NARCO PACTA CON DIOS… EN LA ESCENA

25/07/2012 - 12:00 am


Es viernes, y son poco después de las seis y media de la tarde.

Estoy sentada en una de las mesas que el Foro Shakespeare ha colocado sobre la banqueta de la calle de Zamora para ofrecer a su público no sólo la posibilidad de un café antes de la función, sino también de algún bocadillo sencillo: un sándwich o una ensalada, por ejemplo.

Estoy sentada con Itari Marta, actriz, directora del Foro, atractiva, guapa. Muy apropiada para el personaje que interpreta en la obra, el de Patricia, la esposa de Beto, el profesor, pero sobre todo, la amante de Ramón, El Narco.

También estoy sentada en esta mesa con Sabina Berman, escritora, periodista, conductora de televisión, dramaturga, y quien, debo confesar, me impone muchísimo.

A esta cita para conversar sobre El narco negocia con Dios, la obra escrita por Sabina en la que actúa Itari y que ahora se presenta en el Foro, faltan por llegar Haydeé Boeto, la otra protagonista femenina, y Ana Francis Mor, la directora de escena.

Pero tanto Sabina como Itari están de acuerdo en comenzar con la entrevista y esperar que las demás se incorporen cuando lleguen.

EL GUIÓN PERDIDO

Juan Carlos Vives, Haydeé Boeto e Itari Marta. Foto: Foro Shakespeare

-Escribí la primera versión en 1994 y se me perdió, hasta que unos estudiantes de teatro de la UNAM la rescataron de la biblioteca de la UNAM y me pidieron los derechos para montarla, y les dije: «Sí, pero me la dejan leer. Si por casualidad, siendo ustedes tan digitales como son, seguramente ya la pasaron a digital, me la mandan».

Y entonces la leí, y me dio mucha risa, pero además me gustó. Entonces esperé que ellos terminaran sus presentaciones y se la mandé a Ana Francis. Así nació este proyecto.

-¿Y qué tan vigente es ahora esta situación que escribiste en 1994?

-Bueno, algo que podría tener un olor satírico se ha convertido en realismo…Tristemente…

-En ese momento interviene Itari Marta, quien hasta entonces ha estado ocupada con su platillo

-“Realistamente”…

-Continúa Sabina:

Pues no sé si tristemente… Los narcos introducen a este país millones y millones de dinero, que se distribuye en el país. Lo que es triste es que, como lo dicen en la obra, lo dice El Narco, no se ha sabido deslindar el tráfico de mariguana y coca de los delitos como el secuestro, el asesinato, el robo y la extorsión. Ése es nuestro problema nacional, no el tráfico de droga.

-Observo a Itari Marta, que no pierde detalle de la respuesta de Sabina Berman. Itari, Oliver Stone estuvo en México en estos días y habló de legalizar la mariguana, ¿qué opinas al respecto?

-Pues mira, yo creo que justamente como dice la obra: si es visto desde el punto de vista económico, lo que es real es que el narco ha implementado industrias, empresas. El narco necesita de todos los profesionistas: necesita administradores, necesita abogados, necesita de todo. Entonces genera trabajo. Visto desde esta estructura, yo sí creo que lo que le convendría al gobierno es legislarlo, o incorporarlo a su economía: a que se paguen impuestos, por el asunto del tráfico, quiero decir, por el consumo.

Ahora, de ahí a que eso tenga otras aristas como esto de la violencia, ése es otro asunto. Y otro asunto son las relaciones con Estados Unidos, y otro asunto son las adicciones. Como que el problema con las drogas es que es un mundo mucho más amplio, o sea, no solamente la economía, pero económicamente sí creo que hay que legislar.

-Sabina Berman interviene en ese momento; se nota que es un tema que le interesa

-Nada más quería agregar: es más costoso socialmente para el país perseguir el narcotráfico que legalizarlo. Porque al perseguirlo hemos destruido el entramado de seguridad del país. En Estados Unidos se legalizó el alcohol no porque alguien pensara que era muy saludable, sino porque se dieron cuenta de que habían destruido su sistema de seguridad.

