En el horizonte de Phelps, según aseguran medios estadounidenses, se encuentra también la posibilidad de trabajar junto a su entrenador Bob Bowman en la academia de los Arizona State Sun Devils.
Río de Janeiro, 14 ago (dpa) – «Four more years, four more years». El pedido de sus compañeros y del público retumbó una vez más en el Parque Olímpico de Río de Janeiro, pero Michael Phelps parece tener una decisión tomada: ya no habrá más deporte profesional para él, aunque su vida seguirá muy ligada a la natación.
«Es la manera perfecta de terminar», resumió Phelps sus sensaciones tras poner fin a una carrera legendaria. El estadounidense deja la natación por la puerta grande, con cinco oros y una plata en Río 2016 para elevar a 23 su récord imposible de títulos olímpicos y a 28 la cosecha total de preseas.
Pero sobre todo, dice adiós de la forma en la que él quería: rindiendo al máximo nivel en una piscina, acompañado por su familia en las tribunas y aclamado por el público. Una imagen muy diferente a la que ofrecía hasta poco tiempo, cuando se encontraba en un centro de rehabilitación por sus problemas con el alcohol y marginado de los Mundiales de Kazán 2015. «En Río espero poder terminar el asunto así como yo quiero», había dicho antes de disputar sus quintos Juegos Olímpicos. Y cumplió con creces.
Sin embargo, el gran nivel que mostró en Brasil también abre un espacio para la duda. ¿Dejará realmente la natación a pesar del gran nivel que exhibe? ¿O dará marcha atrás una vez más con su decisión, como hizo después de Londres 2012? Nadie se anima a dar por acabado a Phelps. Incluso, su amigo Ryan Lochte señaló que espera verlo en Tokio 2020 con 35 años.
«Nooo… vamos Michael, una vez más», le dijeron sus compañeros a Phelps tras su emotivo mensaje de despedida en los 4×100 estilos que ganó Estados Unidos en la noche del sábado, con récord olímpico incluido.
Tal vez los Mundiales del año próximo en Budapest sean un horizonte más realista para quienes esperan verlo una vez más nadando en una piscina. Aunque él insiste en que esta vez va en serio. No repetirá los múltiples regresos de Michael Jordan, un mito que lo ha inspirado en su carrera y con quien compartirá ahora el número 23 -ésa era la camiseta emblema del jugador de baloncesto- para siempre.
«Esto es todo. Miro mi carrera y veo que he logrado todo lo que he querido. Ha sido un desafío volver a este punto», afirmó Phelps tras una jornada en la que no pudo contener las lágrimas de emoción. Un rato antes de la prueba, había publicado un video de despedida en su Facebook.
Tras su semana de ensueño en Río, Phelps se dedicará ahora a pasar más tiempo con su familia. En especial con su hijo de tres meses Boomer, su gran debilidad, y con su prometida Nicole Johnson, que siguieron cada una de sus actuaciones en la grada.
También será momento de descanso para el mito, que lució visiblemente agotado en su última rueda de prensa, al punto de que se olvidó el teléfono móvil en la mesa. Pese a su gran nivel, Phelps señaló varias veces en Río que el cuerpo ya no tiene la misma recuperación que cuando tenía 19 años. El cupping, la terapia favorita que lo ha llenado de moretones en la espalda, ayuda en la recuperación pero no hace milagros.
En el horizonte de Phelps, según aseguran medios estadounidenses, se encuentra también la posibilidad de trabajar junto a su entrenador Bob Bowman en la academia de los Arizona State Sun Devils. «Me estoy retirando, pero no he terminado con la natación. Es el comienzo de algo nuevo», fue la pista que dio el nadador en la noche del sábado.
Allí, tal vez, pueda dar forma a los Phelps del futuro. Aunque Bowman duda de que tenga éxito en esa misión. «Imposible. Phelps es alguien que aparece no en una, sino en diez generaciones».