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Francisco Ortiz Pinchetti

11/09/2015 - 12:00 am

Los ecocidas tienen nombre

Aterra el dato: Desde el inicio de la civilización hasta nuestros días, la mitad de los árboles del planeta ha desaparecido. Lo aportan científicos de la Universidad de Yale, en un estudio publicado en la revista Nature. Y advierten que de seguir el alarmante ritmo de aniquilación de la superficie forestal de la tierra los […]

Tala Denunciada Por Los Ciudadanos Fue La Que Se Por Obra Que Se Realizó En La Zona De Mixcoac Para Dar Paso a Una Obra Vial Foto Ariana Pérez Sinembargo
Tala Denunciada Por Ciudadanos En La Zona De Mixcoac Para Dar Paso a Una Obra Vial Foto Ariana Pérez Sinembargo

Aterra el dato: Desde el inicio de la civilización hasta nuestros días, la mitad de los árboles del planeta ha desaparecido. Lo aportan científicos de la Universidad de Yale, en un estudio publicado en la revista Nature. Y advierten que de seguir el alarmante ritmo de aniquilación de la superficie forestal de la tierra los árboles se extinguirán dentro de los próximos 300 años.

Según la información publicada por SinEmbargo.Mx hace unos días  y firmada por Paola Ramos Moreno, los investigadores hicieron el que hasta ahora es el cálculo más preciso de la historia sobre el número de árboles en el mundo. El recuento se hizo a través de imágenes satelitales y estimaciones de las áreas forestales y con él se llegó a la conclusión de que en la actualidad contamos con alrededor de tres billones de árboles, lo que equivaldría a 422 árboles por cada ser humano.

Esta cifra podría parecer alentadora en principio, dice el texto, pero Thomas Cowther, el investigador que encabezó el estudio, advierte que el ritmo de la desaparición es alarmante y que es necesario “aumentar la reforestación en los próximos años para aliviar el impacto humano en los ecosistemas y el clima”, pues en el mundo desaparecen alrededor de 10 mil millones de ejemplares cada año y, desde el comienzo de la civilización, el 46 por ciento de los árboles se ha perdido irremediablemente.

Otro estudio, realizado por el Observatorio Global de los Bosques (GFW, por sus siglas en inglés), indica que México se ubica entre los 15 países que presentan los niveles más altos de deforestación en lo que va del siglo a nivel mundial, y en quinto lugar de América Latina, sólo por debajo de Argentina, Paraguay, Bolivia y Colombia. Bosques y selvas mexicanos han sido depredados durante decenios por agricultores y traficantes de maderas preciosas, sin el menor respeto por la Naturaleza. Lo hemos visto en Chiapas, en Campeche, en Oaxaca, en Tabasco. Más recientemente, en Quintana Roo.

Ocurre también, por supuesto, en el Distrito Federal. Y no sólo en los bosques de coníferas del Ajusco, en las delegaciones del sur de la capital como Tlalpan, de Magdalena Contreras y Xochimilco. La devastación forestal urbana se da cotidiana e impunemente en Benito Juárez, en Álvaro Obregón, en Miguel Hidalgo, en todas las delegaciones centrales donde el llamado boom inmobiliario de los últimos tres lustros, alentado por el tristemente célebre “Bando Dos” de Andrés Manuel, ha provocado la tala criminal de millares de árboles de diversas especies (algunas supuestamente protegidas, intocables) perpetrada por los desarrolladores de vivienda con la complicidad de autoridades delegacionales y del gobierno central. Un ecocidio. La infamia se encubre con pretextos asentados en permisos de derribo falsos, comprados. Para los constructores, los árboles se convierten en estorbos que hay que retirar. Y lo hacen con la impunidad que les da, a cambio de mordidas,  el cobijo gubernamental. Todo mundo lo sabe.

Un ejemplo actual –y atroz— es la pretensión del consorcio Liverpool de arrasar un vergel compuesto por más de 60 frondosos y añosos árboles, incluidas varias palmeras, que sobrevive desde hace más de 60 años en un predio de cinco mil 500 metros cuadrados ubicado en la estrecha calle Oso número 51, en la colonia Actipan de la delegación Benito Juárez. Proyectan construir ahí una ampliación de Galerías Insurgentes con seis niveles de estacionamientos, salas de cine y área de fast food. La constructora, que dice tener ya permiso de la Delegación para efectuar la tala, ofrece a los vecinos a cambio “un jardín con flores de 300 metros cuadrados…”

Esa destrucción infame a cargo de empresas particulares cuya única motivación es hacer negocio, no es por desgracia la única ni la más grave en la ciudad: la propia autoridad privilegia la obra pública y el cochupo sobre la preservación del medio ambiente al que está legalmente obligada. El gobierno del Distrito Federal es tal vez el principal depredador de las escasas áreas verdes de la capital. Se calcula, con base a informes oficiales,  que durante la primera mitad de la administración de Miguel Ángel Mancera Espinosa, suman ya más de 20 mil los ejemplares arbóreos asesinados, en aras de la construcción de obras públicas, en la mayoría de los casos vialidades vehiculares. Se matan árboles para dar espacio a los autos.