¿HAY HUMOR EN EL NARCO?

Ana Francis y Sabina. Foto: Irma Gallo

-¿Y cómo hablar de todo esto con humor, en tono de comedia? -pregunto a la autora del texto (Sabina piensa un poco antes de responder; sonríe y repite la pregunta)

-¿Cómo tratarlo con humor? Sabes que el humor en esta obra reside en la brusquedad con que los personajes dicen la verdad. Tal vez si la ponen en Suecia esta obra no es graciosa.

Acá no estamos acostumbrados a que la gente diga 2 + 2 = 4… Entonces en esta obra, en  un tema difícil como es el bien y el mal, la gente dice 2 + 2 = 4, y el público se ríe.

-¿Verdades que parece que no habíamos pensado?

-O que parecen inconfesables, porque México es un país de ficciones…

-¿O de hipocresías?

-Es lo mismo. Preferimos la ficción a la realidad, y somos muy poco dados a investigar la realidad. Y estos personajes sí dicen la verdad. Por circunstancias que cuenta la obra, son gente que dice la verdad.

-Se ven orillados, por cierta circunstancia…

-Exacto. Y también son personajes educados en eso… El autor de cabecera de tres de los personajes es Sartre. Digo, ni lo citan ni nada pero en el trasfondo está eso, que son personajes que se han educado para decir la verdad.

-Difícil, de repente, pensar en cómo decir la verdad en estos temas…

-Y en la moral, por ejemplo. La obra empieza con una insistencia en la moral bíblica… Y yo creo que nadie, ni los curas, siguen la moral bíblica.

-¿A nadie le importa?

-No, sí les importa. Viven en una contradicción. Pero la moral bíblica no es para el mundo en donde vivimos: «No fornicarás»… Tenía mucho sentido si las mujeres se embarazaban; las mujeres ahora toman píldoras anticonceptivas, son libres; la sexualidad es fuente de placer y salud, ¿cómo vas a cumplir ese mandamiento en este mundo, o por qué?, o sea, ¿cuál sería tu incentivo si todo alrededor te dice que no es cierto, incluso la realidad, cuando dejas de acatar este miedo a la sexualidad te das cuenta de que no te cayó un trueno en la cabeza? Y así, la moral bíblica, que buena parte de nuestros ciudadanos dicen seguir, pues no la siguen. Ése es el primer acto.

ENTRE CARCAJADAS, LA REFLEXIÓN

Juan Carlos Vives y Moisés Arizmendi. Foto: Cuartoscuro

Ramón, El Narco, interpretado por Moisés Arizmendi, es el típico norteño de botas de punta y chaleco, sexy, coqueto, simpático y aparentemente ignorante, que sin embargo sabe muy bien que lo que hace está «mal». Tan es así, que antes de matar a alguien, negocia con Dios cuántas capillas va a querer que le construya para no enojarse con él, para mantener una especie de equilibrio cósmico.

-Sabina lo explica de esta manera:

-Esta obra es un alegato filosófico en contra del relativismo moral. Venimos de una época en donde la gente dice como de cajón: todo es bueno o malo según el cristal con que se mire. Ésa es parte de la enfermedad, no sólo de México, sino de Occidente. No hay cosas buenas ni hay cosas malas de manera absoluta. Eso es lo que dice la obra.

-Sabina, ¿tú crees que esta época será recordada en el futuro por la literatura, por el cine, por el teatro, sobre el narco?

-No lo sé. Depende de si las obras que se están creando trascienden la circunstancia… Y no lo sé».

-Porque se está creando toda una serie de producciones culturales que tiene que ver con este tema, y qué tanto, más allá de la coyuntura, estas obras tendrán valor…

-Sí, ésa es la pregunta.

