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Adela Navarro Bello

11/11/2015 - 12:00 am

Y después de la mariguana, ¿qué?

Los ex Presidentes de Latinoamérica y México que en grupo y en lo individual promueven la legalización de las drogas, específicamente de la mariguana, -entre ellos de manera seria desde el análisis social, académico y científico, Ernesto Zedillo Ponce de León, y de forma más ocurrente y desde el punto de vista de la comercialización, […]

Los ex Presidentes de Latinoamérica y México que en grupo y en lo individual promueven la legalización de las drogas, específicamente de la mariguana, -entre ellos de manera seria desde el análisis social, académico y científico, Ernesto Zedillo Ponce de León, y de forma más ocurrente y desde el punto de vista de la comercialización, Vicente Fox Quesada- se mueven en razón de terminar, en cierta medida, con el narcotráfico y, por ende, con el crimen organizado.

En una ocasión hace no muchos años, incluso pagaron por la elaboración de un estudio social-criminal y la producción de un video recreativo para explicar el panorama actual con la prohibición de las drogas, y una hipotética situación en un escenario de legalización del consumo de drogas, específicamente de la mariguana.

Para quien lo quiera observar, el video se encuentra en la red internacional de la información como “The War on Drugo” la “Guerra contra Drugo”, en español (lo puede observar aquí); abordan el tema con un cariz de cuento de hadas estilo Disneyland. Todo inicia en un reino donde un poderoso rey gobernaba a su pueblo y donde también habitaba un dragón llamado Drugo, a quien los pobladores del reino visitaban con cierta frecuencia y cada vez más, a grado de dejar sus familias, sus trabajos, sus vidas, a un lado para estar con el dragón.

El dragón representa, por supuesto en la alegoría, a las drogas. El Rey a los Gobiernos. Las pandillas que aparecerán después, a los cárteles. Lo que sucede en el cuento es la hipótesis de lo que los gobernantes de Latinoamérica y México piensan que sucederá en la vida real a partir de los sucesos de sangre y plomo que han marcado en los últimos 30 años a países como Colombia y México. Mientras el rey inicia una guerra contra Drugo, le corta la cabeza y le crecen otras, hay muertos, hay más pobladores entregados al dragón y aquel poderoso reino termina siendo el escenario de una cruenta guerra que nadie parece ganar al aparecer las pandillas que querían controlar al dragón para mantenerlo cerca de los pobladores, mientras el rey invierte joyas y dinero en la guerra contra Drugo…

Hasta que rey y dragón hacen un pacto, legalizan su estancia en el reino y con ello desaparecen las pandillas que se peleaban por el control del dragón; el cuento no tiene un final feliz, sin embargo refieren que un mundo donde se cohabite con Drugo podría ser menos violento y con menor sufrimiento para las naciones y sus residentes.

Si la premisa de legalizar la mariguana en este país, iniciada a partir de un amparo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación concede a cuatro personas que integran la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante para la producción y consumo de mariguana con fines de lúdicos, de entretenimiento y autoconsumo, alejados de la comercialización y el consumo de otras sustancias sicotrópicas, basados en “el derecho fundamental en cuestión permite que las personas mayores de edad decidan sin interferencia alguna qué tipo de actividades recreativas o lúdicas desean realizar, al tiempo que también permite llevar a cabo todas las acciones o actividades necesarias para poder materializar esa elección”, está siendo adoptada o vista por partidos políticos y gobiernos como una puerta para la legalización de las drogas como parte de una estrategia de combate al narcotráfico y al crimen organizado, me parece que se trata de una suposición errada.

Graco Ramírez el Gobernador de Morelos ha sido bastante abierto en relación al tema de la legalización de la mariguana para detener la guerra contra las drogas y minar las actividades de narcotraficantes y criminales organizados; lo mismo hace unos días Jesús Zambrano del Partido de la Revolución Democrática, disertó sobre cómo el debate de la legalización de la mariguana debe “asumirse con mayor responsabilidad como un asunto de salud pública por un lado y por otra parte también como algo que debiera ayudar a reducir los niveles de violencia en el País”.

En el mismo tenor, Milton Romani, Secretario de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay, país donde se reguló el consumo de la mariguana para efectos de entretenimiento, reflexionó a propósito del fallo de la Corte Mexicana y a preguntas expresas del reportero Benito Jiménez de Reforma:

“Legalizar significa poner bajo un control más seguro, desde el punto de vista legal y sanitario, una sustancia que de todas maneras es consumida. Actualmente, el proveedor y el que regula ese control, el precio la psicoactividad, la calidad, es el narcotráfico…”.

