Fabián Polanco
08/04/2015 - 12:03 am
Adrián Oropeza y sus 38 años de entrega al Teatro Musical
Hablar de Adrián Oropeza en la historia del Teatro Musical en nuestro país, es hablar de uno de los personajes más emblemáticos y que con su estilo, logró marcar una pauta en lo que a la dirección musical se refiere, convirtiéndose en pieza clave dentro del éxito de producciones musicales que han sido clave en […]
Hablar de Adrián Oropeza en la historia del Teatro Musical en nuestro país, es hablar de uno de los personajes más emblemáticos y que con su estilo, logró marcar una pauta en lo que a la dirección musical se refiere, convirtiéndose en pieza clave dentro del éxito de producciones musicales que han sido clave en el desarrollo del género en México las cuales, a pesar de quererse igualar o superar, sólo han quedado en simples intentos de imitar.
Su debut dentro de este género teatral ocurrió en 1977, durante los preparativos para la apertura del Teatro San Rafael, propiedad de Manolo Fábregas, con el estreno del segundo montaje en México de “Mi bella dama”, llevando como protagonistas al mismo Fábregas, así como el lanzamiento teatral de la cantante Manoella Torres (“La mujer que nació para cantar”), y algunos actores sobrevivientes del primer montaje de esta obra, realizado en 1959.
Estos últimos eran Mario Alberto Rodríguez y Miguel Suárez.
Sin conocer a Manolo Fábregas, Adrián Oropeza llegó a él a través de Mario Ruiz Armengol, director musical también del primer montaje de “Mi bella dama”, quien estaba solicitando un pianista para incluirlo en el grupo musical de la obra. El joven asistente de profesores en las cátedras de conjuntos corales y lectura a primera vista, en la Escuela de Música de la UNAM, no dejó pasar la oportunidad y acudió a la audición, obteniendo la aprobación del exigente productor, director y actor teatral.
De esta manera inicia una relación laboral que dura bastantes años y montajes, pues Manolo Fábregas estaba convencido de la capacidad artística y sensitiva de Octaviano Candelario Adrián Oropeza y Espinosa, nombre real del maestro originario de la ciudad de Puebla, y no estaba equivocado para nada.
Desde el momento en que ingresó al mundo del Teatro Musical, acaparó por completo el entusiasmo de Oropeza, lo cual agradó por completo al “Señor Teatro de México”, quien también era un apasionado del teatro, lo que no significaba que fuera de trato dócil, sino todo lo contrario. Era un hombre exigente, que lograba que sus equipos de trabajo demostraran en todo momento el por qué los había elegido para formar parte de sus producciones.
“Mi bella dama”; los tres montajes de “El diluvio que viene” (1979, 1993 y 2007); “Están tocando nuestra canción”, una comedia con baladas disco; el segundo regreso de “Violinista en el tejado”, protagonizado por Manolo Fábregas; la comedia musical circense “Barnum”; los musicales infantiles “El Mago” y “Tenemos que casar a papá”.
Además de “Sor-Presas” y “Un tipo con suerte”, última comedia musical producida de forma directa por Manolo, fueron los títulos en los que formó parte Adrián Oropeza como director musical.
Cada una de ellas ha dejado en Adrián Oropeza, hoy día profesor de teclados en la Casa de Cultura “Jesús Reyes Heroles” en Coyoacán, infinidad de recuerdos y anécdotas dignas todas ellas de ocuparnos más de un día y decenas de cuartillas para escucharlas e inmortalizarlas.
Entre ellas cabe mencionar la llegada en forma anticipada de la música de “El diluvio que viene”, su segundo trabajo con Manolo Fábregas, lo cual le ayudó bastante para entender y aprender lo concerniente a su área dentro de la primera comedia musical en escenorama, o sea con doble disco giratorio en escena, fusionando ambas para lograr momentos más que “legendarios” al momento de ver la obra.