LA BUENA DE CELAYA

Juan Carlos Vives y Haydeé Boeto. Foto: Foro Shakespeare

Al comienzo de la obra, el personaje que más atrapado está en estas telarañas de la moral bíblica es Gabriela, que interpreta Haydeé Boeto. La cuñada timorata y entrometida de Patricia, no comprende por qué ésta insiste en correr a su propio marido (Beto) de su departamento un viernes por la tarde.

Haydeé se incorpora a la entrevista unos 15 minutos después. Lleva el cabello húmedo y nada de maquillaje.

-Haydeé: háblame de tu personaje, de Gabriela…

-Este personaje es muy divertido para la actriz y para el público espero que también. Es una mujer muy conservadora, de Celaya, hermana del protagonista que es este profesor, este intelectual. Los dos salieron de Celaya, pero Celaya no salió de ellos… (las tres: Itari, Sabina y Haydeé ríen con ganas)… La llevan en el corazón.

Y es una mujer que está en el momento equivocado y en el lugar equivocado, entonces se le rebelan una serie de cosas que no se esperaba e intenta manejarlas de alguna manera, pero no tiene muchas herramientas.

Es un buen contraste, creo, en esta obra. Es también creo que un personaje que termina cuestionándose su propia existencia. Es como que la llevan al extremo sin que ella estuviera enterada de nada».

(Sabina ríe una vez más. Escandalosamente es decir poco).

-¿Es una transformación completa la que experimenta Gabriela?

-Pues sí, hace cosas que no se esperaría ella de sí misma ni tampoco el público, entonces yo creo que eso es muy divertido. Y vive en lugares en donde jamás supondría que iba a vivir. Pero, digo, es algo que le sucede también a mucha gente; que de repente dices: ¿Cómo esta persona que parecía tan de una manera nos salió con esto, no?, nos salió con que asesinó a alguien o con que le cortó los dedos…

Entonces, bueno, es muy divertido. Es un placer, la verdad. Lo disfrutamos mucho como equipo. O sea, la combinación de estos personajes yo creo que es el gran hallazgo también de la obra.

Haydeé Boeto se refiere a una circunstancia muy concreta: a los 10 o 15 minutos de comenzada la obra, Beto mata accidentalmente a Paty, su esposa. Como Ramón, El Narco, amante de ésta y quien no sólo les ha comprado el departamento en el que viven, sino que prácticamente los mantiene (pues Beto gana, según sus propias palabras «5 mil pesos por artículo publicado»), está a punto de llegar para pasar el fin de semana con Paty, Gabriela se ve obligada a reaccionar. De pronto, la solterona de Celaya, cuya preocupación principal se limitaba a no perder su abrigo marca Burberrys «comprado en Picadilly Street, en Londres» tiene que pensar qué hacer con el cadáver de su cuñada, y sobre todo, en cómo evitar que Ramón (al que en un momento no sabe si llamar «señor Narco» o «joven Narco») se de cuenta de que Beto asesinó a Patricia.

Pregunto a Haydeé:

El tema es muy atractivo, y más en estos tiempos. Desde que uno oye el título de la obra, dice: esto va a estar interesante, y luego si se entera uno de que es una comedia, más. ¿Cómo te sientes al abordar este asunto en tono de comedia Haydeé?

-(Sabina se apresura a responder antes de que Haydeé haya tomado siquiera aire): ella se niega a hacer comedia… Si sus textos producen risa, bienvenido, pero ella se niega. Y ha marcado todo un rigor dentro de la compañía.

(Haydeé toma entonces la palabra):

-Bueno, es que yo creo, también fue una propuesta de Ana y yo creo que salió naturalmente, que el texto ya es muy chistoso de por sí y además por lo absurdo que es, o sea, por la situación que se genera ahí. Entonces yo creo que los personajes lo están viviendo en serio, y les está pasando de verdad, y eso produce muchísima risa, porque claro, es algo inevitable.

