Jorge Zepeda Patterson
03/01/2016 - 12:00 am
¿Qué nos traerá de bueno el 2016?
Antes de que el año que recién arranca nos demuestre lo contrario, quisiera compartir algunos optimismos sobre lo que podríamos esperar en los próximos doce meses.
Antes de que el año que recién arranca nos demuestre lo contrario, quisiera compartir algunos optimismos sobre lo que podríamos esperar en los próximos doce meses. Conviene hacerlo antes de que la realidad regrese de vacaciones y nos desgracie la esperanza. Ya sabemos que en cuanto los servidores públicos advierten la cuesta de enero y los políticos se empeñan en recuperar el tiempo perdido, las infamias públicas empiezan a poner su huella en el calendario.
Fincar algún tipo de optimismo en la cosa pública requiere alguna dosis de ingenuidad y auto negación, pero aquí van algunas previsiones halagüeñas: la economía crecerá alrededor del 3 por ciento. Se me dirá que eso es muy poco, pero habría que decir que la buena noticia es que no decreceremos, considerando que habrá un entorno internacional negativo y se mantendrá desplome del precio del petróleo. En todo caso el crecimiento del PIB será superior al promedio europeo y latinoamericano.
Un dólar tan caro es una pésima noticia para muchos, en particular para los exportadores, pero una bendición para los habitantes de las zonas marginales de Oaxaca, Michoacán o Zacatecas que sobreviven gracias a las remesas de los paisanos. En 2015 los envíos desde Estados Unidos ascenderán a cerca de 24 mil millones de dólares y superan ya a los ingresos procedentes del petróleo o del turismo. Todo indica que ese ritmo se sostendrá durante el próximo año.
La derrama que eso representa podemos dimensionarlo mejor si consideramos que en 2016 la Sedesol ejercerá un presupuesto apenas superior a 6 mil millones de dólares, es decir, la cuarta parte de lo que los mexicanos en el exterior envían a sus familiares. Las remesas se han convertido en el principal soporte en contra de la pobreza extrema.
El próximo año el tema de los candidatos independientes seguirá siendo una punzada para los que ejercen el monopolio del poder político. No es una panacea, pero lo cierto es que ante el temor a la aparición de otros “Broncos” en las elecciones de Gobernador, los partidos están modificando la manera en que auscultan a sus candidatos. Ninguno puede darse el lujo de que un personaje agraviado y con arrastre popular les arrebate por la libre una elección. Y en 2016 habrá doce gubernaturas en disputa.
No sé cuánto durará el efecto demostrativo de la cancelación del proyecto del corredor de Avenida Chapultepec, pero sin duda es un machucón de dedos en contra de iniciativas montadas a favor de contratistas y concesionarios, disfrazas de obra pública al servicio de la comunidad. Quiero pensar que el siguiente proyecto de relumbrón tendrá que asegurarse de transparentar los beneficios a favor de los usuarios y no sólo de los protagonistas.
Supongo que en 2016 veremos menos las fiestas, recepciones y viajes de parte de la familia presidencial. Todo indica que en Los Pinos ya advirtieron que la exhibición de lo bien que se lo están pasando, los vestidos y joyas que portan o los miembros del jet set internacional a los que tienen acceso, constituye una fuente de irritación para la mayoría de los mexicanos y material inflamable en las redes sociales. El vínculo casi idílico entre el Presidente del país y la actriz afamada hace rato que dejó de ser rentable y comenzó a pasar factura.
Y a propósito de redes sociales, 2016 seguramente será otro año memorable. La proliferación del celular y la banda ancha hacen de todo mexicano un visor en potencia, lo cual garantiza una buena cosecha de Ladys y Mirreyes captados infraganti. Es tan pobre la actuación de tribunales y fiscales para investigar y castigar los excesos de los poderosos, que al menos podemos disfrutar de este pequeño pero efectivo desquite que nos ofrecen los memes y sus creadores.
Como pueden observar, mis previsiones optimistas son bastante discretas. Eso es mejor que afrontar los desengaños por abrigar expectativas demasiado ambiciosas. Hace un par de años consideré la emergencia de los grupos de autodefensa como un rasgo positivo y ya ven en lo que acabó. Así que de cara a los buenos momentos que anticipo en 2016 tengo más confianza en Netflix, en mi librero y en el Barsa, que en la cosa pública. Pero eso lo sabremos el próximo diciembre.
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