Arnoldo Cuellar
06/08/2015 - 12:03 am
Miguel Márquez y la equidad de género
En los últimos dos años, a partir del emblemático Caso Lucero, el mandatario panista de Guanajuato empezó, lentamente y no sin tensiones internas en la administración, a modificar sus férreas y tradicionales convicciones en materia de género, donde el tema de la equidad ni siquiera se planteaba. Todavía están frescas en la memoria las primeras […]
En los últimos dos años, a partir del emblemático Caso Lucero, el mandatario panista de Guanajuato empezó, lentamente y no sin tensiones internas en la administración, a modificar sus férreas y tradicionales convicciones en materia de género, donde el tema de la equidad ni siquiera se planteaba.
Todavía están frescas en la memoria las primeras respuestas sobre el caso de Lucero Salcedo, prácticamente justificadoras del ataque que había sufrido, por haberse puesto en riesgo, bajo los esquemas de pensamiento que le prohíben a las mujeres asumir las mismas conductas que los hombres pueden realizar sin riesgo.
Hay testimonios de que en reuniones privadas el propio Márquez se expresó en tono revictimizador con respecto a Lucero. Así le fue, sus actitudes públicas, en buena medida reflejo de las privadas, le acarrearon al gobernador panista duras críticas y no únicamente de los colectivos de defensa de los derechos de las mujeres.
Después se vino el crecimiento de la movilización social en torno al fenómeno de los feminicidios, una realidad invisibilidad por el propio sistema de justicia, por sus responsables y por las autoridades civiles del estado, que sistemáticamente han preferido eludir la existencia del problema.
A final de cuentas, parecía más fácil explicar que las víctimas de violencia de género lo eran porque alguna responsabilidad tenían en el tema, incurriendo de lleno en dobles y triples victimizaciones: la de la violencia física; la de la nula actuación preventiva y punitiva; pero además de ello, y no pocas veces, la de la difamación de las víctimas y la justificación de los agresores.
Ha sido la insistencia de organizaciones sociales a lo largo y ancho del estado, lo que situó en la agenda pública local el tema de la violencia de género, justo cuando las mujeres en la política también lograban posicionar, en el seno de los aparatos partidistas, el reclamo de la equidad en las posiciones.
Se trata, desde luego, de cosas diferentes. el reparto de poder en un espacio político que cada vez se aleja más de los intereses ciudadanos y de las urgencias de capas amplias de la población, no necesariamente garantiza incidencia en los rezagos culturales que permean todas las clases sociales y que nos marcan como una cultura machista y misógina.
Sin embargo, por algo confluyen esas agendas. La expresión de la violencia de género se manifiesta tanto en la agresión física, hasta llegar al asesinato; como en el bloque de oportunidades profesionales, máxime en un campo como lo es la política que es el claro reflejo de los prejuicios y las insuficiencias sociales.
Hoy en Guanajuato, hace falta que ambas agendas se enriquezcan mutuamente. por lo pronto y gracias a una interpretación de la autoridad electoral que disgustó a miembros masculinos de la clase política local, tendremos a partir del próximo septiembre una legislatura compuesta de forma paritaria en cuestión de género, al haber elegido a mujeres, relegadas a las segundas posiciones en las listas plurinominales, de dos partidos políticos.
Hará falta que las insuficiencias de las leyes y la más grave de las prácticas de gobierno, se vean impactadas por la llegada de 18 legisladoras de diversos orígenes políticos. Por cierto, nada lo garantiza, pues como dicen las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres: “cuerpo de mujer no garantiza agenda con prospectiva de género.”
Ahí está anda más el ejemplo reciente de la alcaldesa con licencia de León, Bárbara Botello, donde la llegada de una política mujer a un cargo de alta responsabilidad, el gobierno del principal municipio de la entidad, no se reflejó en una agenda ambiciosa para la prospectiva de la equidad y si, en cambio, se reprodujeron muchos de los roles negativos que han caracterizado a las administraciones dominadas por hombres.
Todos los indicios dejan ver que Miguel Márquez está por realizar una reestructuración de su gabinete, donde entre 12 secretarios de primer nivel solo hay una mujer, quien por cierto es una de las principales candidatas a ser sustituidas, debido a su mediocre desempeño.
La sensibilidad que el panista de Purísima de Bustos se ha visto obligado a mostrar para atender algunos puntos de la agenda que han planteado las organizaciones de defensa de las mujeres podría tener un punto de quiebre si se preocupara por elevar el número de mujeres en su equipo de trabajo, no solo por llenar cuotas, sino con un abierto compromiso con el tema de la equidad.
Sobran en el gabinete de Márquez los varones que han dejado en evidencia su incapacidad y su falta de atingencia hacia el momento que vive Guanajuato. No tomar en cuenta a más mujeres será una absoluta declaración de que no se cree en la igualdad de oportunidades y de que para el PAN las mujeres solo importan a la hora de votar.
¿Veremos a Miguel Márquez vencer sus más acendrados atavismos? No habría mejor momento que este, justo cuando quiere aparecer como prospecto de su partido para la agenda del 2018.
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