Los olvidados en la serranía

15/01/2016 - 12:01 am
El Modelo De Sobrevivencia Se Extiende a Regiones De Chihuahua Durango Michoacán Guerrero O Chiapas Foto Cuartoscuro
El Modelo De Sobrevivencia Se Extiende a Regiones De Chihuahua Durango Michoacán Guerrero O Chiapas Foto Cuartoscuro

“Yo crecí en el rancho de La Tuna, en esa área, todavía ahora, no hay oportunidades de trabajo. La única forma de tener dinero para comprar comida es sembrando amapola, mariguana, ya a la edad de 15 años, comencé a crecer (y ya podía) cultivar y vender”, le dijo Joaquín "El Chapo" Guzmán a Sean Peen, en una de las habitaciones de la Reserva Nuestra Señora Natural que administra la UAS.

Esta descripción sociológica es inmejorable para describir la vida en los más de mil pueblos, rancherías, caseríos y lugares abandonados o habitados sólo por viejos, mujeres y niños en el llamado Triángulo Dorado.

Más, todavía, podríamos extender este modelo de sobrevivencia a regiones de Chihuahua, Durango, Michoacán, Guerrero o Chiapas, donde sus pobladores que no tienen muchas opciones que no sean las que están ligadas al cultivo y venta de drogas. Quizá ahí está la explicación de la reiterada afirmación de que el problema de las drogas sobrevivirá a estos y otros narcotraficantes.

Y eso viene de lejos. A principios de los años cincuenta en la parte sinaloense del Triángulo Dorado, cuando ocurría la llamada Guerra de Corea, donde el gobierno de los Estados Unidos había desplegado fuerzas militares, se dice que se puso en marcha un acuerdo secreto entre el gobierno mexicano y el estadounidense. Este acuerdo era para el cultivo de amapola en la Sierra Madre Occidental y evitar los traslados desde las regiones lejanas e inhóspitas de Turquía y Afganistán. La producción de goma de opio tenía como objetivo producir morfina indispensable en las guerras como atenuante de dolor.

Hay otra versión, que la semilla de la amapola la llevaron chinos a Sinaloa porque la necesitaban para surtir sus fumaderos de opio en Mazatlán. Incluso hay quienes afirman que en ello radica la explicación del asesinato del Gobernador Rodolfo T. Loaiza durante el Carnaval de 1944 por haber limitado los cultivos de amapola.

Independientemente de cuál sea la versión cierta, lo real es que cuando se van los chinos y termina la guerra en 1953, el gobierno estadounidense dejó de comprar esta materia prima, pero las plantas de amapola quedaron en plantíos, incluso se les utilizaba como flores de ornato en la entrada de las casas serranas dado su belleza y colorido. Hay quienes afirman que ese abandono significó una nueva etapa de las drogas sinaloenses pues dejaba de ser un negocio de extranjeros y empezaba el trasiego de los locales.

Hay un pasaje en las memorias de Manuel Lazcano Ochoa, Secretario de Gobierno durante el sexenio de Francisco Labastida (1986-1992), donde menciona que durante una campaña política a mediados de los años cincuenta tuvo que ir al municipio de Badiraguato y estando ahí se le hizo tarde por lo que tuvo que pernoctar en una de sus rancherías y ahí vivió una experiencia. En la atmosfera del cuarto donde descansaba había un olor fuerte que le dificultaba conciliar el sueño. A la mañana siguiente lo primero que hizo fue preguntar a sus anfitriones de dónde provenía ese olor penetrante, ácido, inquietante. Como respuesta sus anfitriones lo llevaron hasta un cuarto contiguo al suyo donde había unas latas mantequeras que contenían goma de opio. Estaban listas para ser llevadas a la primera estación del ferrocarril y ser trasladadas a Mexicali donde serían vendidas a traficantes norteamericanos.

Esos viajes en los que participaban personajes como Ernesto Don Neto Fonseca eran muy frecuentes en esos años. Era la mejor forma de obtener buenos ingresos y rápidos. En ese entonces, la violencia de la droga no había llegado, y los gomeros eran una suerte de filibusteros que se ganaban la vida comprando a los productores la savia de la amapola y luego la revendían.

Sin embargo, el éxito de uno no significaba mayor cosa para la mayoría de los pobladores, que seguían dedicados a los cultivos de temporal. Que sobrevivían labrando la tierra y cuidando vacas y burros. En estos pueblos no se sentía la mano de ningún gobierno ni política pública alguna. Estaban abandonados a su suerte. Escuchando los sonidos del huevo de la serpiente, para utilizar la imagen de Ingmar Bergman.

En eso estaban hasta 1974 cuando Alfonso Genaro Calderón, un líder obrero de la sección 12 del Sindicato Nacional Azucarero, asume el cargo de Gobernador del estado de Sinaloa. Él era un hombre de la sierra había nacido en Calabacillas, un caserío chihuahuense del Triángulo Dorado, y había crecido en el pueblo sinaloense de San José de Gracia donde todo era carencias, él mismo tenía sólo estudios de primaria. Y este político de hablar folclórico que en su campaña por la gubernatura recordaba que "había llegado a Los Mochis, batiendo el lodo con los pies descalzos" ha sido el único Gobernador que se propuso un programa integral para el desarrollo de la llamada región de los altos. De entonces a la fecha la sierra sinaloense sigue olvidada de las políticas públicas. Nadie quiere atender con seriedad el abandono. La vida está en los valles.

Sólo vuelven los políticos con el fin de obtener votos pero el resto del tiempo es sobrevivir y violencia. Y, es ahí, donde adquiere sentido la expresión de Joaquín "El Chapo" Guzmán cuando se refiere a su pueblo natal: La Tuna, donde todavía vive su madre y sus hermanas. Mujeres como muchas. Religiosas y devotas de Jehová. En esos pueblos existe una mezcla cultural de religión, pobreza, abandono, ignorancia y violencia. Son, vamos, los cinco caballos de este singular apocalipsis regional.

Entonces, el surgimiento de personajes como "El Chapo" Guzmán, no podría dejar de aparecer en este camino. Son consustanciales a su vida diaria. Para muchos es la única opción de sobrevivencia. Son la parte frágil de la cadena del narcotráfico. Lo vimos en octubre pasado cuando en la búsqueda desesperada de este personaje legendario los marinos no tuvieron ningún respeto por los derechos humanos de los pobladores. La metralla estremeció  la sierra y muchos de ellos huyeron con sus familias hacia lugares más seguros como antes lo han hecho de decenas de miles a los valles sinaloenses.

Ahora, con la detención de "El Chapo" Guzmán, hay quienes se preguntan que habrá de pasar en ella. La experiencia de la detención o muerte de otros personajes del narcotráfico enseña que ese poder concentrado en una persona se fragmenta y resulta más caro el remedio que la enfermedad.

En definitiva, la detención de Joaquín "El Chapo" Guzmán revelará una vez más que la persecución se agota en si misma pues la estructura del Cártel de Sinaloa permanecerá intacta y el negocio de la droga continuara sin que le sirva a esa gente serrana para cambiar sus condiciones de vida y ante esa fatalidad, seguirá produciendo personas que ante falta de oportunidades no tendrá de otra que seguir cultivando y vendiendo drogas. Matando si es necesario.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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