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Arnoldo Cuellar

22/10/2015 - 12:01 am

¿El mejor gobernador del PAN? ¿En serio?

Hace una semanas, la Fundación Carlos Castillo Peraza le hizo un reconocimiento a Miguel Márquez Márquez, calificándolo como “el mejor Gobernador panista del país”. El homenaje llegó, por cierto, después de la derrota electoral de junio de 2015, cuando el PAN vio disminuido su numero de mandatarios estatales. Márquez es el jefe del Ejecutivo en […]

Hace una semanas, la Fundación Carlos Castillo Peraza le hizo un reconocimiento a Miguel Márquez Márquez, calificándolo como “el mejor Gobernador panista del país”.

El homenaje llegó, por cierto, después de la derrota electoral de junio de 2015, cuando el PAN vio disminuido su numero de mandatarios estatales.

Márquez es el jefe del Ejecutivo en Guanajuato, una entidad donde el PAN ha hecho gobierno desde 1991, casi un cuarto de siglo. La continuidad ha sido beneficiosa en muchos aspectos, pero no en todos.

Por ejemplo, la política de atracción de inversiones, de creación de parques industriales y de fundación de universidades tecnológicas proveedoras de la mano de obra calificada para la industria automotriz y de autopartes, ha tenido seguimiento puntual en cada administración, independientemente de la vocación de los mandatarios.

Ese esfuerzo ininterrumpido tiene hoy a una entidad, hasta hace poco eminentemente agrícola, con un crecimiento superior al del promedio nacional y cercano o incluso superior al de entidades tradicionalmente industriales, como Nuevo León, Jalisco o el Estado de México.

Esa circunstancia aunada a los buenos resultados electorales de Márquez, derivados más que de la fortaleza o la buena organización panista, del derrumbe estructural del PRI y del PRD, ambos convertidos en patiños del gobierno estatal, conforman el escenario que dio pauta al reconocimiento de Márquez como el gobernador de excelencia del PAN.

Ayuda el hecho de que otros dos mandatarios llegados al poder bajo alianzas que incluían al PAN, como el poblano Rafael Moreno Valle y el oaxaqueño Gabino Cué, carecen del ADN propiamente panista, aunque el primero saborea ya la candidatura presidencial.

Por ese hecho, por la carencia de panistas con fuerza y presencia política en las gubernaturas, los resultados de Márquez les parecen a muchos militantes de ese partido un palmarés suficiente para incorporarse a la carrera por la presidencia de la República, consecuencia inevitable de ese tipo de reconocimientos.

Sin embargo, el propio Márquez no parece decidirse y manda la señal de que no le interesa, quizá como una táctica para ganar tiempo. A pesar de ello, empieza a sufrir las incomodidades de estar bajo ese reflector.

De pronto, los cadáveres bien escondidos en el clóset, la basura debajo de la alfombra que los medios de comunicación locales omiten, empieza a aparecer en publicaciones nacionales.

Esta semana, por ejemplo, se pudo conocer que Miguel Márquez tiene un compadre, Rafael Barba, que, sin cargo en el gobierno, toma decisiones, coloca funcionarios y maneja las adquisiciones multimillonarias de la administración.

También fue posible saber que el gobernador ha colocado a su cuñado, Luis Alberto Carreño, en una dirección general de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano, sin contar con título profesional ni perfil.

Márquez ha sido hasta ahora un gobernador al que la suerte le ha sonreído. Impulsado por su antecesor, el polémico Juan Manuel Oliva, a una candidatura que recibió todo el apoyo de la estructura estatal, le ha tocado cosechar frutos sembrados lustros atrás.

Sin embargo, la administración panista asemeja un gigante con pies de barro que compagina alto nivel de crecimiento con elevados índices de pobreza; elevada inversión en educación, con bajísimos indicadores de rendimiento académico; eventos culturales de primera magnitud con una acentuada pobreza intelectual de sus clases dirigentes; apertura al capital manufacturero, pero cerrazón a las ideas de tolerancia y respeto a la diversidad; inversiones multimillonarias en artefactos tecnológicos de vigilancia, con un auge de la violencia criminal.

Es evidente que la fundación Castillo Peraza no le hizo mucho honor al desaparecido político yucateco, al decidir otorgar un premio no al mejor, sino quizá al menos peor de los gobernadores del PAN, cuyo número se cuenta con los dedos de una mano.

Empero, habrá que agradecer que gracias a ese reflector pronto se podrá conocer a nivel nacional que la bonanza guanajuatense, como suele ocurrir en este país, no oculta nada más que un espejismo.

Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).
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