Arnoldo Cuellar
24/07/2014 - 12:01 am
El PAN, de regreso a los clásicos
Esta semana, en León, el dirigente estatal del PAN, recién ratificado por un acuerdo del CEN, Gerardo Trujillo Flores, anunció con bombo y platillo que el exgobernador interino Carlos Medina Plascencia se incorporaba a la lista de aspirantes a la candidatura a alcalde de León. Hay que recordar que el PAN perdió la alcaldía del […]
Esta semana, en León, el dirigente estatal del PAN, recién ratificado por un acuerdo del CEN, Gerardo Trujillo Flores, anunció con bombo y platillo que el exgobernador interino Carlos Medina Plascencia se incorporaba a la lista de aspirantes a la candidatura a alcalde de León.
Hay que recordar que el PAN perdió la alcaldía del municipio más importante de Guanajuato, 25 por ciento de la población del estado, a manos de la priista Bárbara Botello, después de haber gobernado de manera ininterrumpida por un cuarto de siglo.
¿Es seria la determinación del exgobernador Carlos Medina Plascencia de participar en la preselección del candidato panista a la alcaldía de León?
Por lo pronto, ha externado lo que parece un programa, al lanzar en Twitter el mensaje de que no busca un cargo, sino luchar contra la corrupción que impera en el PAN, señaladamente contra la perversa forma de elegir candidatos de forma corporativista y mediante la compra de votos con el ofrecimiento de cargos y prebendas.
La pregunta que sigue parece inevitable: ¿es este el momento para reformar al PAN?
Y, sobre todo: ¿se puede intentar un cambio profundo simplemente participando en la contienda interna de una alcaldía?
No es la primera vez que Medina intenta impulsar un programa de regeneración en el PAN. Recientemente lo hizo en compañía de otros distinguidos exgobernadores, como Ernesto Ruffo y Fernando Canales Clariond, en los inicios de la reciente renovación de la dirigencia nacional.
Cabe decir que no llegaron muy lejos. Su abanderada moral, la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota, los abandonó para establecer un pacto de neutralidad con Gustavo Madero.
Hoy Carlos Medina tampoco parece muy bien parado en su planteamiento, lo cual puede llevarlo a posiciones insostenibles.
Por ejemplo, ¿se opondrá a respaldar al candidato del gobernador Miguel Márquez Márquez, su secretario de Desarrollo Social, Éctor Jaime Ramírez Barba?
En ese caso, perdería lo más por lo menos, pues Márquez ha aceptado la injerencia del exgobernador en el equipo estatal a través del tesorero Juan Ignacio Martín Solís, quien ocupara el mismo cargo en el gobierno de Medina Plascencia hace 20 años.
Por otra parte, al enfrentar a los candidatos que se identifican con el grupo de Gustavo Madero, como Mayra Enríquez y el diputado federal Juan Carlos Muñoz, Medina está retando de nuevo al jefe nacional del partido, a quien ya cuestionó en su intento de reelección y que muy probablemente será el artífice final de la candidatura de unidad que se pretende, a fin de no dividir al partido. Ese camino también se ve difícil.
Y, al subirse a la contienda, en automático el exalcalde ha defenestrado a su primer prospecto, Humberto Andrade Quezada, quien ahora deberá enfrentar un obstáculo más y con menos apoyos.
Por otra parte, al retar a los panistas que pueden perder la postulación por dedazo, pero que son quienes mantienen mayor ascendiente sobre los militantes de base, como la propia Mayra Enríquez y otro legislador, Diego Sinhué Rodríguez, Medina correría el riesgo de ir a una campaña desfondada y sin operadores.
Para mal o para bien, en los últimos 20 años el PAN se ha convertido en una maquinaria perversa en relación con sus postulados originales, pero eficiente a la hora de enfrentar elecciones. Para competir electoralmente en el camino desaparecieron la ética y la vocación de servicio. Eso es el PAN hoy y no otra cosa.
Ese fue el PAN que sacó adelante a Miguel Márquez contra Juan Ignacio Torres Landa, campaña en la que el propio Medina participó, así fuera como simple mascarón de proa.
Incluso, el PAN que vio perder al excandidato leonés Miguel Salim ante la priista Bárbara Botello, se hundió por las traiciones operadas desde sus propias entrañas, producto de las disputas internas de la precampaña, amén de la mala imagen del candidato, la cual el propio Carlos Medina ponderó negativamente en público.
Nadie dice que el PAN, como cualquier otro partido político de los que tenemos en México y Guanajuato, a cual más deficientes en la tarea de representar los intereses ciudadanos, esté imposibilitado de reformarse.
El problema aquí es que el peor momento para intentarlo es una campaña electoral y, peor aún, una donde se busca recuperar una posición perdida.
No se a quién se le ocurrió revivir políticamente a Carlos Medina y subirlo a la contienda. Incluso si es una idea del propio Medina, debió ser aceptada y patrocinada por alguno de los liderazgos que actualmente se reparten el PAN.
Lo que si creo es que no se trata de una solución para el conflicto panista de elegir al mejor hombre con los menores daños. Todo lo contrario: parece que este guiso que atienden demasiados cocineros, cada día corre más el riesgo de salarse o de pasarse de tueste.
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