Martín Moreno-Durán
04/05/2016 - 12:03 am
Ayotzinapa: el GIEI sí funcionó
Desde Los Pinos, Gobernación y PGR, se implementó una estrategia para obstaculizar, nulificar y expulsar – de hecho- a los expertos independientes.
*Gobierno de EPN quería súbditos
*Hoy, el caso le estalla al régimen
Cuando llegó a México en marzo de 2015 como coadyuvante para investigar el caso Ayotzinapa, a petición y designación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), encontró, de entrada, colaboración por parte del gobierno mexicano. Les entregaban información. Les tomaban llamadas. Intercambiaban impresiones. Los escuchaban. Todo parecía marchar bien.
Sin embargo, cuando en septiembre de ese año, al presentar el I Informe sobre Ayotzinapa, el GIEI reventó la “verdad histórica” de Murillo Karam y divulgó que “no hay evidencias de que un fuego de esa magnitud haya ocurrido, ni de que los estudiantes hayan sido incinerados en un basurero (de Cocula)”, desde Los Pinos, Gobernación y PGR, se implementó una estrategia para obstaculizar, nulificar y expulsar – de hecho- a los expertos independientes, como ocurrió finalmente.
Muy pronto, Ángela Buitrago, Alejandro Valencia, Francisco Cox, Ángela Paz y Paz y Carlos Beristain, saborearon el veneno que el Gobierno mexicano suele administrar a sus adversarios políticos: el golpe bajo, el bloqueo informativo, la negativa a compartir información, las llamadas telefónicas rechazadas, el desdén, el arrinconamiento.
Pero muy a pesar de este clima adverso que cambió con aquel I Informe de septiembre y que, según cuentan los propios investigadores, se agudizó en diciembre de 2015 con un bloqueo absoluto y radical al GIEI, los expertos supieron y pudieron enfrentar el autoritarismo del gobierno peñista – muy a la manera del Grupo Toluca-, y trabajaron de tal manera que no sólo desmantelaron esa “verdad histórica” sino que, ante los ojos del mundo, quedaron bien posicionados, dejando al régimen peñista como obstaculizador, manipulador y mentiroso.
¿Por qué decimos que el GIEI – sin filias ni fobias, tan sólo con hechos consumados-, sí hizo su tarea y funcionó para lo que fue contratado? Por varias razones:
1) Al aceptar el apoyo del GIEI, el gobierno de Peña Nieto – fiel a la política mexiquense de intentar convertir en lacayos ciegos y sordos a quienes los rodean-, pretendió supeditar a los expertos únicamente a lo que la PGR les instruyera, sin ir más allá de lo que el propio gobierno les permitiera hacer. Y ese fue un error de cálculo grave, ya que el GIEI – conociendo la naturaleza política del peñismo-, pronto se desmarcó de la Procuraduría, de Gobernación y de Los Pinos, para actuar de acuerdo a lo que habían sido contratados: dar resultados e intentar aclarar el caso Ayotzinapa.
2) El primer éxito del GIEI fue, con base en investigaciones forenses y peritajes detallados en ese I Informe, derrumbar la “verdad histórica” de Murillo Karam y meter al gobierno mexicano en un marasmo del cual no ha podido salir hasta la fecha. Echar por tierra la insostenible versión de la PGR, demostró que el GIEI no sería un apéndice más de la nomenclatura peñista. Es claro: ¿habríamos conocido los mexicanos el embuste de la “verdad histórica” de no haber sido por el GIEI? La respuesta es no. La PGR jamás hubiera aclarado las cosas.
3) Al derrumbe de la “verdad histórica”, que dejaba al gobierno de Peña como mentiroso, el GIEI se anotó otro triunfo: comenzar a cuestionar la participación (y la indolencia) del Ejército mexicano durante aquella noche infernal en Iguala. Y acertó, a sabiendas de que era un tema delicado y sensible para un gobierno priista. Cuando se reveló que los soldados estuvieron cerca de los estudiantes y dejaron que los policías municipales los golpearan y se los llevaran, el GIEI desnudó al pilar y aliado histórico del gobierno: el Ejército, que quedó, lo menos, como un ente deshumanizado ante la tragedia. Y al pedir interrogatorios directos con militares del 27º Batallón, el GIEI volvió a evidenciar al gobierno que respondió no sólo con diatribas, sino con actitudes sospechosas y de claro encubrimiento a los ojos del mundo.
4) Cuando la aversión en el eje Los Pinos- Gobernación- PGR contra el GIEI estaba en su punto máximo, y a solo una semana de que los expertos abandonaran el país, las críticas en contra del gobierno de Peña llegaron desde donde, en Los Pinos, tanto temen: desde Washington y Nueva York. Primero, el Departamento de Estado, vía su portavoz, John Kirby, recomendó “considerar cuidadosamente las recomendaciones del Informe” del GIEI. Aún más: Hillary Clinton, quien seguramente será la primera presidenta de Estados Unidos, dio un comentario lapidario sobre Ayotzinapa: “Es indignante. Si yo estuviese en el gobierno mexicano, no estaría descansando hasta descubrir lo que pasó…”, fue la frase rotunda de Hillary, dejando a Peña Nieto y a sus colaboradores como una partida de inútiles. Y el sábado 23 de abril, como nota principal, The New York Times – el periódico más poderoso del mundo, junto con The Washington Post-, publicaba en primera plana cómo el gobierno mexicano obstruyó las tareas del GIEI. Ante las esferas del poder norteamericano, ganaba el GIEI y perdía Peña Nieto. La exhibida fue brutal.
5) Se quiera o no reconocer, los Informes I y II del GIEI son el compendio sobre Ayotzinapa más completo, profundo y sustentado, que se pueda consultar hasta ahora. Allí están las más de mil páginas entre ambos tomos para ser leídas y evaluadas. Ese es el dato duro. Lo demás son interpretaciones personales.
*****
Quienes intentan vulnerar el trabajo del GIEI no han tomado en cuenta los cinco factores anteriores.
¿Qué se tuvieron que pagar 2 millones de dólares en salarios no sólo a cinco investigadores, sino a un staff completo, más gastos generales, traslados, investigación, etc? Supongo que un trabajo de esa dimensión, durante poco más de un año, debe ser muy costoso. Y eso lo sabía el gobierno mexicano. A nadie se le sorprendió.
Lo de fondo, es evaluar una actuación que, bajo la tentación del gobierno peñista de convertir al GIEI en una oficina alterna bajo el mando de la PGR, se transformó, realmente, en un grupo independiente que no sólo derrumbó la “verdad histórica” del gobierno sino que, de paso, ubicó a Ayotzinapa en su justa dimensión: un crimen masivo ejecutado por el crimen organizado, aunque con participación de algunos representantes del Estado mexicano, como lo son los militares, agentes federales y policías municipales.
Ese es el fondo.
Esa es la historia.
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