Un estudio realizado por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita arrojó que la población de este mamífero ha disminuido de forma alarmante, pues se estima que sólo sobreviven 60 ejemplares en todo el mundo y se dirige a una pronta extinción. Ante eso algunos expertos recomiendan que mantener a la marsopa más pequeña del mundo en semi-cautiverio podría ser la única forma de salvarla.
Por Gabriela Gorbea
Ciudad de México, 20 de junio (VICE).– La última oportunidad de salvar a la vaquita marina de la extinción puede ser un proyecto para capturar a los pocos especímenes que quedan y dejarlos en condiciones de semi-cautividad, de acuerdo a un grupo de expertos internacionales que monitorizan especies.
Aunque otros expertos aseguran que el plan puede acelerar la desaparición de este residente de nariz chata en el Golfo de California, que ostentaría el récord de ser el quincuagésimo mamífero marino en extinguirse.
En el último informe difundido por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita, o CIRVA en sus siglas en inglés, un equipo establecido por las autoridades mexicanas para observar la población de esta especie, sostiene que las «aproximaciones ex-situ» tienen que ser consideradas seriamente. Aunque en el reporte de la CIRVA se admite que el proyecto contiene grandes riesgos, pues la vaquita nunca ha sido recluida en cautividad, pero se afirma, también, que no hay otra opción.
«Dado el pequeñísimo número de vaquitas y las amenazas que enfrentan, la opción de la conservación ex-situ debe evaluarse abiertamente», se lee en este texto. «Si la vaquita se está extinguiendo, la pregunta que deberíamos hacernos es si la conservación ex-situ es una opción, y si no, ¿Por qué no?».
Un avance del informe publicado el mes pasado alertaba que el número de vaquitas que quedaban ha descendido a unas 60 en total. No especifica el número de hembras en edad reproductiva.
Este grupo ha culpado a la pesca ilegal del pez totoaba como la causa principal del descenso de población de la vaquita marina porque el mamífero se queda atrapado en las redes utilizadas. El totoaba es un manjar muy preciado en China, y su captura ha continuado a pesar de que el gobierno ha impuesto una prohibición para evitar la extinción de la vaquita.
Este grupo de investigación ha revelado el resultado de un taller especial llevado a cabo el año pasado en Holanda y Dinamarca para explorar estrategias con las que introducir la vaquita en diferentes tipos de cercados.
Pero algunos observadores de la vaquita temen que intentando capturar especímenes, aunque sea a unos pocos, puede llevar a esta especie a su desaparición total.
«Con sólo 60 vaquitas, simplemente no podemos permitirnos matar a alguna de ellas en experimentos. Cada vaquita cuenta», declara Omar Vidal, jefe de la oficina mexicana de World Wildlife Fund (WWF) a Associated Press. «Capturar vaquitas para que se reproduzcan es demasiado arriesgado y no es una opción viable».
Un estudio del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA) encontró que en diciembre de 2015 había probablemente sólo alrededor de 60 de estas tímidas y esquivas criaturas en la parte norte del Mar de Cortés, el único sitio donde se encuentran.
Las vaquitas están amenazadas principalmente por la pesca con red del pez totoaba, otra especie en peligro de extinción que es capturada en la misma zona y codiciada por su vejiga natatoria, considerada un manjar en China.
El estudio realizado empleó un equipo de botes y dispositivos acústicos para detectar los sonidos y chasquidos de las marsopas. Un científico que participó lo describió como escuchar en una sala llena de gente aplaudiendo, para luego ir escuchando cada vez menos aplausos conforme disminuía la población.
Los resultados del estudio fueron publicados la tarde del viernes por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de México.
El sondeo anterior, realizado en 2014, encontró poco menos de 100 vaquitas. La cifra ha caído un 92 por ciento desde 1997.
“Vemos a esta preciosa especie nativa desaparecer ante nuestros ojos”, dijo Lorenzo Rojas-Bracho, presidente de la comisión y codirector científico del estudio.