Francisco Ortiz Pinchetti
28/11/2014 - 12:01 am
El humor de los panistas
De veras que estos panistas, como dice el dicho, lo hacen a uno reír sin ganas. Como quien da un manotazo en la mesa, el presidente nacional interino de Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés, soltó: «¡Basta de impunidad!” .Y agregó con cara de serio, grave: “Y en esto empezamos por casa. Reitero la necesidad de […]
De veras que estos panistas, como dice el dicho, lo hacen a uno reír sin ganas. Como quien da un manotazo en la mesa, el presidente nacional interino de Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés, soltó: «¡Basta de impunidad!” .Y agregó con cara de serio, grave: “Y en esto empezamos por casa. Reitero la necesidad de que México cuente con un sistema nacional que nos permita combatir la corrupción de manera eficaz». Lo hizo el queretano al anunciar ante los medios que “he solicitado a los órganos correspondientes la expulsión del partido del diputado Édgar Borja Rangel” e informar que “sancionaremos a todo militante y, particularmente, a los servidores públicos que incurran en actos de corrupción». Y no paró ahí: urgió al Gobierno federal y a los partidos en el Congreso a considerar la iniciativa panista de un Sistema Nacional Anticorrupción, “a fin de combatir este problema de forma eficaz”.
De risa loca. El burro hablando de orejas. A la luz de los escándalos protagonizados por funcionarios, legisladores y militantes del PAN en los últimos meses, el pronunciamiento de Anaya suena a broma. Si no es que a burla. Falsificaciones del padrón interno, afiliación masiva de miembros, moches, transas, comisiones, tráfico de influencias, fiestas privadas en locales públicos, encerronas con chicas del table dance, imposición de dirigentes y candidatos…
Habría que imaginarse las carcajadas de los diputados federales Luis Alberto Villarreal y Jorge Villalobos (destituidos como coordinador y vicecoordinador de la bancada azul en San Lázaro, respectivamente, por sus aficiones etílicas y musicales) y del delegado panista en Benito Juárez, Jorge Romero Herrera (capaz entre otras linduras de falsificar el padrón panista, de ostentarse como “licenciado” sin serlo, de aceptar “descuentazos” millonarios de inmobiliarias al comprar su penthouse, de simular clausuras de obras irregulares y de hacer jugoso negocio con la venta de puestos metálicos para los ambulantes… que prometió erradicar, todo lo cual –y mucho más– está sobradamente documentado) ante los “anuncios “ de su jefe nacional. Me parece que Anaya Cortés, como algunos otros, piensan que estamos 30 años atrás, cuando el PAN efectivamente tenía todavía la imagen –que ellos mismos se encargaron de demoler— de un partido de gente decente, cuando menos. Son ilusos o cínicos, no sé. O nos suponen ilusos y tontos a los mexicanos con sus arrebatos de ética y honradez.
En medio del lodazal azul que anega el panorama político nacional en los tiempos recientes, me topé con una joya que quiero compartir con ustedes. Es algo de verdad divertido, que a mí me regaló casi media hora de risa loca. Se trata, ni más ni menos, que del Código de Ética del Partido Acción Nacional, aprobado apenas en diciembre de 2012, luego de su derrota brutal en las elecciones generales de ese año. La redactó un equipo de gente seguramente proba, coordinado por el diputado federal Fernando Rodríguez Doval, ese sí, me consta, uno de los pocos legisladores decentes y preparados que existen en el partido que haría hoy llorar a don Manuel Gómez Morín. He aquí los fragmentos más jocosos, sobre las obligaciones éticas de los panistas (con lo cual, de paso, le hacemos la valona a no pocos militantes, legisladores y funcionarios que ni siquiera lo conocen):
–Me conduciré en cada momento, de acuerdo con los principios de Doctrina del Partido y encaminaré mis acciones a cumplir el programa de gobierno ofrecido a los ciudadanos.
— Conoceré la naturaleza y la amplitud de las facultades del cargo que me corresponden desempeñar. Me informaré y capacitaré permanentemente para cumplirlo con profesionalismo.
–Ofreceré en la atención al ciudadano, igualdad de oportunidades, sin discriminación alguna que pudiera dar lugar a trato diferenciado o preferente.
–Actuaré con justicia en todo momento, con voluntad permanente de dar a cada quien lo que le corresponda.
–En el cumplimiento de mi función brindaré atención cordial, pronta, diligente, expedita y respetuosa. Un servidor público es un mandatario. He recibido un mandato para servir, por lo cual, todo ciudadano merece esa atención, tanto de parte mía como de mis colaboradores.