Esos cassettes estuvieron con él mucho antes de que Fábregas partiera a España para comprar los derechos de la obra; y le sirvieron para preparar en ese lapso a la hija menor del productor, Mónica Sánchez Navarro, quien sería lanzada de manera estelar interpretando a la precoz “Clementina”, quien tiene la osadía de enamorarse del cura interpretado por Héctor Bonilla.
Cabe mencionar que esta fábula, que narra lo que ocurre en una aldea al anunciarse un segundo Diluvio universal, es el primer musical con mayor temporada en México, permaneciendo dos años y medio en cartelera con funciones de martes a domingo.
Uno de los descubrimientos vocales que hizo Oropeza en esta obra fue el de Daniela Romo, quien formaba parte de los coros y que, gracias a su talento, logró ubicarse en el elenco principal de “El diluvio…”, dando vida a la tentadora “Consuelo”, personaje que habían dejado vacante Raquel Olmedo y Eugenia Avendaño.
El primer montaje de “Sor-Presas”, realizado en 1990 para inaugurar el Teatro “Virginia Fábregas”, es otra de las obras consentidas de Adrián Oropeza y Espinosa, en el que guarda como recuerdo haber sido él quien le propusiera a Manolo Fábregas incluir como protagonista a Marga López, logrando con ello un éxito más en la historia como productor del también actor de cine y televisión.
Uno de los recuerdos de gran importancia para nuestro personaje en su paso por las producciones de Manolo Fábregas, son los conciertos improvisados que ofrecía entre función y función en el Centro Teatral homónimo, logrando llamar la atención y admiración del público que, sin querer, pasaba extraordinarios momentos en los intermedios, llegando incluso a ser testigo de “palomazos” de luminarias que acudías a ver las obras, como Olivia Buccio por ejemplo, quienes se animaban y cantaban temas de obras como “El hombre de La Mancha”, entre otros.
Aunque la mayor parte de su paso por el Teatro Musical fueron en producciones de Manolo Fábregas, Adrián Oropeza participó en otros musicales no realizados por él, entre ellos “A Chorus Line”, “La mujer del año” y “Anita la huerfanita”.
Pese a tener que acatarse a las partituras originales de los montajes que dirigió musicalmente, Adrián Oropeza hizo uso de una regla que existe en esta división dentro del teatro musical, la cual le permitió imprimir su toque personal a cada una de las partituras, sin violar el original, logrando estupendos resultados.
Pese a estos más de 38 años de trayectoria en el Teatro Musical, resulta increíble que no sea requerido por los actuales productores del género en México, lo cual es un verdadero error, tomando en cuenta que Adrián Oropeza es una leyenda viviente y que se encuentra aún en activo.
Con esto, se está negando la posibilidad de mostrar al público la calidad y el estilo especial de estos artistas del pentagrama; dejando en claro que con esto no proponemos hacer a un lado a los nuevos directores quienes, les guste o no, aprendieron y se influenciaron en sus trayectorias.
No obstante, para decir que las puertas de sus producciones están “abiertas para todos”, han habido personas con muy poca conciencia, quienes lo han llamado para hacer audiciones, a las cuales él acude de noble manera, teniendo que aguantar las ínfulas de principiantes, así como las prepotencias de los mismos productores.
Como aquel para el que Adrián Oropeza ofreció una audición en el año 2 mil, para poder dirigir musicalmente “El hombre de La Mancha”, siendo aún el momento en que no le han llamado de la oficina del mismo, para decirle si se quedó o no en la temporada que, cabe mencionar, contó con la dirección musical de James May.
Pese a estas indescriptibles situaciones, la herencia musical de Adrián Oropeza y Espinosa ya fue tomada por su hijo, Adrián Oropeza Ramos, quien ha formado parte de orquestas de montajes musicales, como “La Bella y la Bestia” y “Rent”.
Todo esto sin hacer a un lado su pasión por el jazz, plasmándola en proyectos como “Adrián Oropeza Trío” y “H3A”, entre otros, con los que ha logrado que estrellas de la música incursionen en este género, como Horacio Franco, entre otros.
Larga vida al rey… Larga vida al maestro Adrián Oropeza y Espinosa.
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