológicos extremos. En los últimos tiempos esto se ha visto agravado por los impactos de la pandemia de COVID-19. La recuperación posterior a la COVID-19 será un gran desafío. Para asegurar su recuperación es fundamental seguir impulsando el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 13, que señala la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos”. A tan sólo días de la COP 26, el mundo pronto sabrá si la región atenderá este llamado o si seguirá haciendo oídos sordos y profundizará la crisis climática que ya la azota.

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Redacción/SinEmbargo
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