La Fase 1 del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China también puede sufrir «los efectos colaterales» relacionados con el virus. Según indicó la consultora Panjiva Research, la primera parte del compromiso entre las dos mayores economías del mundo compromete a Pekín a aumentar en un 88.3 por ciento las importaciones de productos manufacturados estadounidenses hasta 2021 desde los niveles de 2017.
Por Javier Santacruz Cano, José Luis de Haro y Javier Ruiz Tagle
Ciudad de México, 31 de enero, (EconomíaHoy).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la emergencia internacional por el coronavirus chino una semana después de considerar, en una reunión con sus miembros divididos, que no era necesario. La decisión llega tras varias medidas de seguridad que han tomado diversos países por su cuenta (sin la coordinación que supone la declaración de la OMS) y con un balance de 7 mil 711 casos confirmados y 170 muertos.
Más allá del drama sanitario, el coronavirus está sacudiendo la economía global. Según las primeras estimaciones de mercado, la extensión de la epidemia supondría una pérdida de hasta dos décimas de crecimiento global si se prolongara durante varios meses sin encontrar un método eficaz de contención. De esta reacción global destaca el impacto sobre China, cuyo crecimiento interanual en 2020 se verá reducido en 3 décimas con respecto a la expectativa de crecimiento previsto hasta el 5.6 por ciento y 5 décimas menos que el dato de cierre de 2019 (6.1 por ciento interanual), al haber arruinado el movimiento de millones de personas por motivo del Año Nuevo Lunar. Otros expertos han cifrado esta semana dicho impacto económico en el 1 por ciento PIB mundial.
Cualquier cálculo de impacto a corto plazo depende sobre todo de que la epidemia se prolongue durante un largo período de tiempo. Si esto es así, las consecuencias sobre la economía china, sus vecinos donde se están produciendo contagios y sobre el conjunto, serán de enorme magnitud. Sin embargo, la probabilidad de que esto suceda es hoy relativamente baja, debido a la capacidad tanto de China como de la industria biotecnológica a nivel internacional de obtener con bastante rapidez una vacuna que frene la expansión del virus y torne la situación a estar bajo control.
LA OFERTA MÁS VULNERABLE
Los efectos económicos de imprevistos que afectan sobre todo a la demanda (consumo, exportaciones, turismo, viajes tanto dentro del país como fuera de él) como el coronavirus, suelen ser limitados en el tiempo, dado que no dañan a la oferta (el capital físico y tecnológico) que es lo que se tarda más en reconstruir. Ésta es, sin duda, la gran diferencia con respecto a catástrofes naturales como terremotos o inundaciones donde además de perjudicar a la demanda se destruye la oferta en forma de desaparición de infraestructuras, graves daños sobre comunicaciones o destrucción de industrias.
En este sentido, dado que lo más afectado es el consumo (esencialmente privado como pueden ser las ventas minoristas) y éste representa en la mayor parte de los países desarrollados -incluso también en China- en torno al 60 por ciento del PIB, el impacto de corto plazo es notable y dependiendo de la duración del desastre, puede llegar a ser grave. Sin embargo, al no atacar la raíz del crecimiento a largo plazo de las economías como es la inversión (el capital físico y tecnológico), su duración o propagación en el tiempo está normalmente acotada. Evidentemente, para un país como China donde el sector servicios ya pesa más del 50 por ciento del PIB, el impacto es, esencialmente, de corto plazo.
Sin olvidar los elementos nuevos de peligrosidad del coronavirus con respecto a epidemias pasadas, lo que está sucediendo en este momento en términos de impacto económico, probablemente no será muy distinto a lo que ocurrió con el SARS en 2003. Tanto las investigaciones realizadas en aquel momento como algunas posteriores, concluyeron que la economía global se había visto dañada en menos de una décima de crecimiento del PIB (en torno a los 40 mil millones de dólares) y con una duración de apenas seis meses, tal como subrayaron los investigadores Jong-Wha Lee y Warwick J. McKibbin («Learning from SARS: Preparing for the Next Disease Outbreak») en un papel publicado en 2004.
Los números realizados por este equipo del Instituto de Medicina de Estados Unidos (Fórum de Amenazas Microbianas) determinaron que el PIB de China se había visto dañado con un impacto transitorio de 1 punto porcentual, mientras que el PIB de países desarrollados como
Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, Australia o Nueva Zelanda apenas se había visto reducido en una décima. En el conjunto global, su estimación también era de una décima, incluso si los efectos hubieran sido permanentes, pronosticaban la práctica neutralización de sus efectos por el efecto desplazamiento de la actividad hacia países no infectados que se beneficiarían del desvío de inversiones y actividades.
