Recuerdo cuando te conocí en la secundaria. Eras un joven brillante, hijo de un abogado reconocido y parte de una respetable familia tolerante y construida sobre valores humanos, lo que desde entonces presagiaba tu éxito profesional. Eras de los privilegiados que vivían a dos cuadras de la Escuela Secundaria número uno, lo que en aquel tiempo tú y yo entendíamos por privilegio.
A veces cerca y otras lejos, hemos coincidido desde mediados de los setentas y principios de los ochentas, tú como abogado patronal, yo como abogado obrerista.
Aunque nos enfrentamos profesionalmente algunas ocasiones, siempre existió la certeza de que el otro, como adversario, era capaz de sostener sus argumentos sin alterar la verdad más allá de lo que lo permiten las prácticas profesionales y sin faltar al principio ético de no declarar en contra del cliente.
Durante algunas huelgas o conflictos colectivos muy fuertes, siempre confié en que eras incapaz de cometer una perversidad con tal de ganar el juicio y, sin duda, coincidimos en que ambas partes (patrón y obrero) tienen una buena parte de razón en el mundo laboral. Conciliamos, si no me equivoco, todos nuestros asuntos, por complicados que fueran.
Durante la lucha por la democracia electoral fuimos compañeros de viaje, tú en el PAN y yo en el PRD. Con la seguridad de que eras incapaz de negociar a espaldas de la causa, hice apuestas muy arriesgadas para defender varios triunfos de tu partido, que para mí representaba defender la voluntad de los ciudadanos juarenses que los habían votado, independientemente de quién ganara y quién perdiera. Nunca me ofreciste, ni obtuve, alguna ganancia personal de estas faenas.
Durante la guerra contra los cárteles, mi respeto hacia ti se transformó en admiración. Fuiste parte del puñado de juarenses que nos negamos a dejarle la plaza ciudadana a los secuestradores, extorsionadores y señores del narco. Con la vida en juego, nunca vi que te temblaran las rodillas.
Te eligieron diputado federal por un distrito de esta ciudad y entre amigos festejamos tu triunfo. Recuerdo que bromeamos, diciendo que sería más difícil para ti sobrevivir a la perversidad y falsedades delos políticos que a los asesinos del “Chapo” o de La Línea.
Creo que tuvimos razón, no pudiste sobrevivir a esos falsos y perversos, que han tomado la cosa pública como negocio propio, de la clase política.
El viernes pasado escuché una entrevista tuya en una estación de radio local, parecías eufórico por las reformas energéticas y las posibilidades de nuevos y grandes negocios para la élite juarense.
Dijiste cosas que no pueden salir de alguien en su sano juicio.
Cantaste con gusto que Pemex va quebrar, porque es incapaz de competir con las eficaces empresas extranjeras ya que el sindicato devorará a la petrolera como según tú devoraron los trabajadores a Mexicana de Aviación.
¿De dónde sacaste esto? ¿Acaso desconoces que Mexicana quebró por una mala inversión de sus dueños? ¿Qué necesidad tienes de decir eso a los que votaron por ti?
Dijiste que estabas convenciendo a los dueños de las empresas gaseras de Juárez (dos de las veinte grandes) para que no compraran gas a Pemex, que mejor adquirieran directamente de las compañías extranjeras en Estados Unidos, para así mejorar sus ganancias con la posibilidad de bajar sus precios.
No sólo deseas que Pemex quiebre, hasta parece que trabajas para ello.
Eso revela que ustedes, los panistas, tenían la certeza de que al abrir la libre competencia energética en el país llevarían a la quiebra a la empresa petrolera mexicana que nos mantuvo por los últimos 20 años.
¿Ignoras que las finanzas de las administraciones de Fox y Calderón se sostuvieron gracias a la petrolera, que les aportó entre 30 y 40 por ciento de sus presupuestos de egresos?
Bien sabes que las empresas extranjeras van a litigar los pagos de impuestos y, gracias a despachos de abogados como el tuyo, no aportarán los recursos necesarios para las finanzas públicas, aumentando con ello la miseria de los mexicanos.
Dijiste que en Europa se oponen al fracking porque, como territorialmente el continente es pequeño, con el gas de Rusia tienen para sus necesidades energéticas. Aunque olvidaste mencionar que la guerra en Ucrania tiene en crisis las relaciones entre Rusia y Europa Occidental.
Aseguraste que los riesgos del fracking son inexistentes, que el agua que se usaría sería del subsuelo, inútil para el desarrollo humano y que la contaminación de los mantos freáticos no implica riesgo alguno para la ecología regional.
Creo que una afirmación tan contundente en un tema tan polémico para en el mundo de la ciencia, no corresponde a quien sólo es abogado.
No se han dado a conocer públicamente esos estudios científicos tan precisos, que alejen las dudas que tenemos los juarenses informados, y no creo que tú los tengas.
Cierto que se dice que la zona norte del desierto chihuahuense tiene potencial de producir gas mediante la técnica del fracking, pero para los ciudadanos no es más que una leyenda que circula de voz en voz. La verdad es que no sabemos qué impacto tendrá esta práctica en el medio ambiente y la vida y salud de los juarenses, sobre todo en la de nuestros nietos y los patrimonios que heredarán.
Carlos, nosotros ya hicimos mucho en nuestra vida, obtuvimos grandes satisfacciones y frustraciones. Nuestra generación ya está siendo sepultada o cremada y a nosotros no nos afectará la eventual contaminación de la región para que hagan más negocios las 20 familias que no tienen dónde guardar su fortuna acumulada. Pero, a nuestros hijos y nietos… ¿Qué futuro les espera?
Sólo te recuerdo que, cuando se instaló la industria maquiladora, de la cual tú eras un impulsor entusiasta, algunos decíamos que un proceso de industrialización que ofrecía trabajo básicamente a mujeres deterioraría el tejido social, porque fracturaba a las familias de entonces.
Aunque ustedes siguieron adelante, las tropas del narco que se enfrentaron con el Gobierno en las calles de la ciudad y que secuestraron a muchos hijos de los defensores de la maquiladora, o extorsionaron a casi 80 por ciento de los comerciantes locales fueron, precisamente, aquellos niños que surgieron de la fractura familiar ocasionada por la industria entre los setentas y ochentas
No puedes olvidar nuestro pasado común por un nuevo entusiasmo, que a nuestros años parece más bien necedad de anciano por hacer nuevos negocios, de los que ya no te tocará ver resultados.