No debemos dejarnos llevar por la fascinación del mundo digital: si no enseñamos a los más pequeños a escribir a mano, estaremos ralentizando y modificando su desarrollo cerebral.
Por Lara Olmo
Ciudad de México, 6 de julio (SinEmbargo/TICbeat).- La escritura manual es más importante de lo que muchos se creen, sobre todo desde las que pantallas táctiles y los teclados inundan nuestras vidas. Es una actividad que, más allá de lo puramente mecánico, estimula la actividad cerebral y que exige coordinar procesos cognitivos, motrices y neuromusculares.
Por eso es tan importante que desde muy pequeños los niños aprendan a dominarla. Así lo afirman varios investigadores y expertos en lenguaje oral y escrito, y que en sus diversos estudios llegan a la misma conclusión: escribir a mano cambia la función cerebral y puede modificar el desarrollo del cerebro.
En un artículo publicado este año en el Journal of Learning Disabilities, los investigadores analizaban la manera en que el lenguaje oral y el escrito se relacionan con la atención y con las aptitudes de “función ejecutiva” (como por ejemplo la planificación) en alumnos entre cuarto de primaria y tercero de secundaria, con y sin discapacidades de aprendizaje.
En él pudieron comprobar que la escritura manual ayuda a los niños a prestar atención al lenguaje escrito.
Laura Dinehart, catedrática adjunta de Educación Infantil de la Universidad Internacional de Florida, cree que los niños a los que les cuesta escribir acaban poniendo todo su esfuerzo en la propia escritura, olvidándose del contenido de lo que escriben. Con las consecuencias negativas que ello conlleva, entre otras, calificaciones más bajas en el colegio.
Virginia Berninger, catedrática de Psicología Educativa de la Universidad de Washington, cree que entender la escritura manual como una actividad mecánica es un mito.
“En ella utilizamos partes motrices de nuestro cerebro, como planificación y control, pero la más importante es una región cerebral en la que coinciden la visión y el lenguaje. Es lo que se conoce como el giro fusiforme, donde los estímulos visuales se convierten en letras y palabras escritas”, explica.
Los escáneres funcionales realizado sobre cerebros de adultos han revelado una red cerebral característica que se activa cuando leen y que incluye áreas relacionadas con los procesos motrices. Eso ha hecho pensar a los científicos que el proceso cognitivo de la lectura puede estar conectado con el proceso motor de formación de las letras.
De ahí que los niños que no saben escribir no distingan las letras y sólo vean en ellas figuras geométricas.
En los niños pequeños con un desarrollo normal parece que teclear las letras no genera la misma activación cerebral que cuando escriben. Es más, luego ya de adultos, habituados a escribir en el teclado, es más probable que retengamos menos información de este modo que si escribiésemos a mano.
Todos estos estudios no representan ninguna cruzada contra la escritura tecleada. De hecho saberse las posiciones de las teclas y escribir sin mirarlas activa las fibras que se intercomunican en el cerebro, algo que no pasa con la escritura manual, que solo necesita de una mano.
Estos expertos defienden que preparemos a los niños como escritores híbridos, pasando primero por una fase de escritura a mano y de lectura, después a otra de deletreo y redacción y finalmente se les introduzca en las mecanografía a ciegas.
Berlinger cree que “dominar la escritura manual, aunque sea con mala letra, es una manera de hacer tuyo el lenguaje escrito en sentido profundo”.
En definitiva, se trata de que nuestra fascinación por el mundo digital no les prive a los más pequeños de experiencias importantes que tendrán impacto real en su cerebro y en su desarrollo.