–Observaré pleno respeto al equilibrio ecológico. Promoveré el uso racional de los recursos naturales y el desarrollo sustentable en mis acciones de gobierno.
–Actuaré procurando el Bien Común, sin buscar intereses particulares ni beneficios personales, para familiares o amistades. Esto implica no involucrarme en situaciones o actividades que signifiquen un conflicto de intereses, personales o familiares, en mi labor como servidor público.
–Me conduciré en el desempeño de la responsabilidad pública con imparcialidad, respetando el derecho de todas las personas y rechazando cualquier procedimiento que privilegie ventajas personales o de grupo.
–Me abstendré de utilizar información en beneficio propio, de terceros o para fines distintos a los que son inherentes a mi responsabilidad pública.
–No aceptaré, ofreceré ni otorgaré, directa o indirectamente, dinero, dádivas, favores o ventajas a cambio de la realización u omisión de cualquier acto en el ejercicio de las funciones públicas. No realizaré labores de gestoría remuneradas, ante instancias del propio ámbito de responsabilidad o de otros niveles de gobierno.
–Privilegiaré el diálogo y la concertación en la resolución de conflictos. El uso legítimo de la fuerza se limitará al mínimo indispensable y una vez agotados todos los recursos de negociación.
–Aplicaré correcta, transparente y responsablemente los recursos públicos, evitando cualquier discrecionalidad o desvío en la disposición de los mismos. Los recursos públicos en ningún caso se utilizarán para campañas electorales.
–Percibiré por mi trabajo sólo la remuneración justa y equitativa que sea acorde a mi función, responsabilidades y a las circunstancias de mi comunidad.
–Nunca incluiré en la nómina a personas que no laboren en la dependencia a mi cargo y no asignaré remuneraciones fuera de la nómina o presupuestos aprobados legalmente.
–Contrataré para los cargos públicos de mi dependencia, sólo a quienes reúnan el perfil para desempeñarlos con ética, con la aptitud y la actitud necesarios.
–Utilizaré las oficinas y locales gubernamentales para los fines que le sean propios.
–Me aseguraré que la información que llegue a la sociedad sea veraz, oportuna, adecuada, transparente y suficiente para cumplir con la exigencia del derecho a la información.
–Facilitaré a los medios de comunicación el cumplimiento de su misión de informar. Me abstendré de ofrecer u otorgar favores o dádivas con cualquier propósito que busque cambiar el sentido de la información.
–Respetaré en el debate y en la toma de decisiones, la dignidad de las personas, siendo justo, veraz y preciso en mis apreciaciones. Reconoceré la legítima diversidad de opiniones y de políticas públicas.
–Propiciaré que en los procesos de decisión, se consideren los aspectos éticos del caso.
–Ejerceré la autoridad con responsabilidad y aplicaré en ello todo mi tiempo y esfuerzo, resguardando la dignidad, la honra y el nombre del servidor público y del Partido. Estaré dispuesto al escrutinio de la gestión pública. Haré transparente y limpio el ámbito político.
–Desempeñaré el cargo con lealtad a México, a la comunidad que sirvo y con decisión inquebrantable de mantener la adhesión al Partido.
–Evitaré usar o permitir el uso del cargo o comisión para coaccionar o inducir alguna conducta a la militancia panista. Respetaré el derecho de los subalternos a votar libremente en las asambleas o convenciones partidarias.
–No obligaré a colaboradores o ciudadanos a afiliarse al Partido, ni condicionaré ningún beneficio laboral, social o económico a pertenecer a él.
–Asumo la responsabilidad de desempeñar el empleo, cargo o comisión encomendado, como un compromiso de hacer realidad los Principios de Doctrina, las plataformas de Acción Nacional y los planes de gobierno propuestos a la ciudadanía, sin utilizarlo como promoción personal para futuras posiciones de poder.
–Cuando aspire legítimamente a ser nuevamente candidato a un cargo de elección popular, competiré leal y limpiamente, sin aprovecharme de la actual posición.
Hasta aquí la letanía panista. Todo, créanme, textual. Sic. No dudo que algunos –¡perdón!— acaben con dolor de estómago por los retortijones producidos por las carcajadas. Realmente es para agradecerles a estos muchachos darnos la oportunidad de este rato feliz. Otra cosa será cuando a la hora de designar candidatos a diputaciones federales y locales y jefaturas delegacionales, antes de dos meses, el amigo Anaya Cortés nos demuestre en los hechos que efectivamente “basta de impunidad” en el PAN y que “sancionaremos a todo militante y, particularmente, a los servidores públicos que incurran en actos de corrupción». Como dijo el clásico, poco vivirá el que no lo vea. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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