-(Sabina Berman deja de lado su cigarro electrónico, con el que intenta engañar un poco al vicio, para decir):

-De hecho, yo creo que es una pieza. No es una comedia. Está construida como una pieza, no como una comedia. Lo que pasa es que dicen cosas muy angustiosas, y les pasan cosas muy angustiosas.

-(Después de pensar un poco en lo que ha dicho Sabina, Haydeé vuelve a intervenir):

-Esa es la maravilla del teatro, y yo creo que eso es algo que Sabina hace maravillosamente, o sea, que suceden las cosas que no es fácil que sucedan en la vida, pero son posibles. Es posible que alguien se caiga por una ventana de tres pisos de un edificio, pero no es muy común que en una obra de teatro, a los 10 minutos de empezada, suceda eso. Algo tan potente. Es un gancho increíble para el público, y todos los elementos sorpresa que van apareciendo, cómo se va desarrollando la trama, cómo se van atando los hilos, es un placer hacer para los actores estar transitando en un texto tan sólido».

-Pero actoralmente es muy difícil el tono de pieza, dice Sabina, tras una exhalación de su cigarro electrónico.

-Haydeé retoma el hilo:

Es una ficción que no es la vida real pero que refleja tu vida, refleja tu país, el momento que estamos viviendo. Entonces, claro, estás fuera de peligro pero a la vez es un reflejo muy fuerte de nosotros mismos. Y esos ingredientes creo que es lo que la hacen una buena combinación.

CRUELDAD Y DIVERSIÓN

Haydeé Boeto e Itari Marta. Foto: Cuartoscuro

Pienso, entonces, que para las transiciones temporales la directora de escena utiliza coreografías que bailan cómicamente. Es en estos momentos en que se establece una complicidad muy particular con el público, cuando empieza a darse cuenta de que los débiles quizá sean los más fuertes. Sin duda un acierto de dirección.

Ana Francis Mor llega y se disculpa por el retraso. Su cabello rubio está recogido en una cola de caballo.

-Le pregunto, antes que nada, cómo fue el trabajo con el texto de Sabina Berman y a partir de ahí con los actores

-A partir de que leí el texto me fascinó. Me pareció de una pertinencia absoluta. Me pareció que tenía justo esa combinación de cosas que a mí en lo personal me gusta mucho en el teatro y en el cabaret, que es: la crueldad y la diversión. Estos dos extremos que se tocan. De pronto puede parecer muy impertinente, pero es posible y además es lo que estamos viviendo, y es de risa loca. 

-¿Cuál fue tu lectura de la obra que Sabina escribió en 1994, ahora en el 2012, Ana Francis?

-Yo jamás me cuestioné ni me conflictué con el asunto de que hubiera estado escrita antes. Me pareció súper pertinente por esta discusión que hay entre el bien y el mal. Digamos que el trabajo que yo tengo mayoritariamente, que no más importante, es el cabaret. Y la construcción del cabaret generalmente tiene que ver con las posibilidades de los personajes, y las posibilidades de crueldad de los personajes. Me ha tocado interpretar a personajes francamente crueles, que son de risa loca, y entonces conforme vas interpretando a esos personajes vas llegando cada vez más lejos a las posibilidades de la crueldad. Y eso es una gran diversión.

Se está haciendo tarde. Son más de las siete. La función de hoy es a las 8:45 de la noche, pero Itari y Haydeé se tienen que ir a cambiar y a maquillar, y sobre todo a preparar para la función.

-Después de las despedidas, Ana Francis continúa con su alegato sobre la crueldad y el humor

-Además fui a la escuela de Ludwik Margules, que era un sádico, enfermo, con todo respeto, porque luego la gente piensa que él tenía una visión del teatro que estar en el escenario era no divertirse, y no, lo que pasa es que él disfrutaba hacerte sufrir, pero eso independientemente de que tú te divirtieras o no en el escenario.

