«El Chapo», ¿sólo una pieza del rompecabezas?

12/01/2016 - 12:02 am
por Qué Guzmán Loera Seguía Moviéndose En Su Territorio Familiar Perdido Entre La Sierra Foto Cuartoscuro
por Qué Guzmán Loera Seguía Moviéndose En Su Territorio Familiar Perdido Entre La Sierra Foto Cuartoscuro

Es inevitable hablar del tema y, para los que hemos vivido bajo la hegemonía de un cártel delictivo, también imposible descalificar la captura del Chapo. Nos produce satisfacción y reconocemos el éxito del operativo.

Ya que no acostumbro a ver la vida como un complot de los poderosos y los perversos trasnacionales, sólo haré las preguntas que me surgen tras los hechos.

Primero, sobre la simpleza del bolsón de protección que construyó Guzmán Loera. Todos eran personas de su conocimiento personal y de tiempo atrás: su piloto, su minero, su cuñado, su abogado, su financiero, su guardaespaldas favorito y su segundo minero de confianza, que fue la clave para su escape. Seguramente en Sinaloa conocían a cada uno y sabían qué papel jugaban en la organización; todos son de allá, con familiares, amigos y parientes extendidos. Es imposible que los políticos, policías, militares y periodistas de la región no los conocieran.

Ese afán de controlar personalmente las operaciones, sin delegar funciones a otros expertos, no corresponde a un gran empresario; más bien es el estilo de trabajo de los medianos empresarios que pasaron del artesanado a la producción ampliada y continúan con sus prácticas elementales de inversión.

Me surge otra duda, ¿será «El Chapo» la careta para que el pueblo señale mientras el verdadero jefe del Cártel se encuentra oculto entre la aristocracia mexicana (los 250 poderosos que deciden)? Habiendo conocido un poco de la estructura del Cártel de Juárez, la poca sofisticación del organigrama de protección del sinaloense impresiona por su simpleza.

Amado Carrillo se movía en la Ciudad de México y sus alrededores, con muchos círculos de defensa desvinculados entre sí, rodeándolo. Sabía que la cercanía a la frontera facilita el trabajo de las agencias norteamericanas y aumentaba su riesgo si se establecía aquí.

Controlaba Juárez a través de delegados y tenía una estructura que le permitía controlar toda a distancia. Su hermano Vicente siguió trabajando desde la capital o diferentes ciudades grandes donde se puede pasar desapercibido.

¿Por qué Guzmán Loera seguía moviéndose en su territorio familiar, perdido entre la sierra? Una posible explicación es que su círculo de protección estaba entre las dependencias policiacas y de procuración de justicia de los tres estados del triángulo dorado: Sinaloa, Durango y Chihuahua. Esto lo convierte en un líder regional, no en el cabecilla nacional e internacional que le adjudican ser.

Ya afuera de la cárcel el lugar menos indicado para esconderse era Sinaloa, si fuera un gran dirigente nacional estaría en Europa o en Sudamérica, hasta Caro Quintero en los ochenta se escondió en Costa Rica. Los líderes terroristas se pierden en áreas seguras o grandes ciudades y los políticos corruptos de pérdida se van a Miami.

Otra, ¿cómo es que «El Chapo» no salía de su rancho? ¿Cómo un hombre aquerenciado, como la canción de Juan Gabriel “en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente”, puede organizar una red de distribución de droga desde Buenos Aires hasta Chicago y no usarla para esconderse?

No dudo que Guzmán Loera fuera un fuerte capo con presencia en los cuatro estados del norte-oeste, incluyendo Sonora, y que gozara de protección política y policiaca en la zona; cabe decir que, en Juárez, aunque los rivales del cartel fronterizo estaban aliados con él, a fin de cuentas eran bandas locales que inicialmente fueron parte del grupo de los Carrillo Fuentes.

Da la impresión de que el Cártel de Sinaloa era el protegido por el sexenio anterior, pero no parece que lo hubieran preferido por destacado, más bien fue un escaparate para mover por los callejones traseros toda la mercancía que realmente se vende mientras en la tienda sólo están las ofertas al público. Parece más una pieza del rompecabezas que todo el cuadro.

De ser cierta esta hipótesis, el verdadero manipulador, la mano que mece la cuna, se encuentra gozando de cabal salud y plena libertad, conspirando en las alturas para la designación del próximo candidato, o candidatos, a la Presidencia de la República. Y es posible que «El Chapo» ni siquiera lo conozca personalmente.

Seguimos como siempre, cosas suceden, pero no pasa nada.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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