En agosto de 2012, dos jóvenes fueron víctimas de desaparición forzada en Xalapa, Veracruz. Unos días después, uno de los jóvenes apareció maltrecho y sin vida en un terreno baldío. El segundo joven de 24 años de edad, identificado como Carmelo Cervantes de Anda, permanece desaparecido al día de hoy y su madre, Adela de Anda Paz, no cesa en su búsqueda pues mantiene la esperanza de volver a ver a su hijo. De acuerdo con los señalamientos de un testigo que por seguridad permanece en el anonimato, el caso en cuestión es uno de privación de la libertad a cargo de elementos uniformados. Todo parece indicar que se trató de una confusión de identidades, pues de acuerdo con los testimonios, los agresores buscaban a una persona parecida a Carmelo. Hasta ahora, la Procuraduría General de Justicia ha logrado identificar a tres de los presuntos actores materiales.
Por Miguel Ángel León Carmona
Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo/BlogExpediente).- “Mi hijo gritó a policías que no lo golpearan porque estaba mal del corazón; pero no les importó y siguieron entreteniéndose con otro muchacho al que desnudaron, le fracturaron una costilla y le reventaron los glúteos a tablazos; al otro día apareció en un terreno baldío. Mientras que de Carmelo, mi hijo, se sabe nada”.
Relata Adela de Anda Paz, madre de Carmelo Cervantes de Anda, desaparecido desde el 3 de agosto de 2012, en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Con base en las declaraciones de un sobreviviente y de testigos presenciales, los señalamientos apuntan a una privación de libertad a cargo de elementos uniformados.
La entrevistada, con una determinación tatuada en sus ademanes, aprueba que su rostro sea fotografiado, pues asegura: “A mí ya me mataron desde que desaparecieron a mi único hijo. Que sepa todo mundo que nunca dejaré de buscarlo. Nos lo dijo alguna vez el padre Solalinde Guerra, que no perdiéramos la fe”.
La mujer decide que es tiempo de relatar con puntos y comas la mayor tragedia de su existencia. Se da un espacio en su negocio de comida y atiende a sus clientes mientras dibuja aquella madrugada de jueves, cuando a su hijo lo vio salir de su domicilio, inquieto como siempre, con una sonrisa inmensa, registrada en las fichas de extravío.
Un muchacho de 24 años, sobresaliente en la carrera de arquitectura de la universidad Gestal. Su proyecto era claro: innovar en el arte de la construcción. “Él me explicaba que una vivienda debe ser diseñada de acuerdo a la personalidad y necesidades de los clientes. Dejó a medias unos planos que serían para nuestra nueva casa”, se lamenta la madre mientras dicta el precio de las tazas de café americano.
Adela de Anda cuenta que su muchacho no descartaba la posibilidad de probar suerte como profesional en el continente europeo, debido a su también nacionalidad española heredada de su señor padre, hoy finado. “Desde niño planifiqué sus estudios; en los Estados Unidos aprendió a hablar inglés como nativo. Hoy no sé si podrá emplear toda mi inversión”.
Es así como la historia, sustentada en la Carpeta de Investigación 1047/2012 comienza a relatarse. Otro expediente secuestrado en el archivero de la Fiscalía General del Estado, que finalmente la Procuraduría General de Justicia, con todo y su agenda plagada de desapariciones forzadas en Veracruz, ha logrado dar con tres identidades de los presuntos actores materiales, que se omiten por seguridad.
“POLICÍAS LOS LEVANTARON”
Carmelo Cervantes recibió la llamada de un conocido, a quien se le dará el nombre de José a petición de la madre. El joven solicitó al hoy desaparecido fuera a recogerlo a la Central de Autobuses de Xalapa (CAXA). Eran las 19:30 horas del 02 de agosto cuando el muchacho salió de su domicilio. Desde entonces no se le ha vuelto a ver.
De acuerdo con las fichas de desaparición salió de su domicilio abordo de su vehículo Seat, color blanco perlado, modelo 2007. Viste pantalón de mezclilla, tenis marca Adidas blancos con franjas negras, sudadera y gorra roja.
Cuenta la entrevistada que el tal José y su hijo se habían hecho de una relación afectuosa por medio de un tercer amigo: Roberto, quien sería pieza fundamental en la posible desaparición forzada, según dictan los mismos testigos.
La madre el día de la salida de su hijo a la central de autobuses, quedó tranquila pues a su novia le reportó sobre su itinerario y dijo que al día siguiente saldrían juntos. Sin embargo, el amanecer llegó como balde de agua gélida para Adela, pues la recamara de su hijo estaba vacía. Carmelo no había regresado.
La novia llegó a casa de Adela a primera hora del jueves 03 de agosto. Tenia el rostro desencajado. Para entonces ya había ido a pedir reportes de Carmelo Cervantes en delegaciones de la capital, en el penal de Pacho Viejo y destacamentos militares. El motivo de su inquietud era un mensaje de Facebook que se lee. “A José y a Carmelo los levantaron los policías”.
