Xin y su esposa, que llevan 47 años juntos, han llevado una vida en pareja convencional, pero algo cambió cuando él se jubiló en el año 2000 y se compró un ordenador, lo que le dio acceso a un mundo nuevo, el de otros transexuales como él.
Pekín, 31 marzo (EFE).- Xin Yue, un pequinés de 72 años, se ha sometido exitosamente a una operación de cambio de sexo para convertirse en mujer, logrando así cumplir un sueño que abrigaba desde hace décadas, informa hoy el diario Global Times.
Xin viajó para ello desde la capital china, en el norte del país, a un hospital de Huizhou, en el extremo sur, y allí fue intervenido con el permiso expreso de su esposa Leng Rui y de la hija de ambos, ya que las leyes chinas obligan a que la persona interesada en el cambio de sexo tenga autorización de su familia más cercana.
En una entrevista para el diario Southern Metropolis Daily, Xin contó que siempre se sintió mujer, pero que decidió llevar una vida de hombre casado por las presiones sociales.
«En aquella época, la sociedad era diferente, con creencias tradicionales, presión familiar y condiciones económicas que no te permitían elegir tu camino», contó Xin, ya mujer, a los periodistas.
Sin embargo, la sociedad tradicional china tiene sus contradicciones, y de hecho, Xin fue tratado como una niña durante sus primeros años de vida, porque sus padres habían tenido tres varones y añoraban tener una chica, así que decidieron considerar a uno de sus vástagos como tal.
Esta práctica, común en familias rurales de China, hizo que Xin vistiera y tuviera peinados propios de niña hasta que comenzó a ir a la escuela, momento en el que, según relata, no le gustó que le cortaran el pelo o le obligaran a usar el lavabo de niños.
Xin y su esposa, que llevan 47 años juntos, han llevado una vida en pareja convencional, pero algo cambió cuando él se jubiló en el año 2000 y se compró un ordenador, lo que le dio acceso a un mundo nuevo, el de otros transexuales como él.
«Allí conoció otros internautas que querían cambiar de sexo», cuenta el diario Global Times, y señala que ello motivó a Xin a empezar a tomar hormonas y a comenzar a pensar en una posible operación se sexo, que su esposa ha asumido con naturalidad.
«No pensé mucho sobre ello, sólo quería que ella fuera feliz», cuenta Leng en declaraciones citadas por el diario.
No fue fácil para Xin, sin embargo, poder acceder a la operación: a los permisos legales de su familia necesarios, se añadió el trámite de tener que pasar un interminable test psicológico.
En él tuvo que contestar mil preguntas de los médicos, en ocasiones repetidas para probar la fuerza de sus convicciones, y obtener un alto número de «aciertos», de lo contrario la intervención hubiera sido denegada.