Jalisco; el sur también existe

08/05/2015 - 12:00 am

En N, un pequeño poblado del sur de Jalisco, un ingeniero de Guadalajara llega con su equipo para realizar un obra. Ha rentado una casa para que duerman los ingenieros residentes durante el tiempo que dure la construcción y ha enviado la maquinaria necesaria para su realización. No ha terminado de hacer los preparativos cuando una persona se presenta con el residente. Le dice, siempre en tono amable, que ya sabe quienes son, que son bienvenidos, pero que la casa que rentaron no es la correcta, que en realidad donde van a vivir, por el mismo precio, es tal otra y que pueden mudarse ese mismo día. Le informa también que el costo de la seguridad es de equis pesos por semana y que con eso estarían seguros no solo los trabajadores sino también las máquinas. Cada semana enviaría un propio por la cuota y también, cada semana, religiosamente, el jefe de la plaza se daría una vuelta en su camioneta para que todos supieran que la obra estaba bajo su manto protector.

Así funciona: la historia de N. es la historia de muchos de los poblados del sur de Jalisco. Poco a poco las instituciones del Estado se han ido plegando a la organización criminal. Han sido mucho los muertos en el camino, pero como no son en la zona metropolitana de Guadalajara no los vemos, o hacemos como que no existen. Los tapatíos tenemos la misma ceguera hacia el resto del estado que los capitalinos tienen respecto al resto del país. Sólo hasta que sucede algo como los del viernes pasado volteamos a verlos.

Está claro que la batalla del Estado no es contra el narcotráfico: no se ha informado de un solo gran decomiso ni un ataque a la estructura financiera del Cartel Nueva Generación en los últimos meses. La batalla es por la captura de “El Mencho”, el líder del grupo que creó un verdadero ejército y por liberar una zona completa de Jalisco que vive bajo un régimen de terror. La pregunta entonces es cómo llegaron a dónde llegaron, qué se dejó de hacer y quién lo dejó de hacer para que esto sucediera. La explicación no puede ser que este cártel creció porque el Estado ocupado estaba combatiendo a otros, como lo han dejado ver las autoridades. Eso significaría que mientras combate a éste grupo hay otro, en algún otro punto del país, que está creciendo en un absurdo juego de nunca acabar.

Hace unos años, al grupo hoy llamado Nueva Generación el Estado mexicano se refería a ellos, con cierto desprecio, como los “Torcidos”. Luego fueron los “mata zetas” y hoy son el grupo de delincuencia organizada más poderoso y rico del país, según un boletín del Departamento del Tesoro estadounidense del 15 abril pasado. ¿Qué pasó en medio?; ¿dónde está el eslabón político y empresarial que permitió que llegáramos a donde llegamos?

Todos, pero sobre todo los habitantes del sur de Jalisco, merecemos una explicación.

en Sinembargo al Aire

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