No hay reglas en Filipinas a la hora de poner nombre a los hijos, incluso los presidentes han sido nombrados con nombres sumamente creativos. Sin embargo expertos alertan que el nombre afecta directamente en las oportunidades de formación y laboral que pudieran tener los niños filipinos.
Manila, 13 agosto (dpa).- Cuando se trata de nombres curiosos como Delfin, Joker, Barbie y Queen Elisabeth (Reina Isabel), no hay quien gane a los filipinos.
«¡Queen Elisabeth, a la cama!» Seguramente esta sea una frase que se oiga a menudo en casa del legendario boxeador filipino Manny Pacquiao, pues Queen Elisabeth es el nombre que le puso a su hija. Pacquiao no es el único, ya que los nombres curiosos son el deporte nacional en el país. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores se llama Perfecto Yasay y el flamante ministro de Defensa, Delfin Lorenzana.
Uno se puede imaginar lo que dijeron los Yasay cuando nació su hijo: «¡Mira lo lindo que es! ¡Es un bebé perfecto!» Pero ¿Delfin? Nadie sabe qué es lo que animó a los Lorenzana a elegir ese nombre, pero ya hubo dos ministros llamados así antes que él, en 1945 y 1993.
En Filipinas hay personas que atienden a nombres como Barbie, Bambi, Joker o Boss (jefe). El anterior vicepresidente se llamaba Jejomar, formado por la primera sílaba de Jesús, José y María.
En el país no hay normas a la hora de elegir nombre. Mary Christmas (Felíz Navidad) es tan común como Valentine Day (Día de San Valentín).
Los filipinos también llevan con orgullo apodos cuestionables: Inky (procedente de «Ink», tinta) se llama así porque tiene la piel oscura, Sly (Pícaro o Ladino) no tiene nada en contra de su nombre y Crow (Cuervo) tampoco se molesta.
También hay una Spaguetti ’88 que nació en 1988. Tiene un hermano mayor que se llama Macaroni ’85 y una hemana menor llamada Sincerely Yours ’98 (literalmente Sinceramente Tuya). De pequeña eran objeto de burlas, pero ahora le encanta su nombre, contó Spaguetti ’88 a dpa.
«Todos se acuerdan de mí», dice la mujer de 28 años de Manila. «El nombre rompe el hielo y da pié a una conversación.» Costó convencer a los trabajadores del Registro para que añadieran el número en el apartado del nombre, dice.
A veces también hay malentendidos, como cuando quiso hacer un pedido de comida: «(…) el hombre al teléfono no paraba de repetir: ‘Primero nos tiene que decir su nombre antes de hacer el pedido.’ Pensaba que quería pedir espaguetis.»
En otros lugares sí hay normas concretas para elegir los nombres, una de las más habituales que no pueda resultar denigrante para su portador, algo que no queda muy claro con «Spaguetti». En los países europeos se buscan por lo general nombres totalmente aceptados, aunque siempre hay padres con ideas demasiado originales. En Alemania, por ejemplo, hubo progenitores que deseaban nombrar a sus hijos «Pfefferminze» (menta piperita), «Fanta» y «Mikado».
Según una encuesta a 2 mil profesores de colegio realizada por la Universidad de Oldenburgo en Alemania, los padres influyen en las oportunidades de formación de sus hijos según el nombre que elijan.
Spaguetti Revisa no tiene problemas con el suyo. Opina que su nombre es perfecto para ella: «Me gusta pasarlo bien, soy ruidosa y agradable. Como los espaguetis: divertidos, un poco caóticos a la hora de comer y muy bonitos».
Ella misma bautizó hace dos años a su hijo como Cheese (Queso) Pimiento, apodado «Chippy» como una popular marca de snack. Ahora espera tener una hija a la que quiere llamar como otro snack de queso, Cheese Curls. «Así que estoy deseando que llegue la niña», dice.