Alejandro Calvillo
21/07/2015 - 12:00 am
El dulce colapso del sistema de salud
Uno de cada dos niños mexicanos desarrollará diabetes a lo largo de su vida. El cálculo fue realizado con la incidencia de diabetes en el año 2010 y la proyección es sobre niños nacidos a partir de ese año. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, el 14 por ciento de […]
Uno de cada dos niños mexicanos desarrollará diabetes a lo largo de su vida. El cálculo fue realizado con la incidencia de diabetes en el año 2010 y la proyección es sobre niños nacidos a partir de ese año. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, el 14 por ciento de los mayores de 20 años en México sufría ya diabetes, pero solamente el 50 por ciento lo sabía. Un oftalmólogo que trabaja en un hospital público me comentaba que alrededor del 90 por ciento de las personas con diabetes no han tenido una consulta con un especialista en la vista, lo que es un requerimiento básico ya que la diabetes es la principal causa de ceguera en la población que se encuentra en edad económicamente activa.
La mayor parte de las personas con diabetes llegan a atenderse cuando el proceso está ya muy avanzado y es difícil controlarlo. Al igual que las personas llegan ya con un proceso avanzado de retinopatía diabética también llegan con el pie diabético complicado. En los dos casos el tratamiento es costoso y prolongado. En el segundo, se opta por amputar, más barato y menos costoso para el sistema de salud. En el primero no se opta por nada, no hay ni profesionales suficientes, ni equipos, ni recursos, nada. Las asociaciones civiles de beneficencia que trabajan en esta área están totalmente rebasadas. Y así nos vamos entre la incapacidad, la falta de recursos y la corrupción que tienen colapsado ya el sistema de salud pública del país.
El dicho popular entre los mexicanos de que “le dio el azúcar” para referirse a la persona afectada por la diabetes, tiene una gran parte de sabiduría, aunque falta mayor consciencia sobre sus origines. El alto consuno de azúcar, especialmente a través de más bebidas azucaradas, es la causa principal de la mayor parte de los casos de diabetes en nuestro país. Gran parte de la comida chatarra que llega a través de más de un millón de puntos de venta en todo el país, tiene muy altos contenidos de azúcar. Las propias aguas frescas se han hiperazucarado a la par y como consecuencia del consumo de los refrescos y bebidas azucaradas industrializadas que vinieron a disparar el consumo de azúcar en México.
La evidencia sobre los daños del azúcar agregada tiene decenios, sin embargo, los grandes y poderosos intereses se han opuesto, como lo hicieron con el tabaco durante más de 30 años, a que la evidencia se haga pública y se tomen medidas. Cuando en 2002 el grupo de expertos convocados por la Organización Mundial de la Salud y coordinados por Phlipip James llegó a establecer como máximo tolerable de consumo de azúcar añadida el 10% de las calorías totales de un día– 50 gramos o 10 cucharadas cafeteras – el dirigido, el gobierno exigió el retiro de esa recomendación y amenazó con retirar sus aportaciones a ese organismo. En 2014, ante la evidencia científica vendría la recomendación de bajar ese consumo al 5 por ciento, es decir 25 gramos o 5 cucharadas cafeteras para un adulto. La docena de las mayores corporaciones de alimentos y bebidas han reaccionado abiertamente en contra y desconocido estas recomendaciones de la OMS.
El Comité Científico Asesor en Nutrición del Reino Unido acaba de anunciar la propuesta al gobierno británico de establecer como recomendación para población no consumir más de 5% de las calorías totales provenientes de azúcar añadida a los productos en consonancia con la OMS. Su mayor preocupación está en el consumo de bebidas azucaradas y otros productos, como los cereales previamente azucarados.
La razón para que esta recomendación sea combatida ferozmente por la gran industria de alimentos y bebidas alrededor del mundo parte de un hecho simple: gran parte de los productos de la industria procesadora de alimentos y bebidas, por si solos, rebasan esa recomendación o representan en un solo producto un porcentaje importante del máximo de azúcar que debiera consumirse en todo un día. Desde los refrescos y bebidas azucaradas que rebasan por mucho ese límite, hasta productos que se publicitan como saludables, como los yogurts bebibles y cereales previamente azucarados, que con una sólo porción ya se acercan a ese límite, se verían afectados por esta recomendación.
La OMS señala que los daños a la salud por el azúcar añadida comienzan por la salud bucal, por la dentadura. En el Reino Unida la principal causa de atención médica son las caries que sufren los jóvenes. Los costos de estos daños a la salud bucal suelen ser asumidos por las familias ya que no están cubiertos ni por la seguridad social ni por los seguros privados.
