Ya no hay puesto vacío en la vitrina de Brasil. El pentacampeón del mundo ahora es monarca olímpico del futbol. Neymar metió el último disparo y Brasil se impuso el sábado 5-4 en una definición por penales ante Alemania para conquistar la medalla de oro del futbol olímpico, el único título que faltaba a la Selección verdeamarela.
Río de Janeiro, 20 ago (dpa) – Neymar dio hoy a Brasil el ansiado primer oro olímpico de su historia en el futbol al anotar el gol decisivo de la tanda de penales con la que la «canarinha» venció a Alemania tras 120 minutos de un partido electrizante en el Maracaná.
En un encuentro vibrante, el equipo liderado por Neymar, quien además marcó un exquisito tanto de tiro libre, celebró en la definición desde los 11 metros tras igualar 1-1 en el tiempo regular y el alargue.
Fue un guión soñado por los locales, ya que fue el astro del Barcelona el que definió el encuentro al anotar el penal decisivo de la muerte súbita para el 5-4 final, después de que Weverton tapara el disparo de Nils Petersen.
Así, Brasil tuvo un pequeño desquite de la tragedia que vivió en el Mundial que organizó hace dos años, cuando fue aplastado por 7-1 ante el mismo rival, aunque con protagonistas muy diferentes.
Además, se quitó las ganas de celebrar un gran título en casa. El pentacampeón mundial, ahora sí, tiene el oro olímpico en sus vitrinas, el único título que le faltaba.
Alemania, en cambio, no pudo lograr el primer oro de su historia en el futbol y añadir la corona olímpica a su título mundial. Tampoco pudo hacer doblete tras el oro de las mujeres el viernes. Sin embargo, demostró que cuenta con las bases como para mantenerse en la elite del futbol por largo tiempo.
En una tarde que quedará en el recuerdo de la «torcida» brasileña, Neymar abrió el marcador a los 26 minutos con un gran tiro libre y Maximilian Meyer igualó a los 59. La emoción se mantuvo hasta entrada la noche carioca y, pese a los fantasmas, todo terminó siendo alegría para los anfitriones.
El escenario no podía ser mejor para la final. Estadio Maracaná, dos gigantes como Brasil y Alemania y en juego el oro olímpico, un título que faltaba en las vitrinas de ambos. Además, el recuerdo y el morbo aún fresco de ese lacerante 7-1 del Mineirao, aunque los nombres, especialmente del lado de Alemania, sean muy diferentes.
Desde temprano, y pese a la tarde gris y lluviosa en Río, el templo del futbol brasileño comenzó a ser inundando por una marea amarilla deseosa de ver sólo una cosa: a su equipo campeón. No había otro resultado posible. Una derrota en casa, otra vez ante Alemania, y en una gran final, era una posibilidad que ningún aficionado se podía imaginar. Mucho menos aquellos que decidían pagar los 800 reales (unos 250 dólares) que se ofrecían en la reventa en el ingreso del estadio.
Y el encuentro no defraudó. Desde el arranque, brasileños y alemanes ofrecieron un partido emotivo, con dos equipos intentando adueñarse del balón y jugarlo siempre a ras del suelo, más allá de algunas imprecisiones.
Pese a su juventud, el conjunto dirigido por Horst Hrubesch demostró, por si alguien tenía alguna duda, que no se iba a dejar intimidar por el escenario. El mítico Maracaná rugía, pero los Sub 23 alemanes jugaban como si tuvieran varios Mundiales encima, con la misma filosofía que se inculca desde las categorías de base en el nuevo futbol germano.
La primera ocasión de riesgo del encuentro fue precisamente para Alemania. A los diez minutos, Julian Brandt recibió en el borde del área y lanzó un bonito disparo con la cara interna del pie que se estrelló en el travesaño. Por unos instantes, el Maracaná quedó en silencio. Los fantasmas del pasado volvían a sobrevolar, aunque no estuvieran los Müller, Kroos o Khedira en el campo de juego.
Y por primera vez en el torneo, había un equipo que le disputaba el balón a Brasil. Sin embargo, el peligro hizo reaccionar al anfitrión, que empezó a mover la pelota y encontró un par de ocasiones de gol.
Primero, un centro de Douglas Santos encontró a Luan, pero no alcanzó a conectar de lleno y su disparo fue desviado por la defensa alemana. Luego, un córner que tampoco logró impactar con precisión Renato Augusto y se fue desviado.
Poco a poco y empujado por el público, Brasil comenzó a hacerse dueño del balón y a arrinconar a Alemania, que sólo inquietaba a través del talento de Serge Gnabry, el jugador del West Brom de origen marfileño.
Brasil, a diferencia de aquel encuentro en Belo Horizonte, tenía esta vez a Neymar. Y el crack del Barcelona hizo notar la diferencia. Movedizo, el ídolo brasileño generó una infracción fuera del área que él mismo se encargó de ejecutar. Las cámaras de los teléfonos se encendieron, el público empezó a corear su nombre y el atacante no defraudó: lanzó un espectacular tiro libre que pegó en el travesaño y se metió en el arco de Timo Horn.
El Maracaná explotó. Y Neymar agitó los brazos, miró al cielo y se señaló a sí mismo a lo Cristiano Ronaldo. Iban 26 minutos, tiempo en el que Alemania le había marcado ya cuatro de sus siete goles en la semifinal del Mundial.
El estadio rugía, pero el gol pareció desatar a Alemania, que comenzó a presionar y poner en apuros a Brasil. Llegó así el segundo lanzamiento en el palo de Alemania, en una jugada de córner que Renato Augusto casi mete en contra.
Alemania le había robado definitivamente el balón a Brasil y llegó un nuevo travesaño de los germanos, el tercero de la primera etapa, tras un cabezazo de Sven Bender. Incrédulo, Hrubesch se agarraba la cabeza, sin poder entender la mala fortuna de su equipo.
Con la ventaja en el marcador, Brasil se replegó mucho, demasiado, en el arranque de la segunda etapa, apostando a una contra o a la inspiración de Neymar. Y el partido se transformó en un monólogo de Alemania, que se instaló en campo contrario y se adueñó de la pelota.
No sorprendió entonces que llegara el gol del joven conjunto alemán. Tras una pésima salida de la zaga brasileña, Jeremy Tljian asistió a Meyer y el capitán definió a la red con un remate raso. Era el primer gol que recibía Weverton en todo el torneo.
Iban 58 minutos y todo estaba más abierto que nunca. Brasil insinuó una tímida reacción con un disparo desde afuera del área de Renato Augusto y un centro que no pudo conectar Gabriel Jesús en el corazón del área.
Pero Brasil carecía de precisión y el público local comenzaba a impacientarse. El encuentro fue ingresando así en una zona sin margen de error. Neymar pudo anotar el segundo con una gran acción individual que terminó con un disparo apenas desviado desde afuera del área. Y luego lo tuvo Luan con un remate débil que contuvo Horn.
Sobre el final, Brasil intentó llevarse puesto al rival y, con más ímpetu que futbol y el público saltando en sus asientos, contó con algunas ocasiones para llevarse el triunfo agónico. Pero Alemania mostró una personalidad asombrosa.
Y así llegaron el alargue y luego a los penales, donde la fortuna esta vez estuvo del lado de Brasil, que terminó viviendo una fiesta inolvidable de la mano de Neymar para poner fin de una vez por todas a sus fantasmas.