Adela Navarro Bello
02/09/2015 - 12:00 am
Al tercer año: los cambios para seguir igual
A partir de la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República tanto el priismo como él prometieron un cambio. En la retórica presidencial eso fue el “Mover a México”, la alusión es clara en términos políticos: antes México estuvo estancado, por tanto la manera de cambiar, es moviéndole hacia adelante, avanzando, […]
A partir de la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República tanto el priismo como él prometieron un cambio. En la retórica presidencial eso fue el “Mover a México”, la alusión es clara en términos políticos: antes México estuvo estancado, por tanto la manera de cambiar, es moviéndole hacia adelante, avanzando, porque resulta difícil creer que se nos estaba advirtiendo desde entonces, que habría un retroceso.
Pero los cambios que han sufrido el País, el propio Presidente, su equipo y su partido, no han sido precisamente para beneficio de los mexicanos todos. Las necesidades son las mismas pero el nivel de urgencia se ha recrudecido. La economía no atraviesa su mejor momento y las predicciones de crecimiento van a la baja para lo que resta del año. En materia política si bien es cierto que la composición de los triunfos electores varió un poco, la crisis de credibilidad en partidos, instituciones y gobierno, también se ha agudizado.
Hay también, un mayor nivel de percepción de corrupción, de impunidad, por parte de la sociedad. No es de gratis. El cambio se da a partir del descubrimiento del equipo de reporteros de Carmen Aristegui sobre la adquisición de la “Casa Blanca” por parte de la esposa del Presidente a una filial de la constructora Grupo Higa, favorecida en el pasado y en el presente, con contratos de construcción por parte de los Gobiernos que ha encabezado Peña Nieto. Y por supuesto la sospecha permanece luego que un colaborador del propio Enrique Peña determinó que ni él, ni su esposa, ni el Secretario de Hacienda –también compró su casa al mismo constructor- cometieron delito alguno o cayeron en tráfico de influencias.
Otro cambio: Los pobres han aumentado. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de Política en Desarrollo Social, hay dos millones más de mexicanos que han pasado a esa categoría en los últimos tres años.
La devaluación del peso desde el 3 de diciembre de 2012 a finales de agosto de 2015, fue de 25 por ciento. El peso a más de 17 por un dólar habla de una política económica débil, basada en un producto que cada vez tiene menor demanda en el mundo: el petróleo, cuyos costos en lo que va del año han llegado a los 33 dólares por barril, pero el Gobierno basa su presupuesto en 50 dólares por barril (adquieren un seguro para llegar a esa cantidad irreal). Y a la falta de inversión en el País.
Aparte de las rigurosas leyes fiscales, los muchos impuestos y el incremento en normas internacionales y aranceles de importación y exportación, el clima de la inseguridad en México, provocado por docenas de organizaciones criminales que no han sido ni erradicadas ni controladas, es un factor que inhibe la inversión. Tanto la extranjera como la local.
La impunidad y la corrupción en corporaciones policíacas e instituciones de Gobierno, tuvieron su momento de éxtasis cuando Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, se fugó de LA prisión de máxima seguridad en México, ubicada en Almoloya de Juárez, Estado de México. De la investigación para deslindar responsabilidades el Gobierno de la República no ha informado plenamente a los mexicanos, y ha sacrificado a funcionarios de cuarto y quinto nivel, a quienes intentan procesar con poco resultado. El más alto funcionario en salir del Gobierno –sin ser investigado- fue Monte Alejandro Rubido. Su posición como Comisionado Nacional de Seguridad fue el hilo más delgado para romper y pretender enviar una señal de rigor que no ha alcanzado al director de la prisión, al director del Cisen, ni al Secretario de Gobernación ante la imperdonable fuga del capo que encabeza el cártel de Sinaloa.
La política contra la inseguridad y el combate al narcotráfico de Enrique Peña Nieto tampoco cambiaron para bien. En los primeros 32 meses de gobierno del priísta, los ejecutados producto de venganzas, enfrentamientos, ajusticiamientos y guerras entre cárteles, alcanzaron la cifra record de 57 mil 410, de acuerdo a la estadística publicada en el semanario ZETA, y que es obtenida en una investigación que incluye los números de Procuradurías de los Estados, medios de comunicación y entidades de seguridad en Municipios y otras instancias nacionales.
El cambio principal que ofreció y cumplió Enrique Peña Nieto fue la aprobación de sus reformas estructurales, pero los beneficios que prometió no se han visto reflejados en un mejor nivel de la vida para los mexicanos, ni en una mayor credibilidad en el mercado internacional, ni en un México en paz, próspero, tranquilo, en desarrollo y a la vanguardia.
Al análisis de su tercer informe, el Presidente realizó enroques políticos en su gabinete, pues fueron pocos los que quedaron fuera del sistema de gobierno y más los que fueron reacomodados en áreas donde, es evidente, carecen de experiencia o preparación.
En la generación de todólogos que está formando Peña llaman la atención dos casos. Claudia Ruiz Massieu. Egresada de ciencia política y con algún postgrado en derecho aún pendiente, es sobrina del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari. Sorprendió cuando fue nombrada Secretaria de Turismo luego de haber perdido la elección de 2012 al Senado de la República en Guerrero, uno de los principales estados –al menos lo fue en el pasado antes de la inseguridad- en materia turística del País. Pero más sorprendió cuando hace unos días fue nombrada –por su buen desempeño en el sector turístico- Secretaria de Relaciones Exteriores. Tal parece que el nombramiento de Claudia Ruiz le da a la diplomacia un nivel turistero. La sobrina de Salinas es el cuarto titular al hilo, de Relaciones Exteriores, que no cuenta ni con experiencia, ni con educación en la materia, y por supuesto sin carrera en el servicio exterior.
El otro cambio llamativo fue el de Aurelio Nuño Mayer, cuya carrera política o en el servicio público tiene apenas 15 años, siempre con cargos alternos, sea como coordinador de algo en la Cámara de Diputados con Luis Videgaray, o de asesor de algo con Enrique Peña Nieto como Gobernador del Estado de México, o coordinador de algo con Eruviel Ávila también en el Estado de México, hasta llegar a la jefatura de la Oficina de la Presidencia con Enrique Peña Nieto.
Es decir los cuatro trabajos que ha tenido Nuño Mayer de 2000 a 2015, se los han dado Videgaray, Ávila y Peña. No más. Ni preparación ni experiencia en gobiernos municipales, estatales o de subsecretario, pero ya es Secretario de Educación. La posición más importante y más sensible de la administración pública, como lo es la encargada de la educación, se la dio el Presidente a un novato de la política y el servicio público.
Los cambios pues, en los últimos tres años a propósito del tercer informe no han beneficiado a los mexicanos para tener una mejor calidad de vida. Han beneficiado, eso sí, a la clase política en detrimento de la sociedad mexicana que tan mal gobierna.
Es cierto, el país se ha movido, pero hacia los lados, sin rumbo, cada vez más lejos del progreso que desde Los Pinos siempre se promete y nunca termina de cumplirse.
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