Tomás Calvillo Unna
30/03/2016 - 12:02 am
28 marzo 2011
Memoria viva, el Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad, desde su silencio continúa caminando. En su dolor, la belleza de la dignidad sobresale, ¡es real, práctica, en medio del ruido político, de elección tras elección, dignidad que resiste a no perderse en una fugacidad carcomida de poder, de vacío!
Incliné el oído y lo escuché susurrarme:
“Nunca temas la muerte. Vengo de allá.
Es magnífica. Yo era luz.”
Óscar Sicilia, Bajo el árbol del Drago
Memoria viva, el Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad, desde su silencio continúa caminando. En su dolor, la belleza de la dignidad sobresale, ¡es real, práctica, en medio del ruido político, de elección tras elección, dignidad que resiste a no perderse en una fugacidad carcomida de poder, de vacío!
Esta página es una ofrenda, junto a las flores en la plaza de Cuernavaca.
Juan Francisco (Juanelo) fue un ejemplo de lealtad a la vida; las víctimas en México, nos enseñan esa lección tan natural y tan olvidada.
Cinco años han transcurrido del grito de hartazgo a la palabra que convoca.
Hace décadas Paul Eluard lo vislumbró con la serenidad que nos interroga. Lo solíamos leer a sabiendas de que todo poema es una apuesta en el abismo. Su Ave Fénix nos acompaña Javier, a todos los cercanos, Isolda, Eduardo, Emilio, Socorro, Jorge, Brisa, Roberto, Pietro, a los cientos que caminan contigo, diles esas primeras líneas que recitábamos a sabiendas que el poder de la poesía es su estruendo del mañana.
Soy el último en tu camino,
la última primavera y última nieve,
la última lucha por no morir.
Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca
Hay otro poema no escrito, se quedó en alguna esquina del inmenso campo de futbol, cerca de la media cancha, donde la cal marca el círculo. El balón está ahí fijo a punto de volar chanfleado. La risa es plena, como el sudor, como las ganas de anotar, de jugar cada fin de semana, hasta completar el año y los que siguen.
Hay un poema suelto en esta cancha, se le ve a ras del pasto, también raspa y es costra en las rodillas que no se vencen.
Es el juego ante la muerte. El partido de un ausencia, de dos, de tres, de decenas y centenas que corren a las orillas, van y vienen , una y otra vez, van y vienen , una y otra vez, sus suelas se desgastan con sus pasos firmes.
Que carajos digo del valor de sostenerse ante una inmensa desdicha.
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