Y entonces yo le tengo mucho respeto y mucho cariño, y respeto mucho el cinismo que tuvo en vida de divertirse con lo que se divertía, de decir abiertamente: «Yo me divierto con tu sufrimiento, a ver sufre»… Ya uno de güey si se dejaba…

Pero entonces me encuentro con esta cosa que rompe totalmente con la doble moral mexicana, que la doble moral mexicana siempre es así de: «hagámonos las víctimas»… Y todo mi trabajo con el feminismo, que ha sido justo el de: sal de la víctima, salte del lugar de la víctima porque además es una trampa mortal, a mí me divierte mucho eso. Naturalmente me divierte mucho la posibilidad de ver hasta dónde llega un personaje, hasta dónde sí es cierto que nadie es bueno, hasta dónde sí es cierto que todos somos bien terribles, o que todas las personas podríamos ser bien terribles.

-Y eso aplica al personaje de Haydeé, por ejemplo…

-Totalmente. Sí, que es buena, buenita de Celaya, y es un horror, pues. Se parece a varias de mis tías. Entonces eso ha sido muy gratificante. Imagínate: burlarme de una de mis tías, pues está padrísimo. Es lo bueno de esta profesión.

Y entonces es eso: jugar a eso sin prejuicios. Jugar a eso es muy divertido, y a mí (eso es lo que) me gusta mucho tanto de las novelas de Sabina como de sus obras de teatro.

Es eso: jugar y jugar. Y yo creo que lo que logra es que a la gente se le salga lo chistoso, pues. Y por supuesto que todos podemos hacer eso. Y te lo pone así, facilito, y cuando te das cuenta eres tú el monstruo.

EL MONSTRUO EN TODOS NOSOTROS

Juan Carlos Vives e Itari Marta. Foto: Cuartoscuro

Sí. Dadas las circunstancias, sí… El eje de la obra, el eje moral, es que sí existen absolutos. Pero una definición de moral como lo que le hace bien al grupo, y mal lo que le hace mal al grupo. En el primer acto se acaba la moral bíblica. En el minuto 15.

Y yo creo que por eso la gente se identifica. Porque no vivimos en islas. No sólo en México, en todo Occidente, esa moral ya no sirve. No tiene que ver con la realidad. Y entonces hay como un vacío, que ha llenado el relativismo.

Ahora, el relativismo en México te lleva a circunstancias tremendas, porque además es un país sin ley. Y con crimen. Con crimen organizado y desorganizado.

En nuestro caso se vuelve muy intenso el problema. Para un inglés puede ser manejado flemáticamente, y hablará de derechos humanos y de composturas que ha hecho Occidente. Pero nosotros no tenemos eso. Para nosotros sí es un problema urgente.

HACE 70 AÑOS

Sabina Berman hace una pausa. Da una larga calada a su cigarro. Sin que yo le pregunte, de pronto, empieza a hablar de un tema que ha estado ahí, como flotando en el aire durante toda la conversación, como está en todas las sobremesas, en las aulas, en los cafés, en las calles, en los parques de este país.

«Lo de la elección es muy parecido. Es decir, hay un partido que nos está diciendo: Ay, ya. Vamos a restaurar el pacto social de la ficción. La elección fue limpísima… Y todo va al contrario: tu experiencia personal, que estuviste en la casilla y viste, y que te contó una amiga, y viste en Internet, y que te contó quien se fue a su pueblito a votar… Y te dicen: no. El pacto social… A ver si me entiendes: el pacto social es que acá todos fingimos».

Lo debe resolver la aritmética, la realidad. Pero es muy curioso cómo en México queremos armar rápidamente una ficción y dar vuelta a la hoja. Aunque sea al pasado: apúrate, vamos a dar la vuelta a hace 70 años. Tenemos mucha prisa».

-¿Estamos en una especie de pausa, Sabina?

