Diego Petersen Farah
26/08/2016 - 12:00 am
Lo malo también cuenta, y cuenta mucho
Qué lejos parecen aquello días en que Salvador Dalí decía “lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”. El cinismo del pintor español no era muy diferente al de la clase política mexicana que le importaba un cacahuate la opinión pública, entre otras cosas porque tenían muchas herramientas para manipularla y hacer que […]
Qué lejos parecen aquello días en que Salvador Dalí decía “lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”. El cinismo del pintor español no era muy diferente al de la clase política mexicana que le importaba un cacahuate la opinión pública, entre otras cosas porque tenían muchas herramientas para manipularla y hacer que se hablara de ellos, solo de ellos y de lo que querían ellos.
La campaña del IV Informe del Presidente Peña Nieto parece un grito desesperado, un lamento melancólico, de un mandatario acostumbrado a ser amado y que hoy vive el peor momento de popularidad de un Presidente en la Historia reciente. “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, es el slogan del Informe. Y tiene razón, las buenas noticias hace mucho que dejaron de ser noticia, pero ojalá que el problema del país fuera una cuestión de enfoque. Por supuesto que si uno busca a su alrededor normalmente son más las buenas noticias. De repente todos tenemos rachas malas y hasta peores, pero la mayoría de las cosas de la vida cotidiana tienen, por suerte, poco o nada que ver con las acciones de gobierno. Y por supuesto que se cuentan, se platican todos los días en las sobremesas de los más de 25 millones de hogares mexicanos.
Si lo que la Presidencia quiere es que las acciones de gobierno sean tema de conversación, que la gente aplauda “las cosas buenas que hace el gobierno” y encima que salgan en los medios y se difunda en las redes hay algo que no ha entendido: la obligación del gobierno es hacer las cosas bien y hacerlas bien siempre. Que un semáforo funcione nunca será noticia. Que uno deje de funcionar será noticia dependiendo de la esquina de la que se trate; que cien semáforos dejen de funcionar de golpe por supuesto que es noticia. Lo mismo podemos decir de las escuelas, hospitales, guarderías, etcétera. O, ¿acaso hay que darle las gracias a los políticos porque se encienda la lámpara de la calle cada noche? Un buen gobierno es el que no se nota, del que no se habla.
Pero más allá de a susceptibilidad presidencial hay malas noticias, unas que se cuentan más y otras que se cuentan menos, pero que cuentan mucho. El endeudamiento del gobierno federal a partir de la llegada de la actual administración, las actuaciones de la Policía Federal en Tanhuato y Nochixtlán que han creado una verdadera crisis de derechos humanos, el incremento de la violencia y los homicidios, el problema educativo en el sur, la corrupción galopante en los estados y, a decir de los propios gobernadores, también en el Gobierno Federal, son temas que requiere una explicación por parte del Presidente y, sobre todo, un debate serio en el Congreso y en los medios, no un videoclip y un encuentro con estudiantes.
Se puede entender que el Presidente quiera evitar fricciones con los diputados, pero el Informe es una obligación y el debate una de las pocas virtudes de la democracia.
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