Cualquier observador externo no dudaría en calificar de esquizofrénica a una sociedad que al mismo tiempo que persigue y castiga como pocas a los consumidores de marihuana, celebra, como si hubiera ganado un campeonato mundial, la decisión de la Suprema Corte de amparar a cuatro personas que exigen su derecho constitucional a consumir y producir su propia mariguana.
Lo primero es de locos. El resultado tangible de la mal llamada guerra contra el narco fue la persecución de los consumidores de mariguana. En las cárceles mexicanas hay once mil personas, la mayoría de ellas jóvenes, acusadas de narcotráfico por llevar consigo dosis de marihuana mayores a las permitidas por la ley. Es decir, el aparato de Estado volcado a la persecución del crimen organizado terminó por masacrar a la parte débil de la cadena: los jóvenes. Estoy seguro que esa no era “la instrucción de la superioridad”, para hablar en términos muy policiacos, pero fue, junto con el aumento de las muertes violentas, el efecto colateral más perverso de esta política.
Lo que ganamos ayer los mexicanos con la decisión de la Corte no es el derecho a fumar mariguana, eso será un decisión de cada quién y deberá para ello ganar un amparo; después de cinco resoluciones en el mismo sentido entonces sí causará estado. Lo que ganamos fue una batalla cultural; meter el pie para abrir un puerta cerrada a cal y canto para discutir de manera más abierta el tema de la drogas.
Que la Corte declare constitucional el derecho al consumo de la marihuana cambiará la manera en que los jueces y magistrados, y esperemos que también políticos y policías, traten los asuntos de narcotráfico. Esto debe servir para entender que el enemigo no son las drogas y sus consumidores, es el crimen organizado en tanto que amenaza la subsistencia del Estado y las libertades de la sociedad.
El triunfo más importante, el que merece ser celebrado como campeonato de las Chivas (uno de verdad, no el de Copa) es abrir el debate y romper con la hipocresía en torno a este tabú. Pocas cosa le han hecho tanto daño a la sociedad como la doble moral sobre el consumo de las drogas: políticos cocainómanos cuyos hijos son consumidores de todo tipos de drogas; soldados y policías mariguanos, jueces empastillados, todos persiguiendo con armas y discursos a ese gran enemigo imaginario del que son parte.
Lo que ganamos los mexicanos con la resolución de la Corte el miércoles no es el derecho a consumir mariguana; ganamos la mayoría de edad, y eso merece ser celebrado.