Precisamente, una de las diferencias sustanciales entre el SARS y el coronavirus en términos de impacto económico es la zona de China donde se originó el primer brote del virus. Mientras el SARS tiene como punto de arranque todo el sur de China, siendo Hong Kong devastada, el coronavirus se ha originado en una región de importancia económica limitada y con nexos débiles con el conjunto del país como es la provincia de Hubei. Esto importa (y mucho) a la hora de determinar la velocidad de propagación del virus pero, aún más importante, el efecto económico de corto plazo que sobre la población china tiene la situación, empeorando sus expectativas y restringiendo su consumo.
TURISMO, EL MÁS DAÑADO
Según los analistas de ING Bank, las ventas minoristas reducirán su crecimiento a la mitad (desde un 8 por ciento interanual hasta un 4 por ciento), mientras que el turismo se llevará la peor parte dado que es la temporada alta de chinos saliendo por el mundo con motivo de las vacaciones de Año Nuevo, con una caída de hasta el 30 por ciento en términos de visitantes. También se verá afectada la cotización del renminbi (yuan) frente al dólar, depreciándose hasta mínimos de 7.20 unidades; y de 7.80 en el caso del dólar hongkonés contra el dólar americano.
Preocupa también el shock financiero que se pueda producir si la enfermedad continúa expandiéndose, hasta el punto de entrar en el discurso de los banqueros centrales como el presidente de la Fed Jerome Powell. La vía financiera es siempre peligrosa porque cualquier temor se propaga fácilmente y causa inquietud en los agentes económicos. A ello también se ha referido el saliente gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney, el cual en su última rueda de prensa al frente de la institución ha señalado la necesidad de estar ‘vigilantes’.
Bajo un escenario de pronta obtención de la vacuna, las incertidumbres internacionales tenderán a apaciguarse y aunque no se restablezca el tráfico normal de personas (por todas las vías posibles) sí se puede poner calma tanto en China como muy especialmente en los países de su entorno más cercano que temen que los controles establecidos por el Gobierno no sean suficientes y se propague con la misma intensidad a sus territorios.
EFECTOS COLATERALES
La Fase 1 del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China también puede sufrir «los efectos colaterales» relacionados con el virus. Según indicó la consultora Panjiva Research, la primera parte del compromiso entre las dos mayores economías del mundo compromete a Pekín a aumentar en un 88.3 por ciento las importaciones de productos manufacturados estadounidenses hasta 2021 desde los niveles de 2017. «Una interrupción prolongada de la demanda podría dificultar el cumplimiento de dichos objetivos», aseguran los analistas en un informe publicado esta semana.
Por su parte, Scott Kennedy, asesor principal y presidente del consejo de administración de negocios y economía china en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales indicó en su cuenta de Twitter que gestionar la respuesta a esta crisis supone «una gran distracción» en lo que se refiere al cumplimiento de los objetivos del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China. De hecho, recalca como el pacto comercial pasa a un segundo plano cuando se compara con la gestión de la política interna y la economía china en relación con la actual epidemia.
Además, el epicentro del brote, en la ciudad de Wuhan, se encuentra dentro de la provincia de Hubei, región en la que múltiples compañías nutren a más de 450 importadores de Estados Unidos. Hon Hai, más conocida como Foxconn, se encuentra entre las cinco principales empresas que exporta a sus proveedores, entre ellos Apple, desde la región de Hubei, según Panjiva Research.
ACUERDO EU-CHINA, EN RIESGO
La economía de Estados Unidos no cumplió las estimaciones de crecimiento del 3 por ciento fijadas por el Gobierno de Donald Trump, al expandirse a su ritmo anual más lento en tres años en 2019 porque las tensiones comerciales deterioraron los volúmenes de inversión de las empresas. De hecho, la economía de Estados Unidos se desaceleró en 2019 al 2.3 por ciento desde el 2.9 por ciento registrado en 2018, lo que representa el dato de expansión más débil desde 2016 ante la caída de la inversión y las tensiones comerciales, según los datos publicados por el Departamento de Comercio. El menor crecimiento del Producto Interior Bruto de Estados Unidos refleja principalmente la desaceleración de la inversión fija no residencial y el gasto de consumo personal, así como la caída de las exportaciones, compensado en parte por el mejor comportamiento del gasto público a nivel local y federal, mientras que las importaciones aumentaron menos que en 2018. En el cuarto trimestre, el PIB de Estados Unidos registró un crecimiento anual del 2.1 por ciento, en línea con los tres meses anteriores. El Departamento de Comercio publicará la segunda estimación el próximo 27 de febrero.