Ernesto Hernández Norzagaray
27/03/2015 - 12:05 am
Después de Aristegui, ¿final de tarea?
Leo en estas páginas el oportuno y sugerente artículo de Alejandro Paez Varela: Sí, después de Carmen, ¿quién sigue?, luego preguntaría si después de la salida de Carmen Aristegui de MVS los hombres y mujeres del gobierno federal piensan que ya hicieron la tarea de limpieza mediática. Creo que sí. Pregunto otra vez: ¿Hay en […]
Leo en estas páginas el oportuno y sugerente artículo de Alejandro Paez Varela: Sí, después de Carmen, ¿quién sigue?, luego preguntaría si después de la salida de Carmen Aristegui de MVS los hombres y mujeres del gobierno federal piensan que ya hicieron la tarea de limpieza mediática. Creo que sí.
Pregunto otra vez: ¿Hay en estos momentos alguien que pueda ser equivalente a Aristegui en crítica, profundidad e influencia entre las grandes audiencias de radio y televisión? Hago un esfuerzo mayúsculo por ver todo el paisaje de estos medios y me resulta imposible identificar a un solo comunicador que pudiera salvar el honor de este periodismo eficaz e indispensable en toda democracia que se jacte de serlo.
Entonces, si no estoy en error, al quitársele el micrófono a Carmen se buscó alcanzar el máximo objetivo practicado antes en las reformas estructurales para desde ahí reducir paulatinamente los espacios críticos a un nivel tolerable para una cultura como la priista.
No creo que del tamaño de lo que existió y existe en el Estado de México, sino del que están dispuestos hacer periodistas del tipo de Gómez Leyva, López Doriga o Loret de Mola. Suavemente aceptable.
Vamos, circunscribir la crítica real a los medios impresos y algunas expresiones radiofónicas regionales y horarios puntuales, o sea breves, vendiendo así la idea de que entre la gran gama de medios complacientes existen nichos de información críticos que responden a un segmento todavía pequeño, frente a una ciudadanía entre abrumada y perpleja por los efectos de la triple crisis que estamos viviendo: La de inseguridad pública e impunidad que golpean severamente la vida cotidiana de todos, las de las políticas recaudatorias del SAT que buscan llenar el hoyo de la caída de los precios del petróleo y la amenaza inconmensurable por la falta de crecimiento con su secuela de desempleo, bajos salarios y creciente exclusión social.
Porque si bien hoy no se trata, o quien sabe ya, de volver al tiempo lopezportidillista de “no pago para que me peguen”, sino presentar al mundo números que indiquen una tolerancia de medio pelo, como la que existe en otros países latinoamericanos que simulan tolerancia cuando no soportan que se les señale en sus excesos.
Finalmente la estrategia o decisión tiene como objetivo reducir el impacto de aquel periodismo que investiga, difunde y genera agenda pública, sobre lo que desean sigan siendo temas tabú. La corrupción por las casas y el presunto tráfico de influencias de Enrique Peña, Luis Videgaray, José Murat o la sexual del impresentable Gutiérrez de la Torre, absuelto por el PRI, en una faramalla de justicia partidaria y descaro público.
Sin embargo, la pregunta es si esto será exitoso en un contexto de fuerte tensión interna y globalización de la información, porque lo que se está tratando de hacer es que las fuentes de descontento desaparezcan de las grandes audiencias y ofrecer a cambio el mundo feliz de las grandes televisoras. Nada que exhiba el mundo real. El de las calles y las noches. Para ello es necesario hacer algo similar a lo que está ocurriendo ahora en Venezuela con un matiz pues allá esgrimiendo argumentos “antiimperialistas” se conculca la libertad de expresión y el derecho a la información y aquí no existen argumentos ideológicos, a no ser aquellos de la molestia en la casa presidencial, que pone en entredicho la continuidad de los mismos derechos que ambos gobernantes dicen defender.
Esto representa un desafío para los organismos ciudadanos y el periodismo de vanguardia que existe en el país, se trata como lo señala Páez Varela, de defender no personas sino derechos humanos consagrados en la Constitución y los suscritos por México con organismos supranacionales de defensa de libertades públicas, porque si no entonces sí se cumple la máxima bertolchiana de primero “vinieron por los judíos...”
Ciertamente a muchos les resulta difícil defender por razones ideológicas o políticas a Ciro Gómez Leyva o a Ferriz de Con, como seguramente sucede con otros para la propia Carmen Aristegui, pero si el espíritu es democrático se deben poner por encima de ellos el derecho a decir y el derecho a saber. No hacerlo significa ponerse por omisión del lado de quienes conculcan derechos y libertades de los que ansían el dictatorial pensamiento único.
Un gobierno democrático y tolerante, como el que pregona el INE en sus mensajes electrónicos, o los que repite el Presidente como cantaleta en sus intervenciones públicas, no puede dejar las voces que resultan incómodas y en todo caso el gobernante con los amplios recursos a su alcance está obligado a debatir con sus críticos para que el sistema de libertades se consolide, no se deteriore.
Eso no es rebajarse sino defenderse en democracia y defender la propia democracia. A sostener sus ideas y aclarar lo que se tenga que aclarar y rechazar lo que no se pueda sostener. Pero, eso está lejos de las últimas noticias, el gobierno como en Venezuela, elimina al mensajero pero eso está visto que a la larga no funciona pues termina por ser una fuga hacia adelante que lo tira todo a su paso.
Eduardo Sánchez, el nuevo vocero de la Presidencia quizá, quizá no, queriendo posicionarse o distinguirse de su antecesor interpretó que lo que necesitaba Peña Nieto paso del pasmo a la acción aprovechando seguramente su paso por MVS Comunicaciones o que mejor un cambalache, se va Carmen pero nos das la oficina de información gubernamental, y eso probablemente se festinó en Los Pinos, pero eso es ver solo el árbol y no el bosque, con esta decisión y probablemente otras peligrosamente se acerca a la Presidencia más a un Estado fallido, como lo define Freedom House, pues camina hacia la eliminación de libertades públicas.
Ya veremos cómo clasifica ese organismo a México luego de que durante años lo ha tenido en los límites que separan los estados eficaces de los fallidos.
En definitiva, la salida de Carmen Aristegui de MVS, quien esperemos nos sorprenda muy pronto es una victoria pírrica, que más que soluciones pone sobre la mesa el dilema entre el discurso democrático y las realidades de un gobierno que cada día menos entiende, que no entiende.
Entonces, este es el problema de fondo,
Y ¿cuál final de la tarea?
Todavía hay muchos resortes en la vida pública.
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