De hecho, la primera regulación propuesta a la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia se realizó en Estados Unidos por la Federal Trade Commission en los años 70. Propuso al Congreso prohibir los anuncios de productos con alto contenido de azúcar, no por su impacto en sobrepeso y obesidad, sino por la epidemia de caries dental que estaba impactando a los niños y jóvenes estadounidenses. La iniciativa fue desechada por el Congreso tras un fuerte cabildeo de la industria y se le retiro a la FTA la posibilidad de presentar este tipo de iniciativas.
En el Reino Unido, la gran industria de alimentos y bebidas había logrado capturar a la Food Standards Agency después de que esta agencia había establecido un etiquetado voluntario tipo semáforo de alimentos y bebidas con criterios más o menos estrictos para los azúcares. Tras la captura se volvieron más laxos los criterios y la estrategia se dirigió a cooptar a toda la región.
Fue así como la gran industria de alimentos y bebidas dio un duro golpe a la salud pública en Europa al impedir que un etiquetado con los colores del semáforo se estableciera en esa región para advertir a los consumidores, de manera muy visible y sencilla, si un producto contenía altas, medias o bajas concentraciones de azúcares, grasas., sodio y calorías.
El Observatorio Europeo de las Corporaciones (Corporate Europe Observatory) en su reporte “A red light for consumer information” narra la estrategia seguida por la industria de alimentos y bebidas en el Parlamento Europeo para bloquear el etiquetado del semáforo en Europa e imponer el llamado GDA (Guia Diaria de Alimentación). El Observatorio Europeo señala que esta industria invirtió ¡!Mil millones de Euros!! para imponer su etiquetado que no es entendible por los consumidores y que establece un consumo de 18 por ciento de las calorías por azúcares añadidos, es decir, 18 cucharadas de azúcar al día. Varios parlamentarios europeos señalaron que este era el mayor cabildeo que habían vivido.
EL GDA es el etiquetado que se ha impuesto en México y establece una recomendación de consumo de azúcar, no un límite tolerable, de 90 gramos o 18 cucharadas cafeteras. El límite de azúcar en el GDA no tiene sustento en ningún grupo científico, fue establecido por la industria, una industria que desconoce las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
En marzo pasado la Alianza Latinoamericana de Asociaciones de la Industria de Bebidas y Alimentos (ALAIAB), que agrupa a la misma industria que cabildeo en Europa, presentó su crítica a los criterios con los que se estaban estableciendo los etiquetados frontales de alimentos y bebidas en Ecuador y Chile y otras medidas en otras naciones, como los impuestos en México, añadiendo una fuerte crítica a la propia OMS:
Esta preocupación se extiende al incipiente abordaje que la Organización Mundial de la Salud le está dando a las recomendaciones de ingesta diaria de azúcar. ALAIAB ratifica el compromiso de la industria por la promoción de ingestas balanceadas y saludables en orno a todos los grupos alimentarios, incluyendo el azúcar, no obstante, genera desconcierto la reciente publicación de OMS sobre este tema, por la carencia de justificación creíble sobre los porcentajes propuestos.
Ese mismo mes, el día 21, como lo describimos en la colaboración anterior, el subsecretario de Prevención de la Salud de México, el Dr. Pablo Kuri, declaró públicamente que México sería el primer país en acatar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en consumo de azúcar añadida. Se esperaba que esto representara un cambio en el etiquetado frontal del GDA que entraría en vigor en julio. Sin embargo, no fue así, la Secretaría de Salud no acató las recomendaciones de la OMS y, en la práctica, el etiquetado siguió los criterios de la industria, es decir, la posición de la ALIAIB.
Lo contrario ha sucedido en el Reino Unido donde desde antes de las más recientes recomendaciones de la OMS los cuerpos científicos, las academias profesionales, recomendaban bajar la recomendación de consumo diario de azúcar añadida a 5 por ciento del total calorías y exigían un impuesto a las bebidas azucaradas de 20 por ciento.
El Reino Unido está en los primeros lugares de sobrepeso y obesidad en Europa y esto no es poco, en esa región la obesidad se ha triplicado desde los años 80 hasta la actualidad. Para enfrentar esta epidemia que afecta ya a la mayoría de los adultos de ese país, una de las mayores preocupaciones es el alto consumo de bebidas azucaradas, como es el caso en México. En ambos casos, el mayor consumo de azúcar añadida se da a través de bebidas azucaradas.
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