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Ernesto Hernández Norzagaray

14/08/2015 - 12:06 am

La sana distancia que nunca fue

Manlio Fabio Beltrones parte de una premisa falsa para relevar a César Camacho en la dirigencia del PRI, y  es que desde del 1 de diciembre de 2012, no ha existido una sana distancia entre el partido y el Presidente de la República. Incluso, podríamos afirmar, que desde 1 de diciembre de 2000 ante la […]

Manlio Fabio Beltrones parte de una premisa falsa para relevar a César Camacho en la dirigencia del PRI, y  es que desde del 1 de diciembre de 2012, no ha existido una sana distancia entre el partido y el Presidente de la República.

Incluso, podríamos afirmar, que desde 1 de diciembre de 2000 ante la ausencia de un presidente tricolor el priismo se mantuvo unido. Este sentido de cuerpo buscaba que Vicente Fox no los acabara como pretendía el canciller Jorge Castañeda cuando debatía en el gabinete con el también secretario Luis Ernesto Derbez, sobre lo que el foxismo debía de hacer desde el gobierno con un PRI derrotado. El dilema era claro: reducirlo a su mínima expresión o usarlo para sus propios fines. Al final, se impuso la línea conciliadora del poblano, que dio la pauta para qué aquellos se organizaran primero en la CONAGO y luego volver a la senda de los triunfos electorales en los estados y municipios.

Entonces, si no existía la llamada “sana distancia”: ¿Qué sentido tenía lanzar está máxima en un momento tan difícil para el país? ¿Cuándo distintos actores desesperados u oportunistas están exigiendo cambios en el gabinete? y ¿Cuándo lo que estamos viendo son tentaciones autoritarias que llevan a pensar qué se están cancelando regionalmente libertades ganadas en el largo proceso de transición democrática mientras la vía institucional pese a sus reflejos no termina ser la salida a la acumulación de demandas sociales?

Si el PRI se ha enorgullecido de ser el motor de la transición desde el autoritarismo hacia la democracia electoral, ahora podría estar entrando por omisión en la tarea de desmantelamiento de lo logrado en estos últimos 38 años, para volver a un autoritarismo proveniente de una combinación de lo viejo con lo nuevo.

Vamos, ¿Qué hubiera pasado si el Presidente no cuenta con el apoyo de su partido para sacar las reformas estructurales? Y, especialmente, ¿si no cuenta con la operación política que realizó el tándem Beltrones-Gamboa en el poder legislativo?, seguramente hubiera sido más difícil o sería otra la profundidad de los contenidos.

Aunque, las noticias corren rápido, y ahora nos enteramos que el gobierno de los Estados Unidos, intervino en la redacción de lo que le interesaba en materia energética en un acto contrario a la soberanía nacional y el interés público.

Luego, la interpretación es sencilla, y puede ser expresada mediante un diálogo imaginario entre Beltrones y Peña:

- Enrique, tienes una situación en extremo difícil, a cada momento está tu gobierno más hundido en el pantano del descrédito, ese 3.4% de aceptación que te dan las encuestas no podrás remontarlo, y eso bien lo sabes, significa que se te acabo el sexenio en menos de tres años.

- Aquel lo escucha con aire de preocupación y jala aire profundamente, pero se mantiene en silencio.

- Yo te puedo ayudar –le dice el sonorense con cierto aire paternal- dame la dirección del partido y lo tendrás incondicionalmente para tus decisiones y ganaremos la mayoría de las elecciones estatales en 2016, para así en el 18 conservar la Presidencia de la República.

- ¿Acaso no lo tengo con Camacho?

- Sí, claro, pero vienen tiempos más difíciles. Te he demostrado lealtad y operación eficaz. Mantendré unido al partido a ti.

(Luego, de un silencio solo roto por las aves que reposan en Los Pinos)

- Está bien, serás dirigente del PRI.

  Y este diálogo imaginario, confirmado en las decisiones políticas adoptadas, explica el refrendo de lo inexistente: “Se acabó la sana distancia del partido con el Presidente”, en las batallas políticas que vienen, el PRI como en los viejos tiempos, será un incondicional del Presidente en cualquiera de las decisiones políticas que asuma, incluida la eventual separación del cargo “por razones de salud”, ya que como dice Fernanda familiar: Se acabó la luna de miel en Los Pinos. Ya están aquí los problemas.

Se dirá en esa no tan remota hipótesis, qué el primer perjudicado sería el propio Beltrones. Sí y no. Sí, porque no podría relevarlo en el cargo por la vía constitucional, salvo que hubiera un acuerdo político interpartidario que favoreciera su promoción al máximo cargo de la administración pública. Pero, no, porque sería en el mejor de los casos un Presidente interino y él se está viendo en la papeleta del 2018.

Ahora bien, es evidente que actualmente hay una doble crisis, la económica que no sabemos dónde terminará y la política que se va ir tensando en la medida en que corran los tiempos políticos.

La enseñanza priista dice que cuando hay una crisis económica el sucesor debe ser el responsable de la hacienda pública, mientras si está es social o política, corresponde al encargado de la política interna.

Pero, aquella enseñanza, hoy no es en automático porque alcanza las dos dimensiones y no es decisión de una sola persona, si es que alguna vez lo fue en nuestro sistema político.

Videgaray y Chong hoy ven impasibles, nerviosos muy nerviosos, la promoción de Beltrones a la dirigencia del PRI, saben que eso significa que no lo van a poder hacer a un lado, pues cuenta con el apoyo presidencial, será una suerte de supersecretario con interlocución directa con el Presidente.

 La pregunta es si ante el escenario complicado qué estamos viviendo todos los mexicanos: ¿La salida a la crisis es la que representan algunos gobernadores y funcionarios priistas de horca y cuchillo o apostar todo a una salida institucional que pase por ajustar cuentas en el gabinete y gobernadores?

La primera está avanzando rápidamente. Los acontecimientos que se han vivido en Michoacán, Guerrero, México, Veracruz y qué llega con toda su violencia al corazón del país con los asesinatos de la colonia Narvarte, muestra la debilidad de las instituciones públicas de prevención del delito, y llega a ser efectivas para tener control mediante el terror en estas sociedades que deberían tener otra cotidianidad y vida.

Evidentemente una salida autoritaria por más controlada qué sea, está visto terminaría por complicar aún más la situación haciendo más insegura la situación del país. No estamos en los tiempos del violento Fernando Gutiérrez Barrios, donde Manlio Fabio fue subsecretario de Gobernación, hoy la sociedad ha demostrado tener capacidad de respuesta.

 Y, eso en política, tiene consecuencia para quien o quienes lo practican, y ahí está la otra experiencia de Beltrones cuando, de quien se dice fue secretario particular con Jesús Reyes Heroles, cuando el veracruzano despachaba en la Secretaria de Gobernación.

Manlio Fabio sabe de los alcances de las dos opciones y esperemos si tiene margen de acción, reflexione sobre la inexistente “sana distancia” y sopese lo que representa ya no para el país sino para su propia carrera política.

Así de sencillo.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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