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Francisco Ortiz Pinchetti

12/06/2015 - 12:01 am

La(s) cabeza(s) de Gustavo Madero

No me resulta grato acertar en mis previsiones catastróficas. No soy de los que gozan con el “te lo dije” ante la hecatombe de un semejante o una institución. Sin embargo, esta vez no puedo evitar recordar  las advertencias que muchos hicimos ante el apoderamiento del Partido Acción Nacional por una camarilla nefasta encabezada por […]

No me resulta grato acertar en mis previsiones catastróficas. No soy de los que gozan con el “te lo dije” ante la hecatombe de un semejante o una institución. Sin embargo, esta vez no puedo evitar recordar  las advertencias que muchos hicimos ante el apoderamiento del Partido Acción Nacional por una camarilla nefasta encabezada por Gustavo Madero Muñoz. Entre esos muchos, por cierto, no estuvieron la mayoría de los que hoy piden la cabeza del chihuahuense ante la hecatombe sufrida por su partido en las elecciones intermedias del pasado 7 de junio, cuando obtuvo su peor votación nacional de los últimos 25 años con apenas el 20.89 por ciento del total.

La caída electoral del PAN no es por supuesto casual.  Es resultado obvio de una política hipócrita que toleró y solapó los escándalos de corrupción protagonizados por panistas advenedizos, tanto en el Distrito Federal como en otros lugares de la República, en aras de un proyecto personal igualmente mezquino y turbio. Madero Muñoz se alió a lo peor del PAN para contar con el apoyo de mafias cómplices a la hora de apoderarse de la presidencia nacional del partido, primero, reelegirse después, luego asumir  la coordinación de la bancada azul en la Cámara de Diputados en 2015 y finalmente hacerse de la candidatura panista a la Presidencia de la República en 2018. Para fortuna del partido fundado por Manuel Gómez Morín es de suponerse que los dos últimos pasos ya no podrán ocurrir.

En esa relación de complicidades, Madero Muñoz toleró de manera consciente las corruptelas denunciadas a través de las redes sociales, los medios de comunicación o los propios militantes. Se hizo pendejo, en el mejor de los casos. Un caso emblemático fue el del Distrito Federal, donde a pesar de las pruebas fehacientes presentadas por diversos denunciantes solapó una y otra vez la adulteración del padrón interno del partido, la afiliación masiva y corporativa, la manipulación del listado en las elecciones internas de dirigentes y candidatos. Permitió que la mafia creada y dirigida por Jorge Romero Herrera se apoderara del PAN capitalino, impusiera a su incondicional  Mauricio Tabe Echartea como dirigente local, colocara a sus “hermanos” como consejeros regionales y diputados locales, desplazara a los cuadros panistas tradicionales para otorgar cargos y canonjías a los miembros de una especie de secta, autodenominada Los Ocean. Nada dijo sobre los escándalos protagonizados por funcionarios de la Delegación Benito Juárez, miembros de ese grupo, detenidos en Brasil por manosear a una mujer y golpear salvajemente a su marido. Puso oídos sordos a las denuncias sobre moches y extorsiones a proveedores de la DBJ, ampliamente documentados, los negocios millonarios del propio Romero Herrera y sus secuaces.

El resultado de todo ello es la caída del PAN también en el DF, donde con métodos clientelares otrora patrimonio exclusivo del PRI logró conservar la DBJ, pero no ganó nada más. La candidatura y el triunfo de Xóchil Gálvez en Miguel Hidalgo se dieron no sólo sin el apoyo de Madero Muñoz y Romero Herrera, sino con su oposición. Y en cambio, el PAN de Romero Herrera perdió cuatro diputaciones en la ALDF, al pasar de las 13 actuales a sólo nueve en la  próxima legislatura, incluidos cuatro plurinominales.

Las voces que ahora ponen el grito en el cielo y claman por la cabeza de Madero Muñoz forman ya un coro. A la denuncia de Margarita Zavala se han unido ex gobernadores panistas, ex legisladores,  ex presidentes nacionales del partido, y liderazgos diversos del blanquiazul a lo largo y ancho del país piden ahora la renuncia del jefe nacional. Entre ellos se cuentan además de la ya mencionada esposa de Felipe Calderón Hinojosa y del propio ex mandatario, ex gobernadores como el bajacaliforniano Ernesto Ruffo Appel, el primer mandatario estatal panista de la historia; los jaliscienses Alberto Cárdenas Jiménez y Francisco Ramírez Acuña; y Alejandro González Alcocer, de BC; los ex presidentes nacionales del PAN Luis Felipe Bravo Mena y Germán Martínez Cazares (que renunció a su cargo al día siguiente del fracaso electoral del PAN en 2009), el senador Ernesto Cordero, ex presidente del Senado;  el ex senador Juan José Rodríguez Pratts, el ex dirigente del PAN en el DF, José Luis Luege y el consejero vitalicio Gonzalo Altamirano Dimas.  Habrá muchos más, sin duda.