El más claro y doloroso caso es desde luego el de la zona donde se cruzan  Río Mixcoac e Insurgentes Sur, en la Delegación Benito Juárez también. Ahí, sin realizar una consulta ciudadana a la que está obligado, el GDF pretende construir un túnel vehicular doble, el llamado Deprimido de Mancera, para agilizar la circulación  en ese cruce ciertamente conflictivo. La inversión será de mil 400 millones de pesos y beneficiará directamente no sólo a los conductores de vehículos que por ahí circularan sino de manera muy elocuente  a los constructores de dos nuevas mega torres, una en lo que era la glorieta del Manacar, y otra en avenida Universidad. Mera casualidad, claro.

La autoridad advirtió de entrada que sería necesario derribar 855 árboles, la mayoría de ellos en el camellón central de Río Mixcoac: “estorban”, fue la razón única. Y ni siquiera se planteó la opción de trasplantarlos. Tala vil. Ante la oposición vecinal, obvia, la secretaria del Medio Ambiente del GDF, Tanya Müller García, mintió: dijo que la mayoría de esos ejemplares estaba enferma, lo que justificaba convertirlos en leña. Su dicho fue desmentido por la relación detallada elaborada ¡por los biólogos del propio gobierno capitalino!

Ante la resistencia de vecinos que marcaron con listones los árboles amenazados y realizaron plantones en el mencionado camellón y ocasionalmente bloqueos viales parciales en las vialidades adyacentes, el gobierno cedió parcialmente: redujo en un 30 por ciento, así de fácil, el número de árboles condenados. Es decir, alrededor de 250 de esos seres vivos iban a ser sacrificados sin motivo, se deduce, pudiéndose conservar.  Ahora Mancera Espinosa insiste, inflexible, en su decisión de derribar los casi 600 árboles restantes.

La propia  Procuraduría  Ambiental y del Ordenamiento Territorial del  DF (PAOT) acusó en una resolución sobre el tema al gobierno del Distrito Federal de no proporcionar la  información requerida sobre esa obra, no realizar la consulta ciudadana a la que estaba obligado ni cumplir con lo dispuesto por la Ley en cuanto a restitución física de árboles derribados.  En el documento se hace referencia a las denuncias sobre el sorpresivo derribo (durante la noche del 8 de marzo pasado) de  más de 150 árboles sanos sobre Avenida Rio Mixcoac, en el tramo que va de la calle de Moras a Avenida Insurgentes, “derribando árboles considerados como patrimonio urbanístico arquitectónico del DF, tales como los Fresnos y Cedros Blancos, entre otros” (sic).

Sobre el posible derribo de los 855 individuos arbóreos más (todavía no se anunciaba el “descuento” del 30 por ciento concedido por Mancera) para lo cual sólo se ha pedido una “indemnización” por un monto de cuatro millones 684 mil 066  pesos, la PAOT advirtió que para colmo no existe ningún compromiso de que esos recursos se apliquen para la restitución tanto de estos individuos arbóreos como de la mitigación del impacto ambiental en la zona.  Pidió que se expliquen las razones por los cuales se determinó solicitar la compensación  económica señalada en la Resolución de Impacto Ambiental, a pesar de que la Ley Ambiental de Protección a la Tierra del Distrito Federal prevé como primera opción la restitución física. No ha habido respuesta.

En el marco del mencionado estudio de los científicos de la Universidad de Yale, la actitud de las autoridades capitalinas constituye un crimen de lesa natura, sin más. Insensible a lo que significa la muerte de otros 600 árboles, Mancera Espinosa se aferra a su proyecto y opta por reprimir a los vecinos que pacíficamente mantenían un plantón, de día y de noche, en el camellón de Río Mixcoac. Unos 300 uniformados llegaron en la madrugada del pasado jueves 3 de septiembre para desalojar a una veintena de vecinos, en su mayoría mujeres. Desde entonces, policías del DF vigilan permanentemente la zona para evitar que los defensores de los árboles  –entre ellos mujeres, niños y adultos mayores—regresen. Difícilmente se podría esperar una conducta distinta: el jefe de Gobierno es incapaz de comprender el sentimiento que causa a un ciudadano consciente de su entorno el derribo de un sólo árbol. Uno sólo. Válgame.

Twitter: @fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).
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