Desde hace varios años, Michoacán ha sido uno de los territorios más disputados por el crimen organizado, lo que ha sumergido al estado en una ola de violencia incesante.
Por Max Radwin
Ciudad de México, 31 de mayo (Insight Crime).– La violencia en partes del estado de Michoacán, en el oeste de México, ha alcanzado tal nivel que los sacerdotes católicos han pasado de tratar de negociar la paz a ayudar a los residentes a huir de la zona.
Desde el 18 de mayo, los sacerdotes locales parecen haber ayudado a las familias a abandonar sus hogares y buscar refugio lejos de Aguililla, un pequeño pueblo de Michoacán que ha sido el centro de una disputa territorial entre varios grupos de narcotráfico. Los informes de bloqueos de carreteras por grupos criminales en las afueras de la ciudad llevaron a un aumento en la gente que huía, informó Milenio.
«Para salir, tenemos que toparnos con diferentes retenes, diferentes personas, diferentes grupos armados», dijo Gilberto Vergara, un sacerdote del pueblo, a Televisa. «Esto nos pone en el ojo del huracán».
Cerca de allí, en la localidad de Apatzingán, la Iglesia administra 39 refugios en los que alberga a más de mil 500 exresidentes de Aguililla. Incluso, uno de los religiosos está en el proceso de establecer un refugio en la ciudad fronteriza de Tijuana, para quienes han decidido emigrar a Estados Unidos.
Las diócesis además escriben cada vez más cartas de recomendación para los residentes de Aguililla que esperan salir con una solicitud de asilo.
Aguililla se encuentra en Tierra Caliente, una región en el oeste de México que en la última década se ha convertido en una de las zonas más violentas del país debido a los combates entre el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cárteles Unidos y numerosas facciones locales.
La violencia se ha intensificado en Aguililla, específicamente desde que el líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho», decidió retomar el control de su ciudad natal. Los carteles no solo llevan a cabo tiroteos en zonas públicas que a menudo causan daño a los residentes, sino que también establecen bloqueos para impedir el ingreso y la salida de las fuerzas del orden y de los grupos rivales.
El efecto adverso ha sido la escasez de alimentos, gasolina y medicinas para los ciudadanos del común.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
Los líderes religiosos de Michoacán han jugado tradicionalmente el papel de pacificadores, pues consideran que se puede encontrar una solución incluso para los conflictos más sangrientos en las zonas más violentas del estado. El hecho de que estén cambiando sus prioridades para ayudar a la gente a huir indica que la situación se está volviendo demasiado inestable como para solucionarla.
Este cambio quizá surgió a raíz del desalentador intento de la iglesia católica de apaciguar los combates el pasado mes de abril, durante una visita del embajador del Vaticano y nuncio apostólico a México, Franco Coppola, quien estableció un alto el fuego de un día en Aguililla para reunirse con los habitantes del municipio. Coppola dijo a los medios locales que no esperaba resolver los combates, sino más bien llamar la atención sobre el sufrimiento de los habitantes atrapados en el medio, permitirles tomar un respiro y «retomar la posesión de sus calles» por un día.
Se cree que muchos miembros de los carteles asistieron a la «Misa por la Paz» de Coppola. Pero eso no impidió que el CJNG restableciera un retén varias horas después de que él se marchara. En las semanas siguientes, la violencia volvió con mayor fuerza.
La Iglesia ha participado en numerosos planes de seguridad y acuerdos de paz en Michoacán durante varios años, pero ninguno de ellos ha tenido un impacto duradero, en parte porque han sido miopes o se han aplicado de manera inconsistente.
Además, los miembros de mayor rango de la Iglesia han sido presionados para que se mantengan al margen ante la creciente violencia.
Recientemente, el Presidente Andrés Manuel López Obrador anunció soluciones pacíficas, al mismo tiempo que el gobierno estatal y otros organismos de seguridad estaban militarizando algunos sectores de Aguililla, lo que provocó confusión, muertes y la eventual retirada de algunas fuerzas gubernamentales.