Advertencia: Bebidas azucaradas

24/05/2016 - 12:03 am

“Advertencia: bebidas con azúcares añadidos contribuyen a la obesidad, diabetes y caries dental”, es el etiquetado de advertencia que fue aprobado por unanimidad por los legisladores de la ciudad de San Francisco que debe estar presente en toda la publicidad de bebidas azucaradas en esa ciudad.

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Imagen De Campaña Publicitaria Actual De Coca Cola Con Una Posible Aplicación De La Advertencia De Protección De La Salud Aprobada En La Ciudad De San Francisco Foto Especial

En la misma semana otra decisión, a escala federal, representa un golpe más al consumo de bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido de azúcar: Michelle Obama y la Food and Drug Administration, después de varios intentos y a pesar de una fuerte resistencia de la industria de alimentos y bebidas, anunciaron que la tabla nutrimental de los productos informe de la cantidad de azúcar añadida a los productos.

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La industria de alimentos y de bebidas se opuso férreamente a esta medida, desde las refresqueras, hasta las que producen pan o, incluso, sopas, como la empresa Campbell. Nadie quiere que los consumidores sepan cuánta azúcar añaden a sus productos y que este ingrediente está en la mayoría de los productos ultraprocesados. El descaro vino con la oposición a esta medida, que ha sido demandada por todos los expertos del país, por parte de la Sociedad Americana de Nutrición, que ha sido financiada por Coca Cola, Kellogs y Danone, entre otras empresas. Como señaló Deborah Bailin de la Union of Concerned Scientists, la información sobre los azúcares añadidos a los productos “cubre un gran dato que la industria de alimentos no quiere que la gente conozca”.

Por su parte, los intentos por establecer etiquetados de advertencia en la publicidad de las bebidas azucaradas han sido varios, desde Brasil hasta en el poder legislativo en nuestro país. El consumo de bebidas azucaradas es uno de los aspectos centrales en la epidemia de sobrepeso, obesidad, diabetes y de la otra epidemia de la que no se ha hablado y que tiene muy altos costos para las familias: la epidemia de caries dental. De aquí que los etiquetados de advertencia sean un derecho de los ciudadanos, así como la información sobre las cantidades de azúcar añadida a los productos.

Una sólo botella de Coca Cola de 600 mililitros contiene más del consumo máximo tolerable establecido por la Organización Mundial de la Salud para todo un día. El consumo diario de una de estas botellas aumenta el riesgo de síndrome metabólico, sobrepeso, obesidad, diabetes y caries dental. De ahí que un etiquetado de advertencia es necesario y la información sobre el contenido de azúcar añadido será muy importante ya que tendrá que referir que una de estas botellas representa más del 120 por ciento del máximo establecido de consumo de azúcar para un adulto en todo un día por la Organización Mundial de la Salud.

Desgraciadamente, en México hemos ido para atrás en materia de etiquetado y advertencia de publicidad. La misma botella de 600 mililitros de Coca Cola en México informa en su etiquetado que el contenido de azúcar representa el 70 por ciento de los nutrimientos diarios de este compuesto. Una interpretación literal del etiquetado lleva a la conclusión de que hay que consumir un 30% más para cumplir con el 100% de los nutrimientos diarios. Nos hemos amparado contra este etiquetado que no tienen ningún sustento científico para establecer este criterio de azúcar que representa un riesgo para la salud.

El voto para aprobar la advertencia en la publicidad de las bebidas azucaradas en San Francisco incluyó la prohibición de publicidad de estas bebidas en propiedades del gobierno de la ciudad y el uso de recursos públicos para la compra de estas bebidas. La medida de San Francisco debería ser un ejemplo para la ciudad de México que sufre mayores daños por el consumo de estas bebidas y no cuenta con los recursos para cubrir los costos en salud que genera su consumo. Una medida así sería aún más necesaria en nuestra ciudad para bajar el consumo de estas bebidas. La ciudad de México tiene niveles muchísimos más altos de muertes por diabetes que la ciudad de San Francisco y no tiene recursos para enfrentar sus daños, como lo es la diálisis. Una medida similar en nuestra ciudad llevaría a la prohibición de publicidad de estos productos en el Metro y en todo el transporte público concesionado y a que las instituciones gubernamentales no pudieran incluir compras de bebidas azucaradas para sus eventos y servicios.

En San Francisco, el Supervisor Scott Wiener, que propuso el etiquetado de advertencia para la publicidad, señaló: “Hoy, San Francisco ha enviado un mensaje claro de que necesitamos hacer más para proteger la salud de nuestra comunidad. Estos etiquetados de advertencia darán información que necesita la gente para realizar decisiones informadas acerca de las bebidas que consumen. Requerir advertencias de salud en los refrescos también hace claro que estas bebidas no son inofensivas – de hecho, lo contrario – y que los perritos, los unicornios y los arcoiris desplegados en la publicidad de los refrescos no son una realidad”.

Hace un año se votó en la misma ciudad de San Francisco y en la de Berkley un impuesto a las bebidas azucaradas. En Berkley se ganó, pero en San Francisco no, a pesar de que cerca del 60% de la población apoyó el impuesto. Se requerían dos terceras partes de los votos ya que el impuesto se propuso incluyendo el destino de los recursos que generaría. Las encuestas indicaban que se podrían ganar esos votos. Pero varios factores lo impidieron, entre ellos, los 9 millones de dólares invertidos por la Asociación Americana de Bebidas en San francisco para promover el voto en contra.

A pesar de los millones de dólares gastados en la compra de asociaciones profesionales a modo, de financiamientos a organizaciones civiles, de campañas sucias en contra de las regulaciones y sus promotores, las regulaciones y políticas para bajar el consumo de las bebidas azucaradas avanzan. Los etiquetados frontales de advertencia en alimentos y bebidas en Ecuador y Chile, los impuestos en México a las bebidas azucaradas y los alimentos con alta densidad calórica, el etiquetado de los azúcares añadidos que viene en EUA y las políticas que se impulsan a escala de ciudades, están siendo combatidos por la industria por muy diversos medios, al tiempo que son reconocidos por la OPS, la OMS y diversos organismos internacionales y nacionales que velan por la salud pública.

El mejor ejemplo de es el del impuesto a las bebidas azucaradas en México. Como lo he señalado anteriormente y es el comentario compartido entre diversos expertos: la industria combate en mayor medida las regulaciones y políticas que son más efectivas, es una relación profundamente proporcional, a mayor efectividad mayor la campaña en contra. En México la industria no ha dicho nada en contra del etiquetado frontal y la regulación de la publicidad dirigida a la infancia, no les preocupa porque no les afecta, la industria misma diseño estas políticas. Etiquetados que no se entienden y engañan y una regulación de la publicidad que no cubre los horarios y programas más vistos por los niños.

En el caso del impuesto, la industria utiliza la información a su antojo, engañando. Argumentó que el impuesto no había funcionado en el primer año, que bajó el consumo solamente en un 2% en 2014 y, la realidad, bajo más del triple. Señala que aumento el consumo de estas bebidas en 2015, cuando los datos muestran lo contrario, una reducción mayor en el consumo durante el segundo año del impuesto. La medida del impuesto se anuncia en el Reino Unido, en Sudáfrica, se discute en Colombia, Ecuador, Irlanda, india, etcétera. A todos estos países la industria de bebidas lleva los estudios que patrocinó en México para argumentar que el impuesto no sirvió. Sin embargo, la comunidad científica tiene poco respeto por los estudios que no han sido revisados y publicados en revistas científicas de prestigio. El conflicto de interés es algo bien determinado en la comunidad científica y en los profesionales serios de la salud pública.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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