Francisco Ortiz Pinchetti
04/03/2016 - 12:01 am
De que se puede… ¿se puede?
Resultan ya insoportables, por su frecuencia y por su insulsez, los mensajes unipersonales y claramente auto promocionales del presidente del Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés, por radio y televisión.
Resultan ya insoportables, por su frecuencia y por su insulsez, los mensajes unipersonales y claramente auto promocionales del presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya Cortés, por radio y televisión. En una sola estación radiofónica conté hasta seis spots, siempre el mismo, en una hora. El uso de los tiempos oficiales en esa forma, además de ser una ilegalidad, resulta un lamentable desperdicio. Y resulta contraproducente, por falso.
No sólo el PRI y el PRD han exigido que el hablantín queretano frene su campaña adelantada. También correligionarios suyos, que entregaron el pasado 15 de febrero al CEN de su partido una carta en la que le piden parar su carro. En la misiva los panistas aseveran que tal acción “representa una promoción de su imagen personal utilizando recursos públicos y que ello puede ocasionar un mala señal para los mexicanos”. Los firmantes –entre ellos Manuel Gómez Morín Martínez del Río, Juan Miguel Alcántara Soria, Gustavo Vicencio y Patricia Espinosa– le exigen que comunique su intención de que va a permanecer al frente del PAN los tres años por los que fue elegido. «Hacer público que usted fue electo por un periodo de tres años y que concluirá el encargo, velando por la imparcialidad de la elección interna donde usted es árbitro, no un contendiente más», pone el escrito.
No sé qué es peor: si el uso indebido de esa prerrogativa o la mediocridad de sus mensajes. En 30 segundos, todo el tiempo a cuadro, el joven dirigente nos dice que no cree que México esté peor que nunca, como dicen, sino que es un gran país. Lo que está peor que nunca son los malos gobiernos, corruptos, aclara. Con una sucesión de escenarios y atuendos, pretende dar una imagen optimista y juvenil. Caminando México, “reconfirma” sonriente que vivimos en una tierra rica, de gente valiosa, llena de oportunidades. Asegura que es posible cambiar las cosas. ¿Quién dijo que no se puede?, pregunta. Y afirma, rotundo: ¡de que se puede, se puede!
Resulta que quien eso machaconamente postula para el país no lo ha podido hacer en su casa. Incumple su compromiso de “regenerar” al PAN, como prometió en su campaña por la dirigencia. Tampoco ha realizado la auditoría al adulterado padrón interno del PAN, que tanto ha exigido Ernesto Ruffo Appel. En seis meses que cumplió ya en el cargo, ha sido incapaz de atacar siquiera uno de los casos emblemáticos de corrupción que tienen a su partido sumido en el descrédito. Su ocurrencia de crear una Comisión Especial Anticorrupción ha resultado una tomadura de pelo. Puso de parapeto a un hombre honorable como Luis Felipe Bravo Mena, dos veces dirigente nacional panista, para simular una batida contra los sinvergüenzas que han hecho del partido fundado por Manuel Gómez Morín una patente para el saqueo. Y nada ha pasado.
Al nombrar a Bravo Mena, Anaya aseguró que no tolerará ningún acto de corrupción al interior del partido, textual. “Seremos críticos permanentes de cualquier acto de corrupción interno y externo. Los mexicanos exigen y merecen total transparencia y una efectiva rendición de cuentas de todos los servidores públicos”. Explicó que la creación de la Comisión Anticorrupción y el nombramiento de su titular ratifican el compromiso de AN para combatir la corrupción en México, “empezando por casa”. Y lo asumió: “Empezar por casa nos da autoridad moral para denunciar la corrupción rampante”.
El problema es que este viernes se cumplen justo cinco meses de ese nombramiento, ocurrido el pasado 5 de octubre, mientras el partido sigue de escándalo en escándalo. Y Bravo Mena no actúa. En una entrevista con Grupo Imagen recordó que su partido es el primero que forma una comisión de este tipo, “sabiendo que vamos a pasar por un periodo de gran vergüenza, de reconocer los errores y las faltas de nuestros militantes”. Atribuyó la tardanza a que se elaboran los reglamentos y procedimientos, para luego actuar. Van 150 días.
Tiene ante sí, de entrada, una lista larga, que crece. En ella destaca el caso del guanajuatense Luis Alberto Villarreal García, que cuando era coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados se vio involucrado en los escándalos sucesivos de los “moches” –¿se acuerdan?— y el video de la fiesta de Puerto Vallarta, donde los legisladores azules por él encabezados departieron con chicas del table dance. Nada se ha hecho tampoco con respecto a las reiteradas acusaciones contra el ex gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, ni ante los escándalos alrededor del ex candidato a gobernador de Colima, Jorge Luis Preciado.
En el limbo quedó la denuncia contra Luis Vizcaíno Carmona, funcionario de la delegación Benito Juárez, acusado en diciembre pasado de extorsión por la empresa Asdeporte de haberle exigido 90 mil pesos para otorgarle el permiso para la realización de una carrera en calles de esa demarcación. Nada tampoco sobre el líder y protector del propio Vizcaíno Carmona, el exdelegado en Benito Juárez Jorge Romero Herrera, jefe de la secta de Los Ocean, contra el que forma una montaña el cúmulo de acusaciones por falsificar el padrón interno del partido en el DF, afiliaciones corporativas, corrupción en la asignación de contratos, extorsiones, ataques contra medios de comunicación y otras linduras bien documentadas.
En la conmemoración del 119 aniversario del natalicio de Manuel Gómez Morín, el pasado 27 de febrero, el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa se sumó severamente a las críticas de militantes de su partido que desde hace varios años vienen denunciando el corporativismo y clientelismo que prevalece en el PAN capitalino, controlado por Romero Herrera. Advirtió que su partido ha caído electoralmente en la capital del país hasta ser la cuarta fuerza, y alertó que esa tendencia no se revertirá en tanto no deje de “reclutar rebaño”. Pero lejos de actuar contra ese pillo, Anaya Cortés lo tolera como coordinador de la fracción del PAN en la ALDF. Y no sería raro que avale sus aspiraciones de ser a la vez diputado por dedazo ante la Asamblea Constitutiva de la CdMx.
Es evidente que el dirigente panista no tiene los arrestos, o la voluntad, de entrarle de a de veras a esos y otros casos de “corrupción rampante”, como él mismo la llama. La conclusión obvia es que mantiene compromisos –apoyos, favores, negocios– que le impiden actuar. Y así, de plano, no se puede. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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