No pocos de los que piden la renuncia del presidente panista hoy caído en desgracia fueron lamentablemente omisos cuando se pudo haber impedido el desastre. Esa es la verdad. Otros de plano apoyaron abierta o mustiamente al grupo hegemónico con la esperanza de obtener algún beneficio.  Y aun hubo más de uno que de plano asumió una actitud de complicidad. Esto, por supuesto, no descalifica la ola de indignación que se levanta en las otrora placenteras aguas panistas. La verdad es que esto ya se veía venir. Yo mismo  escribí aquí el pasado 10 de abril que durante muchos años, décadas, los panistas tuvieron la posibilidad de señalar y denunciar las corruptelas de los políticos priistas y que en algunos casos, en algunos lugares, se llegaron a convertir en una suerte de conciencia pública sobre el comportamiento de los funcionarios y legisladores, aun  cuando rara vez sus observaciones consiguieran algún efecto correctivo, sobre todo por los controles que amordazaban a los medios de comunicación. “La razón de ese privilegio era simple: tenían autoridad moral. Ocurre que los actuales dirigentes de Acción Nacional actúan como si mantuvieran esa calidad perdida y basan su estrategia electoral en la denuncia de la corrupción ajena, como si nada hubiera ocurrido”.

Apunté entonces que ya era lugar común afirmar que los panistas olvidaron sus principios y se corrompieron a partir de que accedieron al poder. En ese sentido, demostraron que son iguales a sus rivales históricos. Y aún peores: “Los priistas llegan al  cinismo inaudito de presumir en público su corrupción; los panistas caen en la peor hipocresía: Gritan ‘¡al ladrón, al ladrón!’ mientras de sus bolsas brotan fajos de billetes mal habidos. Y no le falta razón al dirigente nacional del PRI, César Camacho cuando –independientemente de sus culpas propias— afirma que los panistas antes eran ‘mochos’ y ahora hacen ‘moches’.  Es la verdad, ni modo”.

La caída de Madero Muñoz podría materializarse el próximo lunes 15, cuando tendrá lugar una sesión especial de la Comisión Permanente del PAN para analizar los resultados del 7 de junio.  Eso significaría adelantar para ya el relevo en la dirigencia nacional previsto para el próximo mes de julio y que ya el chihuahuense se aprestaba a manipular para colocar en su lugar a un incondicional suyo.  Los panistas rebeldes consideran imprescindible la cuasi expulsión de su actual dirigente, como paso indispensable para rescatar al partido y volver a los principios que le dieron sentido original. Ocurre sin embargo que no bastaría con la barbada cabeza de Madero Muñoz. Será menester desmontar todo el andamiaje de complicidades y corruptelas que el dirigente y sus incondicionales armaron en los últimos años.  Hay que extirpar esos tumores cuyo crecimiento y proliferación no sólo se toleró, sino que se auspició de manera deliberada. Son varias, muchas, las cabezas que deben caer. Por lo demás, la hecatombe electoral  que a muchos sorprende estaba cantada desde hace rato. Yo –perdón— se los dije. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

Amores con la morena, nunca. Y mientras tanto, en el Distrito Federal Miguel Ángel Mancera y Jorge Romero Herrera, jefe político nato del PAN en la capital y protegido de Madero Muñoz, alistan un pacto. Hace tiempo que el jefe de Gobierno le tiene al panista un grueso expediente con denuncias ante la Contraloría y Procuraduría capitalinas en contra de sus colaboradores en la Delegación Benito Juárez. Incluso hay al menos un par denuncias penales –muy bien fundamentadas– que pesan sobre el ex jefe delegacional, que se encuentran “reservadas”, por usurpación profesional. En realidad es el arma secreta del gobernante perredista para asegurarse –a cambio de la impunidad para el panista–  contar con los votos de la bancada blanquiazul en la ALDF, raquítica pero suficiente para revertir en las votaciones el poder de la nueva mayoría de Morena. Mayor prueba de ello es que Romero Herrera ya le guiñó el ojo al desaprobar, a través de su incondicional Mauricio Tabe Echartea, presidente del PAN en el DF, que su ex candidato a la jefatura delegacional en Gustavo A. Madero se haya sumado a un bloque para pedir un recuento de votos en favor de Morena y en contra del PRD. Tabe Echartea dijo muy clarito que no se aliarían con quienes en el 2006 se opusieron a reconocer el triunfo de Felipe Calderón. En otras palabras: “No te preocupes, Miguel Ángel”.

Twitter: @fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).
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