“Sentí un impacto espantoso en mi pecho y comencé a temblar”, describe Adela de Anda, quien de inmediato acudió al Ministerio Público regional a reportar la desaparición del joven de 24 años.
UNO DE LOS JÓVENES APARECE DESNUDO Y MOLIDO A GOLPES
Fue también a la mañana siguiente cuando Adela de Anda se enteró que José, el amigo, había aparecido en un terreno baldío adyacente al departamento donde arrendaba. Sitio del que fueron sustraídos los universitarios durante la madrugada del jueves por elementos estatales, aseguran testigos en ampliaciones de denuncias.
De acuerdo con la versión de José, uniformados de identidades ocultas, privaron la libertad de ambos y los subieron a distintas camionetas tipo patrulla. “Carmelo gritaba que no le pegaran porque estaba mal del corazón, pero ya no supe más de él pues me comenzaron a pegar también”.
“Todo indica que a mi hijo lo confundieron, pues José asegura que mientras lo zarandeaban los encapuchados decían: “Este no es el negro de pelos lacios por el que veníamos”, características similares a las del tercer amigo, Roberto, quien para entonces se encontraba fuera del país.
De acuerdo con anónimos, un vecino de la misma unidad habitacional dio el reporte a los uniformados, quienes se estacionaron afuera del edificio a la brevedad y subieron hasta el último piso por los dos estudiantes.
Por su parte, la novia de Carmelo acudió al departamento de donde presuntamente fueron sustraídos los jóvenes, atestiguando que los cristales de la puerta estaban regados por el piso y había pisadas de botas estilo militar. La señorita concluye que personas José y Carmelo Cervantes fueron sustraídos de manera ilegal.
En tanto, la madre decidió solicitar la sábana de llamadas con la compañía telefónica Iusacell, información que tuvo a las 48 horas siguientes. “En el reporte aparecían tres números desconocidos. Yo le pedí al Ministerio Público que los rastrearan, que interpretaran la ubicación de mi hijo, pero nunca lo hicieron”.
Adela de Anda, no descarta frente a la grabadora del reportero que las autoridades estatales no hayan querido revelar la ubicación satelital de las llamadas. No sé si carecen de personal capacitado o la ubicación habrá dado en un lugar comprometedor para la justicia”.
“MI HIJO, VÍCTIMA DE DESAPARICIÓN FORZADA”
Los meses morían junto a la amarga espera para la madre y para la entonces Procuraduría Estatal de Justicia de Veracruz, que únicamente consiguió que tras un año de la desaparición, el vehículo de su hijo fuera encontrado en un corralón de la capital. “El carro ahí sigue, por supuesto ya desmantelado”.
Tras una inoperancia de las autoridades locales, Adela decide acudir con la PGR. Allí los hermanos Trujillo, organizadores de la Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, le apoyaron con diversas diligencias, hasta que algunos indicios comenzaron a descubrirse. La madre ignora si acudió a las instancias federales de manera tardía.
Tras una revisión del reporte telefónico de Carmelo Cervantes, lo único que puede competir la entrevistada es que tres llamadas fueron realizadas entre las cuatro y cinco de la mañana del 03 de agosto, sin que pueda descartarse la participación de elementos policiales.
“NO PIERDO LA ESPERANZA DE VOLVER A VER A MI HIJO”
Ya para el final de la plática con la madre veracruzana, advierte que no tiene problema en que su rostros sea publicado, pues asegura, “a mí ya me mataron desde que desaparecieron a mi único hijo”.
Una mujer de cabello grisáceo y mirada de roble, no hay lágrimas sobre sus mejillas. Adela trata de ser fuerte, pues es la única que puede dar con su hijo. Sus momentos de zozobra los vive a solas, de frente al espejo, comparte.
“Alguna vez acudí con el psiquiatra Rafael Velasco, exrector de la Universidad Veracruzana, que en paz descanse. Me decía que tengo que considerar la realidad de las cosas en Veracruz: que yo no tengo la culpa de lo sucedido, que debo ser consciente que mi hijo puede aparecer en días, meses o que ya no lo vuelva a ver”.
“Yo le digo a mi hijo que nunca voy a dejar de buscarlo. Alguna vez el padre Solalinde me dijo que desde que a nuestros hijos los desapareció el estado, en ese momento Dios los tomó a su cuidado y él es el único que sabe, dónde están. Que no pierda la fe y siga en la lucha”.
Sentencia la mujer, previo a reincorporarse con sus actividades, las mismas desde que Carmelo Cervantes de Anda desapareció: “De la casa al negocio y del negocio a la casa, si salgo es para buscarlo. No es fácil esta vida, pero es la que me tocó y debo salir adelante”.