-La aritmética tiene que operar. Tenemos que saber cuántas ilegalidades hubo, cuánto suman esos votos… Yo no sé. Y estoy segura de que nadie sabe. Para eso tenemos las instituciones que nos cuesta tanto trabajo mantener, ¿no? Y tanto dinero que pagamos de nuestros impuestos. Ellos tienen que hacer ahora su trabajo».

-Porque el ambiente está raro, no hay mucha celebración…

(Ana Francis asiente, y dice):

-Y hay una serenidad en la izquierda muy sospechosa, están en términos de vamos a ir por la vía legal, por la vía institucional, como debe de ser, que eso calla a cualquiera.

-Pero yo creo que más que la causa de la izquierda, debe ser la causa de los ciudadanos –dice Sabina- que se detecten todas las irregularidades, que se enumeren, que se encuentren a los responsables, que se sancionen. Es nuestro interés, más allá de los partidos políticos. Es nuestro interés. A mí me preocupan ciertos casos como de desaparición de gentes, como asesinatos. Para ser franca sólo oí de tres, pero ya que existan, me preocupa mucho.

Ahora, artísticamente no estamos en pausa. Aquí hay una obra en la que no hay una sola línea dedicada a la elección, y la gente no viene por eso. Viene a ver teatro.

Es hora de levantarnos de la mesa. Les pido que me dejen tomarles unas fotos en el escenario y las dos dicen que sí, que con gusto. Con su café todavía en la mano, Sabina es la primera en entrar.

Yo tengo que pasar antes a la taquilla, así que cuando entro al Foro las encuentro platicando con Juan Carlos Vives. Ellas, de pie sobre el escenario, él, sentado en el lugar del público.

Les digo que sigan en lo suyo, que no me miren, ni a mí ni a la cámara, porque las fotos posadas no me gustan.

Así que tomo varias fotos, me despido y me salgo a formar como el resto del público, a esperar la indicación para entrar y ocupar, ahora sí, mi lugar.

TERCERA LLAMADA, TERCERA

Y sí: la gente llena, ese viernes, el Foro Shakespeare. Los boletos cuestan 300 pesos, que se pagan con gusto, sobre todo después de haber platicado con Itari Marta al respecto:

-El Foro es el que está produciendo, digamos, la obra… Y digo digamos porque, pues sí, pones un dinero inicial pero todos, realmente todos, se están solidarizando con esta circunstancia particular del Foro, que es esta producción que no es subsidiada, que no hay dinero del Estado, y que es con el propio dinero del Foro, o sea, con lo que el mismo Foro ha generado. Entonces son circunstancias a veces un poco apretadas o difíciles, y que esto se haya podido dar en este momento histórico, en esta coyuntura, creo que es afortunado.

¿QUÉ ESTÁ BIEN O MAL?

Música de Los Tigres del Norte y otras bandas norteñas recibe al público mientras se acomoda en sus lugares. Después de la tercera llamada, las luces se apagan y comienza la función. Y a partir de ese momento, uno no para de reír. Una hora y 45 minutos después incluso duele el estómago de tanta risa. Aunque en momentos, ésta se vuelve amarga, por ejemplo cuando Ramón, El Narco, dice a Beto, el intelectual, algo así como:

«Mi compadre el gobernador y yo nos conocimos desde morros. Y luego él se metió en el negocio éste de vender casitas del INFONAVIT, de ésas que son todas chiquitas, como huevos, igualitas, igualitas. Luego él se volvió gobernador y hoy tiene un yate, una casa aquí, otra en Miami, un departamento en Nueva York, otro en Madrid y no sé cuántas madres más… A ver, ¿por qué él sí puede robar todo lo que le da gana y no pasa nada, y eso está «bien», y en cambio mis negocios están «mal»?… ¿Por qué son siempre ustedes, los gorditos, los de lentes, los que deciden lo que está bien y lo que está mal?»

en Sinembargo al Aire

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