La CNDH alertó que en lo que va del año ya se han registrado al menos siete asesinatos de periodistas. Los ataques contra la prensa «han derivado en autocensura, desplazamiento y exilio forzado de periodistas, generación de espacios de silencio en el país y vulneración de los principios fundamentales de una sociedad abierta, plural y democrática», dijo.
Ciudad de México, 7 jun (dpa) – México sufrió desde 2000 el asesinato de 114 periodistas, mientras que hay 20 desaparecidos, alertó hoy la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en el día de la libertad de expresión.
«A pesar de los avances normativos y una mayor apertura a la crítica, no se pueden ignorar las amenazas e intentos por coartar la libertad de expresión que han convertido a México en uno de los países con más número de agresiones», señaló la CNDH.
Siete de los asesinatos se registraron este año. Desde 2006 hubo además 49 ataques contra medios de comunicación.
La CNDH señaló que hacen falta acciones para evitar más ataques y garantizar la investigación y sanción de los ya cometidos, ya que la mayoría de los casos quedan impunes.
El ejercicio peridístico es «requisito indispensable para ejercer una plena libertad y fortalecer el debate público», señaló el organismo.
Muchos de los asesinatos se produjeron en zonas con fuerte presencia del crimen organizado y están relacionados con el trabajo de los reporteros, según organizaciones como el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York.
En otros casos, autoridades regionales insinuaron que había vínculos entre los periodistas y grupos delictivos, pero al no haber investigaciones profundas nunca se llega a saber la verdadera causa de las muertes.
Los ataques contra la prensa «han derivado en autocensura, desplazamiento y exilio forzado de periodistas, generación de espacios de silencio en el país y vulneración de los principios fundamentales de una sociedad abierta, plural y democrática», indicó la CNDH.
El organismo advirtió que también autoridades, grupos del crimen organizado y particulares se han convertido en «censores» de los medios, en especial en la cobertura de información sobre delincuencia organizada.