Los científicos creen que este idioma malayo-polinesio llegó a Madagascar con los primeros colonizadores, los asiáticos, que ocuparon la isla mucho antes que los africanos o los europeos.
Madrid, 31 may (EFE).- Un equipo internacional de científicos acaba de poner fin a uno de los mayores misterios del mundo antiguo: por qué los habitantes de Madagascar -una isla situada frente a las costas africanas- hablan malgache, una lengua del sudeste asiático y del Pacífico, es decir, a más de 6 mil kilómetros de distancia.
Los científicos creen que este idioma malayo-polinesio llegó a Madagascar con los primeros colonizadores, los asiáticos, que ocuparon la isla mucho antes que los africanos o los europeos.
Ahora, investigadores de varias universidades australianas y del Instituto Max Planck de Alemania entre otras instituciones, han encontrado restos de cosechas de arroz y de judías mungo, dos tipos de semillas asiáticas que suponen la primera evidencia arqueológica de que los habitantes del sur de Asia colonizaron Madagascar hace más de mil años.
Los resultados del estudio se publican hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Estudios genéticos han confirmado que los habitantes de Madagascar tienen ascendencia común con los malasios, polinesios y otros hablantes de lenguas austronesias (una familia de más de mil 200 idiomas distribuidos entre Madagascar y la Polinesia).
Sin embargo, nunca se habían encontrado evidencias arqueológicas que demostraran que hubo colonización austronesia.
La investigación publicada en PNAS, ha identificado varias clases de semillas de unos 2 mil 500 años de antigüedad en dieciocho excavaciones de antiguos asentamientos humanos distribuidos entre Madagascar, las islas colindantes y la costa oriental africana.
Al examinar los sedimentos arqueológicos, vieron que había cultivos africanos y cultivos introducidos desde otros lugares, si bien, seguían un patrón diferente: los cultivos africanos se concentraban en los yacimientos del continente y de las islas cercanas, mientras que en los de semillas asiáticas se concentraban en Madagascar.
Los análisis sugieren que estos cultivos llegaron a Madagascar y las vecinas islas Comoras entre los siglos VIII y X después de Cristo.
Para el autor principal del estudio, el doctor Nicole Boivin, de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford y director del Departamento de Arqueología en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, «los restos de cultivos pueden proporcionar información útil para los arqueólogos».
El estudio también sugiere que los colonizadores del sudeste asiático no sólo llegaron a Madagascar, sino que también ocuparon las vecinas Islas Comoras, ya que, mientras en que los cultivos de estas islas predominaban las especies asiáticas, en los de la costa africana y de las islas cercanas como Mafia o Zanzíbar, los cultivos eran de especies africanas como el sorgo, el mijo perla o el baobab.
Alison Crowther, de la Universidad de Queensland (Australia), explica que este dato les tomó «por sorpresa porque, después de todo, la gente de las Comoras habla idiomas africanos y no parece tener ascendentes del sudeste asiático como los que tienen los habitantes de Madagascar».
«Hemos sido capaces no sólo de hallar por primera vez la firma arqueológica de los austronesios, sino que también hemos demostrado que su presencia parece extenderse más allá de Madagascar», concluye Boivin.