Remató: “…no significa que Uruguay renuncie a la aplicación de la ley y a la lucha contra el crimen organizado, lo que queremos es quitarle (al narcotráfico) un mercado que los fortalece”.

Abrir la puerta de la legalización de las drogas, de la mariguana, en una estrategia de combate al narcotráfico y al crimen organizado, destapará una caja de pandora ¿Después de la mariguana qué seguirá? ¿Cuál droga debido exclusivamente a su alto consumo deberá legalizarse ante la imposibilidad de los gobiernos de sanear a su sociedad?

Los cárteles de la droga se han convertido en México a partir de la impunidad que les proveen los Gobiernos que dejan de lado su obligación a ejercer el Estado de Derecho, se han diversificado de tal forma que operan empresas criminales organizadas.

No es ya la mariguana el principal negocio de los cárteles mexicanos. Al trasiego de cocaína, heroína, metanfetamina, cristal, pastillas, se han sumado a otras actividades ilícitas que dañan por igual a las personas y a las familias, como la extorsión, el secuestro, el cobro de piso, el asesinato bajo sueldo, el robo de bienes, y otros tantos que han provocado en México un éxodo de familias en norte, centro y sur, hacia un lugar más tranquilo, a un lugar donde la actividad económica se pueda desarrollar sin tener que pagar al crimen por ello.

No creo, pues, como parte de una estrategia de combate a las drogas, al narcotráfico, y al crimen organizado, en la legalización de la mariguana. De hecho, de acuerdo al conteo de aseguramientos de droga por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, el trasiego de mariguana ha ido en disminución, con ello la confiscación de esa droga, al tiempo que la distribución de otras más fuertes ha incrementado.

Informaron los militares que en 2014 incautaron 259 kilogramos de heroína mientras un año antes solo llegaron a los 182 kilos asegurados, lo cual, enfatizaron, significa un alza del 42.3 por ciento en la heroína que se impidió se distribuyera en las calles de México o se trasegara a la Unión Americana.

Lo mismo sucedió con la semilla de amapola. 872 kilos asegurados en 2013, mil 600 kilogramos incautados en 2014… incremento de 313.3 por ciento. Igual el opio, en cuyo caso creció el decomiso en 506.7 por ciento. Las metanfetaminas se incrementaron en un 19 por ciento, mientras la mariguana un escaso 8.7 de aumento.

Esto significa que el negocio de los cárteles de la droga está cada vez menos en la mariguana y más concentrado en drogas consideradas fuertes, lo cual también indica que el consumo de drogas en este país y en los Estados Unidos, que resulta ser en muchos de los casos el destino final del trasiego de droga, se ha diversificado hacia drogas más “potentes” o peligrosas, dejando a la mariguana, como ya sucede en varios países y algunas ciudades, para “el uso recreativo”.

El Presidente Enrique Peña Nieto no se posicionó como representante del Gobierno Mexicano al respecto, en lo personal dijo que no creía en la legalización de la mariguana, pero en lo institucional se decantó por trasladar la decisión a la sociedad –cuánta falta haría que otras medidas también las sometiera a votación o debate nacional- al ordenar la instalación de foros de análisis a la Secretaría de Gobernación.

Hace muchos años que en México no se ve una campaña contra el uso de las drogas, cualquiera que esta sea: la última de mayor visibilidad fue la de “Di no a las drogas”, y de eso harán unos 20 años. Lo mismo ocurre en los Estados Unidos. Los adictos, los drogadictos no son responsabilidad del Estado rehabilitarlos o controlarlos, aquí como tras la frontera del vecino país, esa responsabilidad se le ha conferido –a veces con recurso oficial- a las organizaciones de la sociedad civil que sirven y en ocasiones se sirven con programas que no alejan a la sociedad de las drogas.

Antes de pensar en un debate sobre la legalización, México, la presidencia de Enrique Peña Nieto, debería iniciar un plan, una estrategia de combate al uso de las drogas. Más que “quitarle el negocio al narcotráfico” legalizando las drogas, deberían quitarle los consumidores al narco, saneando a su población.

Porque después de la legalización de la mariguana la pregunta lógica es cuál droga seguirá de ser legalizada.

en Sinembargo al Aire

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