Arnoldo Cuellar
04/09/2014 - 12:03 am
PAN: el dedazo como solución a la crisis interna
Guanajuato es sin duda uno de los territorios más panistas de México. Lo dicen cinco gobiernos estatales ininterrumpidos; un cuarto de siglo de dominio político; la reforma de la Constitución local para adaptarla a la doctrina de ese partido; el control de la tercera parte de los municipios de la entidad; el surgimiento en esa […]
Guanajuato es sin duda uno de los territorios más panistas de México. Lo dicen cinco gobiernos estatales ininterrumpidos; un cuarto de siglo de dominio político; la reforma de la Constitución local para adaptarla a la doctrina de ese partido; el control de la tercera parte de los municipios de la entidad; el surgimiento en esa entidad del primer Presidente de la República de ese partido, entre lo principal.
Por eso, lo que pasa en el PAN de Guanajuato tiene importancia a nivel nacional e, incluso, puede ser apreciado como un buen termómetro de lo que ocurre en otras regiones del país.
De cara a las elecciones del 2015, la actual dirigencia panista de Guanajuato, encabezada por Gerardo Trujillo, está impulsando la eliminación de las prácticas de democracia interna para elegir candidatos. Lo hace, además, con pleno respaldo del gobernador panista de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez.
El argumento para no acudir a asambleas reales, donde puedan disputarse las candidaturas entre diferentes prospectos, se basa en lo que se ha dado en llamar “la corrupción de la militancia”, en referencia a la creciente costumbre de dar y obtener votos en base a prebendas, a promesas de empleo o, incluso, al pago de dinero en efectivo.
Sin duda esas situaciones han ocurrido en muchas de las elecciones panistas y en buena parte de los municipios, incluso en elecciones estatales. Sin embargo, como suele ocurrir, no es una circunstancia absolutamente generalizada.
Pero, además, los responsables de la monetización del voto panista, en buena medida, son los propios líderes políticos, los aspirantes a los cargos de todos los niveles, que con tal de ganar se manejan alejados de todos los escrúpulos.
Por ejemplo, la inflación artificial de los padrones panistas a todos los niveles, una práctica muy socorrida en los años en que este partido ocupó la Presidencia de la República, era parte de las tareas de los precandidatos, que procuraban prepararse el terreno para las elecciones internas, afiliando a sus partidarios, tarea más sencilla que la de convencer a los militantes ya afiliados.
Ha sido necesario, incluso, realizar depuraciones masivas del padrón, para limpiar al PAN de esos crecimientos coyunturales.
Nunca se había llegado, sin embargo, a lo que plantea hoy la dirigencia estatal y el gobernador de Guanajuato, que ante lo que consideran la falta de confiabilidad de la militancia panista, han inventado un nuevo método de selección de candidatos que no está previsto en los estatutos del partido: una especie de reality show que incluye una encuesta, un media training y un focus group.
Como buenos pueblerinos que somos, la terminología anglosajona logra el objetivo de dotar de un aura de modernidad, de nuevas tecnologías, de siglo XXI, a la atrasada práctica de la política partidista. Con todos esos tests, la dirigencia estatal cree estar en posibilidades de elegir “a los mejores hombres” del partido para ofrecerlos a la sociedad del estado y de los diferentes municipios.
(Por cierto, lo de los mejores “hombres” es casi literal, pues el número de mujeres que participan como aspirantes a una candidatura, muestra una notable desventaja con el de sus compañeros varones).
Como el método del reality no está incluido en las modalidades que contempla la normatividad panista, será necesario disfrazar la decisión tomada por un pequeño número de notables con el insumo que proporcione la batería de pruebas realizadas por un consultor externo, mediante el expediente de las designaciones o de asambleas que serían meramente testimoniales, al recibir la propuesta de un candidato de unidad.
En síntesis, parece que el PAN de Guanajuato ha encontrado la justificación perfecta para revivir la vieja práctica del dedazo, solo que disfrazada de solución hipermoderna: la corrupción y la escasa confiabilidad de sus militantes para tomar decisiones racionales, los obliga a esta decisión centralizada, casi leninista.
A este paso, como le ocurrió ya al PRI del siglo XX, los otrora combativos militantes panistas, protagonistas de la famosa “brega de eternidad”, verán como, gracias a la eficacia corruptora de sus líderes políticos, pasan a convertirse en simple escenografía para la toma de decisiones del partido que se quiso el promotor y defensor del carácter ciudadano de los mexicanos masificados, ninguneados y sobornados por el viejo PRI- Gobierno.
El PAN perdió el poder a nivel nacional y aunque en Guanajuato todavía gobiernan, los liderazgos de ese partido siguen mostrando que no entienden el cambio del contexto en el que se mueven y, muchos menos, que tienen respuestas para tratar de ponerse al día.
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