Francisco Ortiz Pinchetti
31/10/2014 - 12:01 am
El infame Halloween de los políticos
Para Jorge Zepeda Patterson y Alejandro Páez Varela, solidariamente No tienen remedio, por Dios. Ni en los más macabros momentos, como los que vive ahora nuestro país, los políticos dejan de sobreponer sus ambiciones y diatribas, su lucha encarnizada e irracional por el poder, a los sentimientos de toda una sociedad. El espectáculo que observamos […]
Para Jorge Zepeda Patterson y Alejandro Páez Varela, solidariamente
No tienen remedio, por Dios. Ni en los más macabros momentos, como los que vive ahora nuestro país, los políticos dejan de sobreponer sus ambiciones y diatribas, su lucha encarnizada e irracional por el poder, a los sentimientos de toda una sociedad. El espectáculo que observamos en los medios de comunicación, con una guerra de acusaciones de todos contra todos y difusión de supuestas pruebas fotográficas para descalificar unos a los otros, aterra casi tanto como los episodios de violencia que desde hace rato definen el devenir nacional. Es más, la actitud de los políticos mexicanos viene a explicar la descomposición paulatina pero incesante del entorno social y político de este pobre país. Digamos que una nación cuya clase política tiene las características como la nuestra, tendría que derivar tarde o temprano en una realidad como la que hoy padecemos.
Se dice, es lugar común, que el mexicano se burla de la Muerte, a propósito de los días que vienen. Los políticos mexicanos, en cambio, se burlan de los muertos. No es otra cosa lo que hacen legisladores y dirigentes partidistas ante las tragedias que nos agobian. Lejos de sumarse siquiera a una respetuosa veneración por nuestros difuntos, parecieran disfrazarse de calaveras, brujos y demás espantos para celebrar festivamente un insólito Halloween, en el que unos a otros se insultan, denuestan y difaman pero en el fondo, de la manera más siniestra y cínica, se divierten. Sólo hay que verlos en los comederos políticos de la capital. Mirar sus actitudes. Escuchar sus comentarios, sus carcajadas. Dan grima.
No son todos, claro, pero digamos que muchos de los más connotados. Y de todos los colores. Al juego de turbiedades y golpes bajos le han entrado lo mismo Manlio Fabio Beltrones que Jesús Zambrano, el panista Ernesto Cordero o Andrés Manuel López Obrador. Los perredistas rebeldes René Bejarano y Dolores Padierna, los dirigentes nacionales César Camacho Quiroz, del PRI; Carlos Navarrete, del PRD; Ricardo Anaya Cortés, del PAN. El coordinador priista en el Senado, Emilio Gamboa Patrón. El senador perredista Alejandro Encinas y los panistas Javier Lozano y José Luis Preciado. Todos, pues, se han arrimado al ejercicio atroz de aprovecharse de un drama que impacta a todos los mexicanos, para sus fines aviesos y sus ambiciones de poder.
Eso es lo que está en el fondo de un proceder francamente enfermizo. Para nuestros políticos, cualquier desgracia que afecte a otro es una oportunidad de avanzar, de colocarse, de acercarse o permanecer al anhelado poder, que significa prominencia, privilegios y dinero. A ellos, por eso, una catástrofe como las que vivimos ni siquiera les conmueve: al contrario, ven en ella una afortunada oportunidad. Y hacen cuanto esté a su alcance –incluido el aplastar a quien sea necesario— para aprovecharla.
Ciertamente las guerras de lodo, las traiciones, las calumnias, difamaciones y desacreditaciones han sido rasgos esenciales del quehacer político en México de manera histórica. Es parte de una manera de ser y de actuar. Lo que esta vez indigna especialmente es el que se acuda a esas prácticas deleznables en medio de una situación de congoja nacional, de alarma, rabia, temor y desconsuelo. Lo ocurrido en Guerrero hace un mes, sumado a los hechos trágicos del Estado de México, Tamaulipas, Puebla, Nuevo León o Chihuahua, sólo por citar casos recientes, nos pone ante el dilema de un Estado incapaz en el que las instituciones han dejado de funcionar y el estado de Derecho es una mera falacia. Lo inadmisible e indignante es que en ese clima nuestros políticos festejen entre risotadas, felices, su infame Halloween. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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